Estreno: She's gotta have it, el nuevo manifiesto feminista

Si miramos para atrás y pensamos en todas las producciones que estrenaron durante este año, es sorprendente la gran cantidad de historias con mujeres protagonistas que tuvimos la suerte de poder disfrutar. Pero es aún más interesante cuando empezamos a ver que ya no se trata solo de series que tienen personajes principales femeninos sino también que la ficción empezó a dar lugar a numerosas problemáticas y a la mirada de la mujer sobre el mundo, así como que las construcciones clásicas se corrieran y permitieran una mayor diversidad en el tipo de mujer que se muestra.

Ya en diciembre era fácil pensar que nada nos podía sorprender pero, el pasado 23 de noviembre Netflix estrenó She's Gotta Have it , la serie que revivió el clásico de Spike Lee de 1986 y que no solo contiene un mensaje muy poderoso sino también abre el debate sobre un montón de situaciones que, hombres y mujeres, pueden haber naturalizado.

Definida como un dramedy, esta historia se centra en Nola Darling (DeWanda Wise). Una mujer de 27 años que vive en Brooklyn y lucha por poder vivir de sus pinturas, así como descubrir cuál es el mensaje que desea dar con ellas. En primera persona es Nola quien nos va a ir planteando distintas situaciones y presentando eventos importantes de su vida para que, junto a ella, los vivamos y pongamos en cuestión muchos hechos que naturalizamos.

Atravesando ejes como el del mundo laboral, la amistad y sus relaciones amorosas, la historia desarrolla con mucha profundidad el hecho que Nola tiene tres (o cuatro) relaciones abiertas con hombres y mujeres completamente diferentes entre sí.

Mientras que cada episodio va a explorar una temática en particular, hay algunas que parecen atravesar la temporada completa: los prejuicios sobre la sexualidad de la mujer, la construcción del cuerpo y el respeto hacia el otro, la amistad entre mujeres y qué significa ser feliz o sentirse realizado Y, con un trabajo realmente genial sobre los elementos musicales, la serie sabe muy bien llevarte a recorrer una historia con la cual es muy fácil sentirse identificada pero también permitirte reír con situaciones un tanto delirantes.

Todos los episodios tienen una estructura bastante similar. De 30 minutos de duración, inician y terminan con un monólogo frente a cámara que busca plantear y dar una conclusión sobre el eje central del capítulo. Creando un ambiente de completa intimidad, esos son los únicos momentos en que los protagonistas miran a cámara y apelan a su público, continuando con una narratividad clásica que solo se ve interrumpida con la tapa de los discos de la música que suena en cada situación.