Huelga de actores y guionistas de Hollywood: las claves para entender este conflicto histórico

Quizá quienes estamos involucrados con la industria del entretenimiento (en mi caso, como periodista) recordamos con facilidad uno de los últimos paros de guionistas que tuvo Hollywood. Fue en entre noviembre de 2007 y febrero de 2008, y se la conoció como la "huelga de los 100 días" debido a su duración. En esa oportunidad, los gremios de escritores de cine, televisión y radio norteamericanos (WGAE y WGAW) reclamaban mejores salarios pero -sobre todo- un mayor porcentaje en las ganancias en ventas de DVD y de contenido digital que, por esos años, estaba dando sus primeros pasos.

Fueron muchas las consecuencias de este paro: se calcula que la economía de Los Ángeles perdió entre 1500 y 2100 millones de dólares, la ceremonia de los Golden Globes de ese año fue boicoteada (los guionistas se negaron a escribir los discursos de los presentadores) y muchas series sufrieron demoras o acortes de temporadas (Lost, Breaking Bad, Heroes) y otras hasta una temprana cancelación. Antes de esta fecha, el sindicato de guionistas protagonizó protestas en 1981 (96 días), 1985 (14 días) y 1988 (154 días).

Y toda esta situación no es para nada ajena al sindicato de actores que también supo utilizar el paro de actividades como mecanismo de protesta: 1978 (52 días), 1980 (95 días), 1986 (1 día) y la famosa protesta de 1960 en donde -por primera vez- los dos sindicatos se unieron (al igual que en la de este año) para reclamar mejores condiciones laborales.

Si bien el corazón de esta protesta está en un pedido de aumento de sueldos, para tener una mejor comprensión de este conflicto hay que tener dos cosas en cuenta:

1. La primera tiene que ver con cómo la industria del entretenimiento cambió y lo que, años atrás era un negocio menor, hoy es la principal fuente de ingresos. Sí, estoy hablando de las plataformas de on demand. Es por esto que ambos sindicatos están reclamando mejores regalías (ellos los llaman, pagos residuales) de los servicios de streaming que pagan muchísimo peor que los canales de cable y, siguiendo información oficial, cuando una serie era un éxito, tanto actores como escritores recibían buenos pagos residuales regulares mientras que con las nuevas plataformas esto se terminó.

2. La segunda tiene que ver con el uso de inteligencia artificial y propiedad de la imagen. Tal cual vemos en el episodio Joan es horrible (primer capítulo de la sexta temporada de Black Mirror), lo que los estudios pretendían era que -al filmar un contrato- los actores cedieran por la eternidad su imagen y así ellos pudiesen recrearla mediante inteligencia artificial. Algo que también impacta de manera tremenda a los actores secundarios ya que los estudios buscaban escanearlos, pagarles por un día y utilizar para siempre las imágenes de ellos. Un debate que se viene dando desde hace ya varios años cuando algunos estudios decidieron recrear el rostro de actores fallecidos para el revival o remake de la película o serie que estaban produciendo (quizá, el caso que más resonó fue el de Disney con Star Wars).

Mientras que quizá es más fácil de comprender que los guionistas no están bien pagos y que su trabajo es la definición absoluta de la precariedad laboral, para muchos esto fue difícil de entender cuando analizaban el caso de los actores. La única explicación de esto es que estamos acostumbrados a escuchar las cifras millonarias que una estrella de primera línea cobra por película o por episodio de una serie, olvidándonos de que la industria del entretenimiento no existe solo de ese 5%: dobles de riesgo, actores extra, actores invitados o secundarios son también representados por ese sindicato y sus sueltos están muy alejados esos números con muchísimos ceros.

Creo que en ese sentido es clave tomar ejemplos como el de Kimiko Glenn, una de las actrices de Orange In The New Black que -de hecho, rankea entre las que más aparecen en la serie- y quien mostró cuánto cobra por esa ficción. En tono irónico, en su cuenta de TikTok mostró de cuánto son las regalías y la cifra sin dudas te deja sin palabras ya que solo recibe un poco más de 27 dólares al mes. Tengamos en cuenta que hablamos de una actriz protagonista, de una serie que fue y sigue siendo un éxito y que está dentro de una de las plataformas con más usuarios suscriptos del mercado. Pero fue aún más interesante cuando publicó un video en donde cuenta que durante la filmación de la serie los sueldos eran malísimos y que la mayoría del cast tuvo que mantener sus segundos trabajos (como meseros, bartenders, etc) o hasta perder plata y pagar el vuelo hasta la locación donde estaban filmando. Y este, como se podrán imaginar, es solo uno de los muchísimos casos que se empezaron a hacer públicos.

Si bien hay muchos rumores sobre las estrategias que los diferentes estudios están tomando frente al paro general de actores y guionistas, es Bob Iger -el CEO de Disney- quien está en el foco de la tormenta debido a algunas de sus declaraciones. Fue durante su participación en Squawk Box que comentó que, según él, los sindicatos de guionistas y actores que están en huelga en Hollywood no están siendo realistas con sus expectativas. Algo a lo que Fran Drescher respondió con muchísima velocidad al anunciar que un CEO cobra hasta 400 veces más que el empleado peor pago de su empresa y dejar la pregunta en el aire sobre si realmente sus responsabilidades son 400 veces más.

Más tarde Iger dijo: “Es muy perturbador para mí. Hemos hablado sobre las fuerzas disruptivas en este negocio y todos los desafíos que enfrentamos, la recuperación de COVID que está en curso. Este es el peor momento del mundo para aumentar esa interrupción”, y agregó: “Entiendo el deseo de cualquier organización laboral de trabajar en nombre de sus miembros para obtener la mayor compensación y recibir una compensación justa en función del valor que entregan. Logramos, como industria, negociar un muy buen trato con el gremio de directores que refleja el valor que los directores aportan a este gran negocio. Queríamos hacer lo mismo con los escritores y nos gustaría hacer lo mismo con los actores. Hay un nivel de expectativa que tienen, que simplemente no es realista. Y se están sumando al conjunto de desafíos que ya enfrenta este negocio que, francamente, es muy disruptivo”.