5 ideas para reformar tu cocina con poca plata y mucho ingenio

Cuando la dueña de este departamento se acercó a María Paula Timpani, fundadora de Casa María Paula, tenía claro que quería transformar la cocina en un espacio cálido y agradable, pero sin entrar en obras, ya que era inquilina. Este es un requisito recurrente entre quienes alquilan y no quieren invertir mucho dinero ni tiempo.

 

Una decisión clave para lograrlo fue reemplazar las alacenas por un estante de madera. Cambiar los muebles de la cocina significaba una inversión que no podían afrontar, así que la solución fue remover las alacenas, agregar un zócalo a los muebles bajomesada, pintarlos de verde y galvanizar los tiradores en bronce.

En San Javier, el constructor José Javier Ramognino decidió volver a las raíces y utilizó materiales tradicionales como paredes de adobe y piedra, techos de caña y tirantes de álamo para construir "Aguada de los pájaros", su refugio en el corazón de las sierras altas.

 

Para las mesadas, optaron por cemento y muebles con tapas de chapa de hierro decoradas con motivos de peces, dibujados por Paula, su esposa.

Los pisos de ladrillos, techos de caña y mesas antiguas de roble marcan la identidad de una cocina austera y cálida.

Para su casa familiar, el arquitecto Felipe de Ocampo diseñó un gran espacio sin divisiones, donde los ambientes se integran visual y espacialmente con los mismos materiales. Con su proyecto, Felipe quiso probar la eficacia de materiales de bajo costo en su estado más puro, casi en crudo.

Una de las apuestas más fuertes fue hacer los muebles (bajomesada, alacenas y estanterías) en fenólico multilaminado de saligna tratado con aceite de lino. Los cantos de las puertas biselados y las hendiduras suman un detalle clave de diseño.

El sector destinado a la cocina tiene una superficie de 12 m² y la mesada que marca el límite con el comedor formal; el living es de cemento alisado.

Todo comenzó cuando Andrea Scarabotti encontró un juego de aberturas de demolición provenientes de una misma casa. Lo que había imaginado durante tanto tiempo, de pronto pareció posible. Aunque vive en Tres Arroyos, hace años que soñaba con construir una casita de verano en Claromecó, y finalmente lo logró utilizando chapa, cemento y materiales de demolición

Si no se presta atención al microondas, la pava y el horno eléctrico que tiene agrupados, la cocina da la sensación de ser una de esas cocinas de antes.

Sin grandes inversiones, los muebles y bajomesadas son de cemento alisado, al igual que los pisos. Las mayólicas son una maravilla, parecían hechas para rodear la cocina rosa viejo. Una vez más, Andrea fue de atrás para adelante: no buscó una cantidad específica, sino que con las que encontró, armó el diseño.

Cuando le propuso a su marido hacer un ranchito de chapa para los veranos en Claromecó, él se imaginó un galpón frío y desangelado. Sin embargo, después de un viaje a Villa la Angostura, coincidieron en revestir los interiores con machimbre de pino, lo que le dio un toque cálido y acogedor a su refugio veraniego.

La premisa fue reflejar en la casa la filosofía de una vida más austera y simple. El estudio More Design fue el responsable de la reforma de una antigua casa isleña.

A pesar de contar con un presupuesto holgado, los arquitectos propusieron una cocina austera alineada con el estilo de la casa. Con bordes redondeados, todos los muebles de la cocina fueron hechos en obra y terminados a la cal, incluyendo la campana, el elemento que completa este espacio rústico y acogedor.