Este año ganó su primer Globo de Oro. Fue a los 24 y gracias al papel que interpretó como Beth Harmon, la huérfana prodigio del ajedrez que supo enamorar a la crítica y al público en la serie
Queen’s Gambit (
Gambito de dama). La historia, que fue vista a finales de 2020 por
62 millones de hogares según
Netflix, cuenta las aventuras y desventuras de una joven que anhela convertirse en la mejor jugadora de ajedrez del mundo mientras lucha contra sus demonios personales y su adicción a las drogas y el alcohol.
Anya Taylor-Joy nació en Miami, Estados Unidos, pero de muy pequeña se mudó con sus padres a Argentina, donde vivió hasta los 6 años. Es hija de padre argentino con raíces escocesas y de una madre nacida en Zambia cuyos ancestros son ingleses y españoles. Segura de lo que quería, Taylor-Joy se negó a hablar inglés hasta los 10, porque deseaba volver a Argentina: “Y entonces, querer ser actriz fue para mí lo mismo que el ajedrez para Beth Harmon, una manera de encontrar mi sitio en el mundo”. En esta nota te contamos 5 curiosidad que, probablemente, no conocías sobre su vida íntima.
Ama a la autora Olivia Laing. Anya Taylor-Joy no la había leído hasta dar con su libro Funny Weather: Art in an Emergency (Clima divertido: arte en emergencia). Se trata de una serie de ensayos sobre cómo diferentes artistas han comunicado sus traumas. Dice Anya que este libro la llenó de esperanza sobre el lugar que ocupa el arte para hacer que las personas se sientan menos solas. Suele leer mucho sobre feminismo también, pero la deja llena de rabia sobre el patriarcado. Aunque le encante estar informada y conocer sobre esos temas, en estos últimos tiempos prefirió otro tipo de lectura.
Lo descubrió mientras filmaba la miniserie Gambito de Dama. Daniel Parker, su maquillador, le inculcó el amor por el hamamelis. Previo a la sesión de maquillaje todos los días le preparaba la piel con este ingrediente que, según opina Anya.
Hasta hace dos años, nunca se había armando una rutina de limpieza ni cuidado de la piel hasta que entendió que su rostro es su herramienta de trabajo. Su gran fuente de inspiración para dar el primer paso fue Si tuviera tu rostro, de Frances Cha. Aunque es un libro de ficción, confiesa que aprendió todo lo que sabe hoy, especialmente lo que tiene que ver con las rutinas de cuidado coreanas y la importancia de las esencias para la piel. Difíciles de definir -ya que cada marca tiene un significado diferente para lo que es una esencia- pueden presentarse como un tónico, una bruma facial o un suero ligero. Más allá de la jerga del marketing, una esencia tiene beneficios similares a los de un suero, es decir, tiene un peso molecular más bajo que un humectante y, por lo tanto, penetra la piel más profundamente. Taylor Joy confiesa que su formato preferido para aplicar la esencia viene de la mano de los tónicos y que elige los que tienen agua de rosas y hamamelis. “Ha sido transformador para mi piel”, asegura.
Beth olía a mucha pimienta negra, sándalo y vodka. Incluso Anya confiesa que a veces se ponía un poquito de vodka en la muñeca cuando su personaje estaba teniendo un mal día.
El primer encierro lo pasó en Londres y fue allí donde descubrió los beneficios de las largas caminatas. Una de las más largas fue de 8 o 9 horas. Anya había olvidado cómo caminaba a todas partes cuando era niña y cuánto amaba eso. Para ella hay algo en el ritmo constante de caminar en el que a nuestro cerebro le resulta más fácil resolver problemas y comprender cómo nos sentimos respecto de algunas cosas.
Por sus compromisos laborales Anya vivió en habitaciones de hoteles durante los últimos seis años. Como ama darle su toque a las cosas y hacerlas acogedoras siempre, pone bufandas sobre todas las lámparas de su habitación para que la acompañe una paleta de colores que le guste. También siempre lleva velas con ella y se asegura de tener medias y pijamas cómodos y abrigados para sentirse como en casa.