"Con mi pareja discutimos por Whatsapp": razones para desactivar la pelea a través del celular
¿Pasa algo parecido en tu pareja? ¿Por qué intentar resolver peleas por el celu nos lleva al fin del diálogo y al conflicto permanente? Si sos del team discutidora digital, esta nota es para vos.
26 de noviembre de 2022
peleamos-por-whatsapp.jpg - Créditos: Getty Images
Te amo. Te odio. Te bloqueo. Te amo otra vez. Las parejas hoy tienen un desafío: estar a la altura y conocer las limitaciones del espacio virtual. La charla por WhatsApp tiene muchos beneficios: es un espacio para dividirse tareas diarias rápidamente, para dar avisos como “llego a las ocho” y para recordatorios. Te permite usos como armar un grupo entre los dos que funcione como agenda de tus hijos y compartís momentos familiares del día que en otra época quedaban como un posible relato nocturno si el cansancio lo permitía.
Lo cierto es que la discusión por WhatsApp, en algún punto, también lo simplifica todo, porque podés estar trabajando y discutiendo a la vez, o yendo a la plaza con tus hijos mientras le hacés saber a tu pareja algo que te jodió de ayer; te habilita incluso a ponerle los puntos al otro mientras hacés ejercicio. Si te quedaste con algo atragantado, lo decís, aunque hayan pasado unas horas, y si te tropezaste con una zapatilla tirada en el pasillo, le podés mandar una foto para hacérselo saber. Hacer dos cosas a la vez hoy es un bien preciado, porque lo que escasea es el tiempo. Pero resulta que este hábito es casi una fantasía de interacción, un montaje de diálogo de pareja que, en realidad, solo habilita un descargo personal. Horas y horas en ese laberinto de enojo, que solo se desenrosca cuando llega la charla en persona. ¿Te preguntaste cuán dañino puede ser para tu vínculo estar hablándole o escribiéndole a una pantalla frenéticamente en lugar de mirarse a los ojos?
¿POR QUÉ DISCUTIMOS ASÍ?
Lo primero a replantearse es si el ahorro de tiempo es el único motivo por el que discutimos por WhatsApp. Porque son varios los estímulos que llevan a la disputa virtual:
1
“Duele menos por WhatsApp”. El chat tiene esa falsa liviandad creada por la ausencia de contacto, ya que no ves cómo se le va transformando la cara al otro ni te puede interrumpir, porque mientras mandás un audio o escribís, no podés estar atenta a lo que manifiesta tu pareja. Pero lo dicho, dicho está, e incluso se puede repasar después.
2
“Es gratis”. Los seres humanos solemos ser más cuidadosos con lo que nos cuesta que con lo que nos cae del cielo. La fluidez que le damos, la pausa que nos tomamos para decir lo que estamos pensando, la reflexión previa... Nada existe una vez que comenzó la guerra por WhatsApp. Así como esta app es gratis, las charlas que tenemos también. Si te cobraran por palabra, ¿dirías lo mismo? ¿O lo dejarías macerar para darte tiempo a conectar con lo que sentís antes de que salgan las palabras? Nada es gratis cuando se trata de un vínculo.
3
“Es lo mismo decirlo en persona que por WhatsApp”. La comunicación no verbal es lo que el cuerpo expresa, más allá de lo que decís. En una discusión de pareja, el cara a cara te da la posibilidad de saber si el otro te sostiene la mirada, si está mirando el celular cuando te está hablando, si se sienta muy distante en el sillón, si está moviendo la pierna todo el tiempo, etc. Alguien te puede decir: “Qué alegría verte”, y tener los brazos cruzados: eso dice mucho. Cuando estás en persona con alguien, podés ver si lo que dice coincide con lo que siente, en cambio, por WhatsApp no. Pero además, lo obvio: cuando escribís, si te salteás una coma, un punto o un signo de exclamación, puede leerse otra cosa, entonces es más factible que el otro te entienda mal. También está el tono que le ponés y el que le asigna el que recibe mientras lee el mensaje en un contexto distinto y en su mood del momento.
¿DÓNDE ESTÁN LOS RIESGOS?
Es cierto que WhatsApp te permite decir cosas que en el face to face cuestan, ya sea por vergüenza, por incomodidad o por hacerle pasar un mal momento al otro. Siempre puede ser una tentación volver a decir algo por mensaje o por audio, o sumar lo que no se dijo. Pero atenti con dos riesgos:
Cuando lo usamos solo para descargar: “te digo algo y te bloqueo. Espero que te encuentres con mis palabras, pero tu respuesta no me llega”. Como vía virtual de comunicarse, alimenta el desencuentro y la descarga, el “listo, lo dije”; y no estamos ahí para ver qué hace el otro con lo que le decimos.
Cuando hay una suposición de respuesta: el mensaje de WhatsApp le plantea al otro una urgencia, entonces “te digo esto y si no me respondiste, supongo una respuesta con ese silencio”. Se imagina una intencionalidad en el otro, lo cual, en el marco comunicacional, es bastante peligroso.
6 CLAVES PARA DESACTIVAR LA PELEA
Si se convierte en una guerra solo por decir y tener la última palabra, la conversación está siendo tóxica y es momento de desactivarla. Acá van seis claves para lograrlo:
1
Cuando las palabras duelen, no echen más leña al fuego. Si alguno se va de boca, está bueno que el otro no la siga y que, en cambio, se pueda regular hacia abajo.
2
Proponé “no hablemos por esta vía”. Hacele ver a la otra persona que pueden herirse. Otra opción es mandar el chat a Archivados por unas horas.
3
Aprendé a frenar la pelea antes de que termine en “te bloqueo”. El bloqueo sería equivalente a un portazo o un “no te quiero ver más” de la realidad.
4
No ataques a la persona, sino sus acciones. Y nunca critiques a su familia (es típico en una pelea -real o virtual-decir cosas como “sos igual a tu mamá” o “en tu familia están todos locos”, y más aún por chat).
5
Cierren el WhatsApp y encuéntrense. En un café, un restaurante o una plaza; frente a la gente uno se controla porque la mirada del otro funciona como regulador.
6
Ojo con la escalada sin fin. Muchas veces, ante el bloqueo en WhatsApp, se pasa a escribir por otras redes como Instagram o por Facebook, buscando dónde colar el mensaje sin pensar en si el otro lo puede escuchar.
“WhatsApp es el antidiálogo”
Por Luciano Lutereau. Psicoanalista, doctor en Filosofía y doctor en Psicología.
@lucianolutereau.
La pelea por WhatsApp no es una continuación del diálogo de la pareja, por el contrario, lo debilita y obstaculiza, incluso a veces lo termina reemplazando. En el contexto de una terapia de pareja, es frecuente contraindicar la pelea por WhatsApp. A veces los analistas hasta proponen bloquearse mutuamente en la app y comunicarse por mensaje de texto solo para cuestiones operativas. La idea es volver a armar un espacio para conversar planificado, mientras se va debilitando el uso compulsivo de WhatsApp. En una pareja, este tipo de comunicación funciona exclusivamente como una forma de hacerle saber al otro algo que no va a entender y que (para uno) es una descarga.
La conversación por WhatsApp es un monólogo que no hace más que reforzar las conductas de quien habla. Es todo lo contrario a “¿por qué hablamos?”, ya que la finalidad de hablar es suponer lo menos posible. Esto tiene que ver con cuestiones propias de la cultura de la inmediatez (es más inmediato discutir por WhatsApp), pero también hay mucho de un uso de esa inmediatez con fines de confirmar versiones que nos hacemos del otro. Creo que la tecnología principalmente colabora en ese punto: uno siempre puede suponer, y esto ocurre en distintos niveles tecnológicos, donde (con poquísima información) concluimos precipitadamente por qué el otro hizo lo que hizo, qué pensó y qué quiso decir, y eso es el antidiálogo. Dialogar no es poder hablar por el otro; es poder pensar con el otro.
Expertos consultados
Luciano Lutereau
Psicoanalista, doctor en Filosofía y doctor en Psicología.
@lucianolutereau.
Paola Broll
Psicóloga, especialista en vínculos e inteligencia emocional.
@pao_mipsicologa.