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Mujeres violentadas: se habla cuando se puede, reconoce la psicología

El doctor en psicología Flavio Calvo reflexiona sobre que cada vez más las mujeres se empoderan y hablan, en muchos casos, para denunciar violencias, maltratos u otras situaciones que antes se callaban. "Se habla cuando se puede; no siempre es fácil sacar ciertos eventos traumáticos a la luz", dice.


La importancia de hablar para sanar.

La importancia de hablar para sanar. - Créditos: Getty



Cada vez más las mujeres pueden empoderarse y hablar, y esto da la oportunidad a denunciar violencias, maltratos u otras situaciones que antes se callaban. De todas maneras, la realidad es que se habla cuando se puede; no siempre es fácil sacar ciertos eventos traumáticos a la luz.

La dificultad para hablar de un evento doloroso muchas veces está ligada a la complejidad de las emociones y las barreras sociales que todavía persisten. El miedo a no ser creídas, la vergüenza, y la culpa son solo algunos de los factores que pueden frenar a una mujer a la hora de contar su historia. Además, el sistema judicial y la opinión pública, en muchas ocasiones, no ayudan a la víctima, lo que agrava la situación y aumenta el silencio.

A pesar de esto, el movimiento de las mujeres que alzan su voz ha ganado una fuerza imparable en los últimos años. Las redes sociales y los medios de comunicación han proporcionado plataformas donde las mujeres pueden compartir sus experiencias, encontrar apoyo y generar conciencia. El caso del #MeToo (“yo también” o “a mi también”) es un claro ejemplo de cómo una ola de testimonios puede desafiar y transformar estructuras de poder arraigadas.

 

Hablar de un evento doloroso es un acto de valentía y de sanación. Ayuda a que la persona pueda liberar la carga emocional y, a muchas veces, encontrar apoyo y justicia. Sin embargo, este proceso también puede reabrir heridas y ser extremadamente desgastante, revictimizando muchas veces. Es esencial que la sociedad entienda y respete el tiempo y el espacio que cada mujer necesita para poder hablar.

El rol de los profesionales de la salud mental y de las redes de apoyo es crucial en este contexto. Acompañar, escuchar sin juzgar y validar las experiencias son pilares fundamentales para que las mujeres se sientan seguras al compartir sus historias. La terapia y los grupos de apoyo pueden ser espacios seguros donde las mujeres puedan procesar sus traumas y encontrar un camino hacia la recuperación.

En Argentina, hubo avances importantes, pero aún queda mucho por hacer. La educación y la sensibilización en todos los niveles de la sociedad son indispensables para erradicar la violencia de género y para que las mujeres puedan hablar sin miedo.

 

Cuando las mujeres hablan están reclamando su lugar, su dignidad y su derecho a una vida libre de violencia. Cada testimonio es un paso hacia una sociedad más justa e igualitaria. Es un recordatorio de que debemos seguir luchando por un mundo donde todas las voces sean escuchadas y respetadas. Los testimonios tienen un espacio que trasciende las generaciones. 

Cuando una mujer se atreve a hablar no solo está sanando sus propias heridas, sino que también está creando una vida más sana y de mejor calidad para las futuras generaciones. Las demás mujeres jóvenes observan y aprenden que el silencio no es la única opción, y que sus voces importan.

La respuesta de la sociedad a estos testimonios es trascendental, los medios de comunicación tienen la responsabilidad de tratar estas historias con el respeto y la seriedad que merecen. Quienes hacen una cobertura sensacionalista o la revictimización de las denunciantes solo perpetúan el ciclo de violencia y desconfianza. Es importante, entonces, que, como se viene haciendo, se informe de manera ética, poniendo en primer plano la dignidad y el bienestar de las víctimas.

 

Hablar  no es el único camino hacia la sanación. Algunas mujeres pueden encontrar otras formas de lidiar con su dolor, como a través del arte, la escritura o el activismo. Cada historia y cada camino hacia la recuperación es único, y todos merecen ser respetados y apoyados. Lo esencial es que cada mujer encuentre su propia voz y su propio método para superar el trauma, en un entorno que le brinde seguridad y apoyo.

Cuando las mujeres hablan, están reclamando su lugar, su dignidad y su derecho a una vida libre de violencia. Cada testimonio es un paso hacia una sociedad más justa e igualitaria. Es un recordatorio de que debemos seguir luchando por un mundo donde todas las voces sean escuchadas y respetadas.

Expresarse es un acto poderoso y transformador. Cada vez que una mujer comparte su historia se abre la posibilidad de cambiar su vida y la de muchas otras. Escuchar y apoyar a estas mujeres es nuestra responsabilidad colectiva para construir una sociedad más inclusiva y equitativa.
 

Por Flavio Calvo (MN: 66869), Dr. en psicología, docente, tallerista y autor. Ig: @calvoflavio  

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