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Ruth Mary Kelly, la primera prostituta feminista de Argentina

Luchó por los derechos de las trabajadoras sexuales. Sufrió abusos, cárcel, internaciones. Fue una rebelde “tortillera” –como ella se nombraba– en los años 70. Qué camino abrió y lo que queda pendiente.


Ruth Mary Kelly, la primera prostituta argentina.

Ruth Mary Kelly, la primera prostituta argentina.



Ruth Mary Kelly tenía cerca de 50 años cuando se presentó en la redacción del diario La Opinión –era julio de 1971- y pidió hablar con el periodista Julio Ardiles Gray. “Yo soy prostituta y puedo darle mucho material para sus historias de vida”, le dijo. Más de 16 horas de conversación después, que concretaron en varias sesiones, se convirtieron en un libro: Memorial de los infiernos, que se publicó en 1972 y que hoy reeditó La flor azul.

Ruth Mary fue una prostituta defensora de los derechos de las mujeres, una feminista. Descendiente de una familia irlandesa, apremiada por las dificultades económicas, a mediados de los 40 se inició como prostituta y fue una de las primeras luchadoras por los derechos laborales de las trabajadoras sexuales en la Argentina. Su pelea gremial en el país fue solitaria: ejercía la prostitución en el puerto de Buenos Aires cuando argumentaba en favor de la prostitución como un trabajo y de la necesidad de contar con jubilación, cobertura social y derechos laborales (algo que aún hoy se reclama.

En la década del 70, ya con su libro impreso, se acercó a la Unión Feminista Argentina (UFA), al Movimiento de Liberación Femenina (MLF) y conoció el Frente de Liberación Homosexual (FLH), ya que si bien se casó con un hombre cuando era muy joven, luego se definió como “tortillera”. Ella bregaba por conformar un gremio de prostitutas, pero esta demanda no encontraba eco en el movimiento feminista local de la época, para quienes la prostitución representaba la máxima explotación de una mujer, la reducción a objeto sexual. Ruth, en cambio, rescataba la dimensión laboral –como un trabajo más en donde se pone el cuerpo– y denunciaba las consecuencias del comercio sexual clandestino que exponía a las prostitutas a la violencia y al desamparo.

Cuando habla del “infierno” no se refiere a su actividad como trabajadora sexual, sino a los maltratos que vivió en las instituciones por las que transitó. Ruth Mary sufrió abusos en su casa, en la escuela. La violentaron en los internados en los que estuvo, en hospitales psiquiátricos, en las comisarías a las que iba a parar muchas veces porque, con los edictos policiales vigentes, la detenían bajo la figura de “escándalo”.

Cuenta la investigadora Deborah Daich, que escribió un libro sobre Ruth Mary –Tras las huellas de Ruth Mary Kelly, feminismos y prostitución en la Buenos Aires del siglo XX- y el prólogo de la reedición de Memorial de los infiernos, que quienes la conocieron recuerdan que ella se presentaba: “Mucho gusto, Ruth Mary, prostituta” y hasta tenía tarjetas personales que así lo confirmaban. Revela, también, que con su libro recién impreso se presentaba en los bares notables de Buenos Aires para venderlo y como pretexto para conversar con artistas, escritores, feministas, militantes de derechos humanos con quienes discutía sobre los derechos laborales de las prostitutas.

“Una pionera, una sobreviviente, una víctima, una luchadora”, la define el editor de La flor azul, Pablo Franco, cuando habla con OHLALÁ! “Su historia es muy fuerte y sirve para entender los orígenes del movimiento feminista y, de algún modo, una parte de la historia argentina”. 

Una aventurera, una mujer libre. “Los barcos me fascinan. Cuando subo a uno de ellos me siento libre, me parece que pronto va a soltar amarras, que me va a llevar lejos”, dice Ruth Mary, esta prostituta portuaria, en un tramo de Memorial de los infiernos.

Portada del libro Memorial de los infiernos, de Julio Ardiles Gray

Portada del libro Memorial de los infiernos, de Julio Ardiles Gray - Créditos: Gentileza Editorial La flor azul

- ¿Por qué te dedicaste a investigar la vida de Ruth Mary?, le preguntamos a Deborah Daich

- En realidad, no trabajé la vida privada de Ruth, sino que me interesó seguir su recorrido público. Desde los años setenta, Ruth Mary Kelly, que ejercía su oficio en el Puerto de Buenos Aires, defendió públicamente los derechos laborales de las prostitutas y fue ampliamente conocida en distintos círculos. Ella rondaba los espacios feministas, como la Unión Feminista Argentina (UFA) y el Movimiento de Liberación Femenina (MLF), se relacionaba con el Frente de Liberación Homosexual de Perlongher y el Grupo de Política Sexual, estaba presente en las marchas y manifestaciones de los organismos de derechos humanos; también tenía vínculos en los espacios punks –en particular a partir de la lucha contra los edictos policiales- y en tantos otros más. Es decir que, para determinado “ambiente” fue muy conocida, pero, sin embargo, en pleno siglo XXI su legado aparecía invisibilizado.

Me pareció importante entonces recuperar las elaboraciones de una pionera en la lucha por los derechos laborales de las trabajadoras del sexo en la Argentina, ya que hace también a nuestras genealogías feministas y a los antecedentes del movimiento local de trabajadoras del sexo.

Si bien es en el inicio de la década del 90 cuando se conforman buena parte de las organizaciones de trabajadoras sexuales en Latinoamérica, muchos países contaban ya con antecedentes locales. Aquí, fue justamente Ruth Mary Kelly quien llevó adelante uno de esos primeros intentos de agrupar a las prostitutas en un sindicato y de disputar el discurso feminista abolicionista respecto de la prostitución. Así, investigar sobre el derrotero de Ruth fue también investigar sobre las discusiones feministas de su época y sobre las posibilidades de escucha para con Ruth.

- ¿Considerás que era una mujer feminista, progresista en términos de género y diversidad para su época?

- Sin dudas. Ruth supo ser un personaje único, una mujer díscola y rebelde. Ella se nombraba a sí misma como “feminista independiente”, intentaba reflexionar sobre lo que consideraba una “sociedad pacata” y sobre sus propias experiencias y trayectoria de vida. De aquí su denuncia constante acerca de la violencia institucional y también sus ideas sobre la importancia de tener derechos reconocidos, para ella y para sus compañeras.

En los tempranos años setentas Ruth también departía con algunos integrantes del Frente de Liberación Homosexual (FLH) y se le adjudica haber participado de Safo, un subgrupo del Frente conformado por lesbianas. Hay que recordar que, en esa época, el feminismo porteño no politizaba el lesbianismo, con lo cual era también muy valiente Ruth al reivindicarse “tortillera”. Como en su momento me contaron, ella no se decía gay ni lesbiana, se reapropiaba de la palabra tortillera, del mismo modo que se había apropiado del término “prostituta”. Ella hacía suyos los apelativos acostumbrados a estigmatizarnos, a dividirnos y disciplinarnos, los tomaba y los devolvía como dardos desestabilizadores de las narrativas dominantes: feminista, prostituta y tortillera.

- ¿Se puede decir que fue la primera prostituta que entendió la necesidad de agremiarse para tener derechos?

- Probablemente sea la primera, en nuestro país, en reclamar a viva voz la necesidad de un gremio propio. La particularidad de su propuesta consiste en que, tan temprano como en los años 1971 y 1972, ya estaba pensando en las prostitutas principalmente como parte de la clase trabajadora. Ruth señalaba, en ese entonces, cuestiones absolutamente actuales y que hacen a la precariedad laboral estructural del capitalismo; la que ofrece a las mujeres pobres escasas posibilidades de inserción en el mercado laboral y, generalmente, precarias y mal remuneradas.

Se presentaba como “mucho gusto, Ruth Mary, prostituta”, además, tenía tarjetas personales, con letra de molde, que así lo confirmaban. A fines de la dictadura, en cambio, comenzó a nombrarse como “trabajadora del sexo”. El término “trabajo sexual” fue acuñado por la prostituta feminista Carol Leigh, en 1978 y quizás Ruth supo de ello (no nos olvidemos que sabía inglés y que del puerto obtenía las más diversas mercancías, entre ellas, revistas), quizás también conocía las experiencias de las primeras organizaciones de trabajadoras sexuales, como COYOTE en San Francisco de 1973, por ejemplo. Pero, en todo caso, estas otras experiencias habrían venido a nutrir las ideas que ya estaban en esta mujer singular y que hablan de la apreciación del contexto local; porque como señalé, Ruth pensaba muy tempranamente en las prostitutas principalmente como parte de la clase trabajadora y a la prostitución como un trabajo complejo, pero honrado.

¿Qué dice la ley sobre la prostitución en Argentina? La prostitución en Argentina no es un delito si se realiza de forma voluntaria. Pero no es reconocida como empleo ni permite derechos laborales. Las trabajadoras sexuales siguen exigiendo una ley, la protección que Ruth Mary pedía hace 80 años. Es una de las luchas de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar) que lidera Georgina Orellano.

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