Juana Viale y Ámbar De Benedictis, en su primera tapa juntas, celebran el Día de la Madre en OHLALÁ!
Juana Viale y Ámbar de Benedictis, juntas por primera vez en una sesión de fotos para OHLALÁ! Madre e hija nos cuentan sobre su relación, el poder del linaje y cómo se complementan en sus diferencias.
Fotos de : Mica Bianchi
30 de septiembre de 2024
Juana Viale y Ámbar de Benedictis, juntas por primera vez en una tapa, en OHLALÁ! - Créditos: Mica Bianchi
Juana Viale y Ámbar de Benedictis son dos mujeres que se entienden solo con mirarse, unidas por ese hilo invisible y poderoso del linaje. Es la primera vez que posan juntas y se toman la experiencia como un juego, como un desafío también, casi como un regalo anticipado para el Día de la Madre.
Somos testigos de su complicidad, de sus risas y de la conciencia de todo eso que las hace diferentes y que las complementa. Tienen hábitos de familia que comparten: por ejemplo, las dos llegan al estudio de fotos y, casi inmediatamente, se sacan las zapatillas. Andan de pies descalzos, aman la naturaleza y el hogar. Entre foto y foto, cantan y bailan algún estribillo de No Te Va Gustar. Dicen que son las dos solitarias. Y que cuando se enojan..., explota todo. Pero que enseguida saben volver al centro: al amor profundo y la admiración que tienen una por la otra.
ÁMBAR: BLAZER (YUNA, $95.000), PANTALÓN (BLUE SHEEP, $310.000), AROS Y COLLAR (LE SIRENE HANDMADE, $46.900 Y $62.500). JUANA: BLUSA Y FALDA (BLUE SHEEP, $210.000 Y $260.000), JOYAS (LE SIRENE HANDMADE). - Créditos: Mica Bianchi
Es la primera vez que hacen una tapa juntas, ¿por qué decidieron decir que sí ahora?
Juana: Bueno, yo creo que la que decidió decir que sí fue Ámbar, ella tuvo la última voz.
Ámbar: ¡Me pasan la pelota a mí! Sí, me parecía algo lindo con mi mamá, algo distinto, nosotras no hacemos cosas de este tipo. Nunca hicimos. Me pareció lindo para experimentar un poco. Divertido, simbólico.
Juana, quiero llevarte al momento que fuiste mamá de Ámbar...
Juana: ¿Me acuerdo? (Risas). Era muy joven. Tenía 21 años.
Ámbar: Tenías mi edad, o más chica incluso. Para mí es imposible, inimaginable. Aparte, un cuerpo de una chica de 21 años, o sea, una miniatura.
¿Y cómo lo ves, desde hoy, haber sido mamá tan joven? A esa edad una es un poquito más inconsciente, quizá, no lo pensás tanto...
Juana: Yo creo que es más natural, como que es una cosa cíclica de la vida, no me lo pensé tanto, tampoco. Sí quise ser madre, no cuando me quedé embarazada, sino antes. Entonces, fue algo como muy a conciencia, pero el embarazo lo viví muy natural, muy incorporado, no tuve el “síndrome de la madre primeriza”.
Ámbar: Igual, también tiene mucho que ver con tu personalidad, eso de dejar que las cosas anden a su ritmo y que, si sucede, que siga. Como no imponerse tanto ante las cosas de la vida.
Juana: Me acuerdo de que mi mamá había sido madre hacía poco, de Rocco, mi hermano más chico, y yo, cuando nació Ámbar, era como “no tengo ni idea”. Ámbar estaba toda vestida de celeste todo el día, porque era lo que había en el hogar, heredé eso y la vestía así. Y nunca fue tanto problema la crianza, siendo tan joven, ¿no? Empecé a trabajar a los tres meses de que la parí.
Juana: vestido (Etiqueta Negra) y joyas (Amuletos Brezza). Ámbar: vestido (Etiqueta Negra) y joyas (Le Sirene Handmade). - Créditos: Mica Bianchi
Y en ese momento, ¿compartiste ciertos desafíos de crianza con tu propia mamá? Viste que una suele apoyarse en sus modelos...
Juana: Bueno, más como eso de lo que nunca quiero ser, eso que decimos: “Yo no quiero ser como mi madre”, y a veces decís: “Ay, Dios mío, soy ella todo el tiempo”. Cuando yo era más joven, no tanto, porque creo que tuve una educación muy distinta a la manera en que eduqué a mis hijos, eso sí.
¿Eso de criar distinto fue algo que hiciste a conciencia?
Juana: No, porque mi personalidad es de una manera distinta y la constitución familiar era distinta también. Yo tenía 20 años, mi mamá me tuvo a mí bastante más grande, y yo me fui a vivir sola con Ámbar al toque.
Ámbar: Fue un descubrimiento, para vos.
Juana: ¡Todos los descubrimientos! Ninguna de mis amigas era madre, y me pasaron cosas divertidísimas, como salir a bailar y dejarla a Ámbar con los papás de Jime, una amiga mía, y después ir a buscarla a las cinco de la mañana, entrar y decir: “Me la llevo al cuarto a dormir”.
Ámbar: Pero igual siempre me llevabas a todos lados.
Juana: Sí, siempre... En el trabajo, de vacaciones... Una vez me fui a trabajar a Villa La Angostura y después nos quedamos ahí. Me gustó una casa, me alquilé el fondo y nos quedamos viviendo ahí.
Ámbar: ¡En la montaña! (Risas).
Juana: El pasado oculto de Juana Viale... (Risas). Somos muy de la vida natural.
ÁMBAR: BLAZER (YUNA, $95.000), PANTALÓN (BLUE SHEEP, $310.000), AROS Y COLLAR (LE SIRENE HANDMADE, $46.900 Y $62.500). JUANA: BLUSA Y FALDA (BLUE SHEEP, $210.000 Y $260.000), JOYAS (LE SIRENE HANDMADE). - Créditos: Mica Bianchi
Esa idea de la vida natural, ¿sentís que la mamaste desde chica?
Ámbar: Sí, es su estilo de vida, también constituye mucho su personalidad, como que no es algo forzado. Y la gente que no quiere estar en su forma de vida, ella deja que se vaya. Eso es lo que me transmite a mí también, como que si hay algo que no te gusta, también está bueno que te diferencies y que vos hagas la tuya. Ella es muy del “está bien que no te guste, no te lo impongo”.
Justo hay una nota en esta edición que habla del #sorrynotsorry, esa idea de no ir por la vida pidiendo perdón ni permiso, sino ir haciendo la tuya...
Juana: Sí, bueno… Creo que también cuando una traza su propio surco, su propio camino, muchas veces, si no lo hace a conciencia, puede lastimar a otras personas. Entonces, me parece que el perdón a veces es más que necesario. A mí me cuesta un montón decir perdón... Pero que te habiliten otros en la forma y el modo que vos querés vivir, para mí no existe, no está ni en mis cánones ni en mi génesis de pensamientos. O sea, nadie me va a decir a mí cómo tengo que hacer las cosas o criar a mis hijos.
Eso siempre lo tuviste claro, nadie te dijo cómo criarlos...
Juana: No. Igual, siempre hay un consejo de alguien y yo entiendo que cuando las palabras vienen desde el lado del consejo, desde el lado del amor, vos las escuchás, y si te sirven, te quedan, y si no, pasan y seguís haciendo la tuya. Sí, yo creo que a mis hijos los crié así bastante. Ese es mi rol, ¿no? Lo que me toca a mí.
Y vos, Ámbar, ¿qué valores sentís que heredaste de tu mamá?
Ámbar: Hay muchas cosas que heredé, más prácticas, diría. Creo que lo que más heredé de ella es la forma de vivir mi hogar. Como un lugar súper especial, como un fuego. No quiero decirle “sagrado”, pero es algo así. Es cuidarlo, es recibir y es dar, es muy lindo. Y después hay muchas cosas que, más que heredé, admiro (también muchas cosas que no), y las cosas que admiro también se diferencian mucho de mí porque somos bastante diferentes, y está bueno, valga la redundancia, mamarlas, ¿no? Hay muchas cosas que una va aprendiendo. Recurro mucho a esas cosas de ella, para aprender y para tomarme las cosas de cierta manera.
¿Qué admirás de ella, por ejemplo?
Ámbar: Un montón de cosas. Admiro su paciencia, su libertad, el tomarse las cosas con mayor ligereza. El amor a pesar de todo lo que le sucede, que ella lo sigue dando, repartiendo por donde sea que esté, a pesar de estar viviendo por ahí una tormenta.
ÁMBAR: BLAZER (YUNA, $95.000). JUANA: BLUSA (BLUE SHEEP, $210.000), JOYAS (LE SIRENE HANDMADE). - Créditos: Mica Bianchi
¿Tuvieron algún momento difícil o de crisis entre mamá e hija?
Ámbar: ¡Todo el tiempo! (Risas).
¿Y cómo se acompañan en esas diferencias? Porque, a medida que los hijos crecen, una empieza a entender que un hijo es diferente a una y hay cosas que te pueden no gustar de ellos...
Juana: Obvio, creo que lo que tenemos nosotras es que nos podemos decir de todo, nos ofendemos, nos gritamos, nos vamos, nos pedimos perdón, lloramos, mantenemos la postura, después silencio, ignorancia, pero siempre volvemos como a un centro... Viste que los hijos son los que más te pueden dañar, ¿no? Te dicen las cosas más hirientes, no hay ser en la tierra que te pueda herir tanto como un hijo. Pero automáticamente vos sabés que eso pasa, no sé, es como un tamiz que una tiene. Entonces, en esa ambivalencia emocional que tenemos todos los seres humanos, y especialmente los hijos cuando van creciendo o son adolescentes, me parece que siempre volvemos a lo más importante, que es el amor. No importa si vos tenés razón o si yo tengo razón. No importa nada, importa el amor, para mí.
Ámbar: Y además creo que las diferencias también tienen eso de complementarse a veces. Cada uno, desde su lugar diferente, comunica cómo está y de ahí se llega al consenso o al arreglo, porque uno acepta al otro desde su diferencia y de ahí se genera la aceptación.
¿Y en qué se reconocen muy distintas, por ejemplo? Porque una las ve juntas y son parecidas...
Ámbar: ¡En casi todo somos muy distintas!
Juana: En personalidades sí, somos distintas, en la forma de vestir somos distintas. Somos bastante parecidas en ser solitarias, en escribir, en leer, en eso somos parecidas, en cocinar también. Hacer comidas juntas en casa es como un re plan para nosotras.
Ámbar: Ella quizá tiene una mente mucho más amorfa. Tiene menos estructura. Yo quizá necesito un poco más de estructura para todo.
¿Fuiste una mamá de ponerle muchos límites o más libre?
Juana: No, no. Siempre fue importante que me dijera qué, dónde, con quién, cómo, acorde a la edad, ¿no? Pero no, creo que nunca le puse límites. Siempre todo lo que deseó experimentar, estuve ahí acompañando: estudiar, irse, venir, conocer algo, alguien, lo que fuera...
Y a pesar de las diferencias, ¿te pasa, como decía hace un rato Juana, “soy igual a mi mamá”?
Ámbar: De reacciones, creo que sí somos bastante parecidas.
Juana: Vos sos mucho más emocional que yo...
Ámbar: ¡Muchísimo! Y quizás ella a veces tiene más humor que yo. Yo a veces soy un poco enojona.
Juana: Y entonces, en las peleas, yo siempre meto humor porque no puedo no tener humor en mi vida. No puedo no ver humor en todo. No puedo no ver humor negro, no ver humor ácido, no ver humor para reírme y para sentir. Y por ahí, en una pelea, yo estoy como riéndome de algo y eso es como un puercoespín para el otro. ¡Lo disparás a mil al otro riéndote!
Ámbar: ¡Los quiero ver, eh, que se te ría no es fácil!
ÁMBAR: SET TEJIDO (ETIQUETA NEGRA, $156.000 Y $166.000), ARGOLLAS, ANILLO Y ESCLAVA (LE SIRENE HANDMADE, $46.900, $42.900 Y $43.900). JUANA: SUÉTER Y FALDA (ETIQUETA NEGRA, $198.000 Y $298.000), ARGOLLAS, EAR CUFFS Y BRAZALETE (LE SIRENE HANDMADE, $41.900, $10.900 Y $54.900). - Créditos: Mica Bianchi
Mencionaron que les gusta cocinar. Que hoy seas vegana, Ámbar, ¿cómo se fue dando?
Ámbar: Mirá, te voy a decir la verdad. Mi mamá siempre me transmitió mucho el amor por los animales, siempre. Eso también es algo que mamamos mucho, ¿no? El tema de la conciencia y la empatía, y en un momento dado, por decisiones de mi mamá, se empezaron a consumir ciertas cosas en la casa. Se dejó de tomar leche vacuna y tomamos leche de almendra, y después cada uno hace su interpretación, ¿no? Yo lo interpreté, por otro lado, me hice vegana porque sentía que todo lo demás estaba involucrado. Pero también, de repente, aparecen ciertas necesidades que te pide el cuerpo y creo que está bueno escuchar y también es algo que me enseñó mi mamá. Pero no como ninguna carne.
¿Y se sienten ambas, de alguna forma, activistas de esta forma de alimentación?
Juana: Para mí es un tema re sensible, el de las banderas. A mí no me gusta llevar la bandera de nada más que la mía. Y ser vegetariana no me hace identificarme con ningún “ismo”. Yo me siento así, me siento bien así y no como carne, porque a mí realmente me perturba la imagen del animal, me perturba en mi conciencia, es más fuerte que yo. Respeto mil a quien lo hace; yo lo hice durante muchos años, me educaron así, con la cultura del asado, la cultura del guiso, del locro, las empanadas, es algo que está muy instaurado en la cultura. No me gusta ser profeta de nada, y creo que la conciencia no es una imposición, sino algo que tenemos que ir adquiriendo individualmente.
Ámbar: Y además, está bueno no identificarse o no pegarse a nada para permitirse el cambio más adelante, si es que surge.
Juana: Sí, yo creo que subirte a un “ismo” te quita libertad, que a mí eso es algo que no me gustaría perder, mi libertad.
Hace un tiempito hiciste una travesía por el océano con tu pareja, por un proyecto de preservación de los océanos y las áreas marinas protegidas. ¿Qué te enseñó el océano que quizá no sabías?
Juana: Yo creo que el océano es un gran maestro. Todos somos agua y tenemos sal en el cuerpo, y si vamos a los embarazos, el líquido amniótico es casi sal. Entonces, paradójicamente, venimos de ahí y después empezamos a tomar muchísima distancia en la vida. Y, penosamente, el descubrimiento es que el microplástico..., es asombroso que lo encontrás en el medio de la nada, que es algo que también se naturalizó, el uso y abuso del plástico. Esto lo ves y te duele, y quiero conectar con esto que dijiste de la conciencia o lo de los “ismos”: yo no puedo imponerle a nadie que deje de utilizar el plástico, o que hay miles de métodos para colaborar, para dejar ese uso. Y lo ves ahí y ves los animales ahí, y entonces entendés la belleza, lo prístino de todo y lo que genera la ignorancia, ¿no? Ignorancia al no tener conciencia, quiero decir, ¿no? Y después te enseña mucho, el mar, el estar navegando en el medio del océano, te enseña mucho, pensás mucho, leés mucho, es un espacio súper reducido, y ese espacio es el cien por cien de tu todo. Entonces, es como un paralelismo con la tierra y con los recursos, porque teníamos agua limitada, teníamos energía limitada. Es una lección enorme y que sigue en mí. Yo creo que a mí todavía ese viaje me sigue surcando.
Y a vos, Ámbar, ¿te interesa ese mundo? ¿Te ves haciendo experiencias así?
Ámbar: La verdad es que no, en este momento. Desde ya que cuidar la naturaleza sí me interesa. Ahora, atravesar el océano en un velero, no me veo. Soy mucho más miedosa. Me muero de claustrofobia. La pasé mal cuando ella se fue.
¿Por qué? ¿Te daba miedo que no volviera?
Ámbar: ¡Claro, que le pasara algo! Me mandaba fotos y el mar es inmenso. Son dos perspectivas: es inmenso y misterioso e inmenso y terrorífico.
Juana: Yo le mandaba fotos y me decía: “Lo único que me mandás son fotos del barquito”.
Ya deben estar cansadísimas de hablar del legado familiar, pero ¿quiénes son para ustedes sus mujeres fuertes referentes?
Ámbar: Mis referentes, sin duda, son las mujeres de mi familia. Son mujeres a las que admiro realmente, más allá de lo que se vende para afuera. No tiene nada que ver con lo que se dice, con el nombre y demás. Va muchísimo más allá. Creo que son las mujeres que más admiro porque cada vez que crezco más, y conozco sus historias de vida, me impresiono, aprendo, recurro constantemente a ellas y también en muchas cosas me representan, en muchas cosas no, entonces es un poco constitutivo de mi identidad, porque estás constantemente mirándolas, mirándote a vos misma. Así que yo creo que son ellas, sin duda. Sobre todo mi madre.
¿Sentís que siendo hoy la hija que sos estás honrando el legado de todo ese linaje familiar?
Ámbar: No sé, solo puedo decir que lo admiro y puedo emocionarme cuando me lo nombran y pienso en estas mujeres como mujeres, y no como figuras de los medios. Esa es la única manera: asumirlo, reconocerlas, mimarlas, no sé cuánto más allá se puede ir para honrar un legado.
Está buenísimo, porque podría pasar que te pesara ese linaje...
Ámbar: Obvio que también me pesa.
¿En qué sentido sentís que a veces es un peso?
Ámbar: Justamente por lo que dije, porque naturalmente una se compara: a veces para bien, a veces para mal, entonces a veces cuesta un poco, pero por suerte, si algún día me duele, me molesta algo o me pesa, también tengo un vínculo que me permite confesarlo.
Juana: Dentro de las mujeres que se conocen públicamente, también hay mujeres anónimas, y para mí mi tía Minina es una mujer muy fuerte en nuestra familia, o en lo que significa para mí. Y no hablo de mi abuela paterna porque no la conocí, pero sé que era una gran bailarina de tango y todo el mundo me habla maravillas, y tocaba el bandoneón siendo mujer, eso me parece que también es algo que está en algún lado por ahí, no quizás en la conciencia de un legado más conocido y visible, ¿no? Pero me parece que mi abuela y mi madre han sido muy fuertes y también han ido muy de la mano de mi abuelo Daniel, que las empoderó..., esa palabra que ahora se usa tanto y está tan de moda, pero las iluminó mucho para que ellas también fueran lo que son hoy. No es que solo entre mujeres nos alimentamos. Hay varones en el aire. Y mi viejo también, para mí, ha sido muchas veces muy bastón y muy sostén. Mi hermano Nacho, hablando de legados, agarró una sartén, que fue todo lo que mi abuelo había construido dentro de este “imperio Mirtha Legrand”, si lo queremos llamar así. Me parece que no es un solo legado, y me parece que como familia somos bastante simples. Es una abuela o una bisabuela, que para mí es asombroso que mi hija, que tiene 21 años, tenga una bisabuela.
Y hoy, Juana, en tu rol como conductora, ¿lo pensás también como una oportunidad de sacar tu propia voz más allá de heredar ese lugar icónico dentro de la televisión? ¿Cómo lo vivís?
Juana: Es que es una metamorfosis, ¿no? Porque arrancó siendo una situación de emergencia, porque había sido en época pandémica, en la cual la abuela no podía trabajar, entonces salí yo a laburar, haciendo una suplencia. Después, no me pregunten cómo, me gané un lugar, porque yo creo que no tuve la conciencia de lo que significaba, no solamente hacer el programa, sino estar con la gente que estaba encerrada. Yo fui compañía de la gente, lo cual me llena de orgullo. Y lo veo en la calle y en el reconocimiento, y yo de la noche a la mañana estaba hablando con infectólogos y pensaba: “¿Por qué no estoy en mi casa tomando mate con mis hijos?”. Y de repente es algo que pude hacer, es como que fui andando en eso. Al principio con más timidez, aprendiendo mucho, y después diciendo: “Bueno, este caballo lo puedo cabalgar” y poniéndole mi impronta. El programa terminó llamándose Almorzando con Juana, es mi espacio, es más descontracturada la mesa. Y me siento superlibre y explorando todavía.
¿Y cómo te llevás con el rol de entrevistadora?
Juana: Creo que mi programa es más de charla, yo no lo veo tanto como inquisidor.
¡No sos como tu abuela preguntando!
Juana: ¡No!, hay videos emblemáticos de mi abuela haciendo preguntas. Y esa es su personalidad, su impronta y su sello. Ella es ella y yo soy yo.
Ámbar, viajaste a estudiar en Francia. ¿Cómo fue la experiencia?
Ámbar: Fue una experiencia enriquecedora, más allá de la dificultad, porque fui un par de meses y me volví porque no me gustó. Pero fue enriquecedora, porque es toda una experiencia irte a vivir sola, en un país nuevo. Igual, era muy chica, reconozco, así que ahora me volví, sentía que era muy grande para mí, hay mucha gente que se va a vivir a los 14 años sola, pero a mí me costó un montón. No fue para mí.
Y vos, Juana, ya estás con tu obra Juana, contame un poco de eso...
Juana: Es una obra originalmente de una compañía española. El director y creador de la obra se llama Chevi Muraday. Habla sobre las Juanas, no es que sea egocéntrica, que estoy haciendo una obra mía...
Ámbar: Todo lo contrario, es como una oda a todas las otras Juanas.
Juana: Es interesante la vida de las Juanas que van a estar en la obra, esto de poder ser mujeres a pesar de las épocas en que vivían, cuando la mujer muchas veces estaba anulada, censurada, sin posibilidad de aprender a leer, a escribir, a pelear, a nada. Juanas que se enamoraron de mujeres..., hay mucha historia. Pero habla de algo más existencial. Un recorrido mucho más profundo, y como siempre a mí me gusta o me tocan estas cosas que me llegan de la espacialidad, de la temporalidad, de si estamos acá y realmente todo está sucediendo acá en este estado, en este presente, o si estamos dentro de otro presente, algo que para mí es muy interesante, ¿no? Y el texto habla de eso, claramente. Es una experiencia nueva porque tiene mucha danza y una escenografía increíble.
Para despedirnos, me gustaría que se agradezcan algo cada una.
Ámbar: Lo básico, agradezco, lo más simple y lo más obvio, ¿no? El amor, la contención, el aprendizaje, la paciencia. Es una mamá leona.
¿Y vos, Juana?
Juana: Creo que Ámbar me enseña mucho a ser madre, a aceptar el error, no porque lo veo en ella, sino porque ella me lo hace ver a mí. Es una mujer con un alma muy antigua, tiene mucha sabiduría. Una gran maestra.
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Producción y estilismo de Natalia Señorales.
Maquilló y peinó Vicky López Saubidet.
Agradecemos a LET IT V Nordelta (@letitv.nordelta) por su colaboración en esta nota.
Euge Castagnino Editora de OHLALÁ!, guionista cinematográfica especializada en cultura, cine, teatro, televisión y otros medios audiovisuales y gráficos. Es fan de las palabras, las buenas historias y los libros.
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