Mundial Qatar 2022: el choque de culturas entre mujeres de Oriente y Occidente
En esta columna desde el Mundial Qatar, Jose de Cabo nos trae una conversación con chicas musulmanas cubiertas con hiyab y mantos largos que le generó una reflexión sobre el choque de culturas.
29 de noviembre de 2022 • 10:43
Mundial Qatar 2022: lo que me impactó de las mujeres qataríes. - Créditos: Getty
Mundial Qatar 2022.- Las veo por todos lados. No están escondidas, ni en su casa, ni aisladas. Viajan en subte y van al shopping. Como vos, como yo. La diferencia (la visible, claro) es que las chicas musulmanas están cubiertas con hiyab y mantos largos y nosotras con la piel a la vista.
Me tocó sentarme al lado de dos mujeres religiosas en un restaurante. Ellas, intrigadísimas. Nosotros, también. Les preguntamos algunas cosas, sobre todo por el tema del atuendo. Nos respondieron que, para ellas, su cuerpo es un préstamo de Dios y que al morir tienen que devolverlo. Por eso lo cuidan y lo protegen de miradas ajenas. Nos explicaron que el cubrir los cuerpos de las mujeres tiene que ver con la protección de ellas y de las vidas futuras que ellas puedan engendrar. Que la belleza de la mujer es algo muy preciado y debe estar resguardada de miradas que no sean las de sus maridos o familiares cercanos.
Las chicas hablaban con convicción. Se notaba que no era un discurso armado sino algo que verdaderamente sentían. Según ellas, era el deseo de Dios que las cosas fueran así. Mientras las escuchaba pude comprenderlas, o por lo menos acercarme a su visión de mundo.
Cuando me levanté y salí a la calle y me saqué el abrigo (acá si no te abrigás en los lugares cerrados el aire acondicionado te congela), el sol acarició mis hombros de esa manera que lo hace cuando pasás del frío al calor, como diciendo: “hola, acá estoy, te abrazo”. Y entonces las volví a juzgar. ¿Cómo podía ser que creyeran en todo lo que me habían dicho? Si la belleza es algo tan preciado, ¿por qué ocultarla al mundo? ¿Para qué esa modestia excesiva?
Me di cuenta en ese momento, mientras el sol calentaba mis hombros desnudos, de que nunca voy a comprender realmente la situación de las mujeres en Medio Oriente. Básicamente porque no soy una de ellas. Crecí en un sistema de creencias radicalmente diferente y del que, obviamente, no puedo escapar a la hora de racionalizar o desenmarañar mis pensamientos. También me di cuenta de que mientras esté acá, mientras las vea todo el tiempo, no voy a poder evitar los juicios automáticos de mi mente y el subsiguiente análisis.
En realidad, lo que quiero decir es que estos días acá me acecha permanentemente este tema de las mujeres y las diferencias, de los dos bandos, ellas y nosotras y del privilegio de la libertad.
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