4 neurotransmisores para potenciar la felicidad: cómo usarlos a nuestro favor en tiempos inciertos

Dopamina: está relacionada con la experiencia del placer y la recompensa. Las acciones vitales para nuestra supervivencia generan dopamina y nos orientan a la acción de metas vinculadas a nuestros deseos.

¿Qué nos ayuda a estimularla?

El dormir 7-8 horas, trazar metas ilusionantes, el movimiento, celebrar logros y el fluir en actividades que nos gusten.

Serotonina: regula el estado anímico  y el control de la ingesta de alimentos, el sueño y el nivel de activación, y la regulación del dolor. 

¿Qué nos ayuda a estimularla?

La alimentación saludable, el contacto con la naturaleza,  la exposición a luz solar, la práctica de la gratitud, el altruismo y evocar situaciones en donde tuvimos bienestar y momentos de alegría. 

Oxitocina: es la hormona del pegamento social que promueve el sentimiento de pertenencia. Los seres humanos nos agrupamos, nos cuidamos, nos divertimos juntos y nos defendemos gracias a la oxitocina. Se la llama la hormona del amor, de la empatía y hasta del bienestar. Se libera en los vínculos sociales y en el contacto con los demás. Nos ayuda a reducir en gran medida el estrés, ya que la oxitocina corta en gran medida al cortisol. 

¿Qué nos ayuda a estimularla?

Dar abrazos, practicar la generosidad, el contacto con mascotas, la meditación, entre otras cosas. 

Endorfinas: son consideradas los analgésicos naturales y nos ayudan a reducir el dolor, el estrés y el miedo.

¿Qué nos ayuda a estimularla?

Hacer ejercicio físico, bailar, escuchar música, cantar y reír.

¿Te diste que después de salir a correr o practicar ejercicio físico te sentís mejor, más animado y enérgico?

Tanto la dopamina, como la serotonina, la oxitocina y las endorfinas son reconocidas como el cuarteto que impulsa nuestro bienestar y felicidad en gran medida. Loretta Breuning, investigadora y autora del libro Los hábitos para un cerebro feliz, explica cómo cuando nuestro cerebro emite uno de estos químicos cerebrales automáticamente nos empezamos a sentir mejor.

No nos tenemos que olvidar que existen otros neurotransmisores como el glutamato, que es fundamental para el aprendizaje y la plasticidad de nuestro cerebro, gaba que impacta notoriamente en procesos motores y cognitivos y la acetilcolina fundamental en los procesos de atención, memoria y sueño rem, entre otros. 

Cuando estamos de buen ánimo somos personas más expresivas, comprensivas, con mayor tolerancia, más valientes, tenemos más flexibilidad, somos más generosas y tenemos mayor autoconfianza. Nos sentimos con más energía, vitalidad, ganas de vivir y de compartir. Por lo tanto tenemos menos malos entendidos, escuchamos y tratamos a los demás con mayor calidad humana, ya que es más posible conectar con empatía. 

Por lo tanto la motivación y el estado anímico impactan notablemente en la generación de emociones, en cómo percibimos lo que sucede y en nuestro diálogo interno. Esto nos recuerda a eso que de que no vemos las cosas como son sino como somos.

Si cuidamos nuestro ánimo y niveles de energía y de motivación, estaremos impactando en nuestra salud y bienestar integral. 

La gimnasia emocional es fundamental ya que sabemos que la confianza en nosotros mismos, el entusiasmo, el optimismo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones ejecutivas del cerebro, donde se inventa nuestro futuro, donde se toman las decisiones, donde se resuelven los problemas y donde se crean nuevas posibilidades.

Y fundamental en estos tiempos inciertos y donde notamos mucho el cansancio, poner foco en lo que podemos controlar, cultivar y entrenar buenos hábitos y avanzar paso a paso.

Como entrenadora emocional me gusta decir que la nueva revolución es cuidarse: entrenemos físicamente nuestro cerebro y cuerpo en positivo, rodeémonos de círculos de empatía y hagamos uso de nuestra química natural. Nos necesitamos.