Sigmund Freud: las mejores frases del padre del psicoanálisis sobre el amor

"El que ama, se hace humilde. Aquellos que aman, por decirlo de alguna manera, renuncian a una parte de su narcisismo". 

Cuando uno ama, debe necesariamente correrse un poco de su yo, y de esa manera bajar su omnipotencia o soberbia, es decir, dejar de lado algo de su ego para hacerle lugar (en su corazón, su mente, su cuerpo, sus tiempos y espacios de su vida) a esa persona amada. Toda elección implica, por estructura, una renuncia, una pérdida: si uno elige algo o alguien, deja por fuera otra cosa o persona.  

“Nunca estamos tan indefensos contra el sufrimiento como cuando amamos”. 

Aquí habla de la vulnerabilidad que se siente porque uno queda expuesto al amar a otra persona. Afloran miedos e inseguridades en ese vínculo, sobre todo fantasmas alrededor de que eso tan lindo que se está vivenciando pueda terminarse. Los temores emergen cuando se rompe esa ilusión de que el otro vino a completarte, curarte o salvarte. Por otra parte, muchas veces en el sufrimiento se halla una gratificación. 

“Qué audaz se vuelve uno cuando está seguro de que es amado”. 

En contrapartida con la frase precedente, esta refiere a que cuando uno se siente amado por otra persona, el otro o ese hecho le imprime coraje, le da fuerza para, por ejemplo, emprender un proyecto nuevo o un desafío; quien te ama te dota de valor y energía positiva con su apoyo, compañerismo, confianza, ayuda, sostén, contención y afecto. Sentir seguridad con la otra persona es estar más cerca de las certezas que de las dudas. Cuestiones cariñosas que mejoran la autoestima del ser amado. 

“Un comportamiento del ser humano en materia sexual es a menudo un prototipo del conjunto de sus otros modos de reacción en la vida”. 

Esta hipótesis de Freud refiere a que una persona suele desenvolverse en la cama como lo hace en otros ámbitos de su cotidianidad. Por ejemplo, una persona se comportaría egoístamente tanto con sus parejas sexuales al momento de sus placeres como con sus vínculos en general. 

Alguien sano es “cualquier persona capaz de amar y trabajar”. 

Freud subraya la importancia del trabajo para cualquier humano, y eso coincide con la frase popularmente conocida “el trabajo dignifica”. Respecto a lo que sugiere de la capacidad de amar coincide con las partes explicativas de sus frases sobre el amor. Es común escuchar que, cuando una persona pierde su trabajo o se separa lo vive mal, sobre todo, si no fue ella quien decidió que esa relación culmine. En cualquiera de esos casos, habrá que transcurrir un proceso de duelo, que muchas veces está acompañado de estrés, angustia, ansiedad y distintos síntomas. 

"La ciencia moderna aún no ha producido un medicamento tranquilizador tan eficaz como lo son unas pocas palabras bondadosas". 

Las palabras amorosas brindan paz a quien esté sufriendo. A la inversa, una palabra hiriente puede causar mucho daño. Por eso se habla del poder de la palabra, que podría alojar o agredir más que una acción física. Es muy saludable poner en palabras lo que uno siente y que del otro lado esté presente una persona que pueda escuchar y, de ser necesario, devolver algo que le brinde tranquilidad a ese ser que está pasándola mal por algún motivo. 

“Las emociones no expresadas nunca volverán, están enterradas vivas y surgirán más tarde de maneras más desagradables”.

Lo que no se tramita se repite. Lo que no se resuelve, lo que no se repara, reincide de alguna manera y mayormente retorna de forma negativa. Ejemplo de ello pueden ser los efectos postraumáticos, o los modos que tiene nuestro cuerpo de expresar lo que se silenció, muchas veces a través de enfermedades. Tanto esta como la frase anterior explican el porqué de la importancia del psicoanálisis como método clínico, la terapia como espacio que sigue siendo eficaz en la cura por la palabra.