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Mi pareja está celosa de mi sex toy

Los juguetes sexuales forman cada vez más parte de nuestra vida. ¿Siempre suman o pueden interferir en nuestra pareja? La sexóloga Analía Pereyra nos ayuda a develar estos y otros interrogantes que escucha en su consulta.


Mi pareja está celosa de mi sex toy

Mi pareja está celosa de mi sex toy



Hace pocos días Lali Espósito mostró el juguete sexual que lleva en su cartera. “Es una historia de amor que una tiene con su intimidad”, dijo, en referencia al succionador de clítoris. No sólo Lali incorporó sex toys en su vida: cada vez son más quienes los usan solos o en pareja. Empieza a romperse la barrera del tabú.

Sin embargo, a medida que más se pone en foco el placer de las mujeres y en qué las satisface más aparecen algunos “celos”, sobre todo, cuando se está en pareja. “¿Por qué toda gira en torno a quién satisface a la mujer? ¿Quién le da orgasmos? ¿Quién es más capaz de hacerlo?”, lanza la sexóloga Analía Pereyra, consultada para esta nota.

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Según dice la sexóloga, en esta sociedad machista está muy instalada la idea –que produce un peso y una responsabilidad en los varones- de que son ellos los únicos que pueden “hacer gozar” a la mujer. Algo de lo que muchos hacen luego alarde, si la mujer les dice: ¡Cómo me hiciste gozar! ¡Tuve 3 orgasmos!

En este contexto, si aparece la posibilidad de que un “objeto”, como un juguete sexual, pueda reemplazar esta potestad única de ellos hay un cortocircuito. “Se transforman en los objetos temidos, porque son vistos como competencia en la posibilidad del disfrute de la pareja”, señala la sexóloga, que en su consultorio escucha relatos de varones incómodos con la situación.

Sex toys: ¿compiten con nuestras parejas?

Claramente, ningún objeto puede compararse con una persona. Analía Pereyra se detiene en lo que ocurre en un encuentro con otro: lo que se genera entre dos cuerpos, el roce de la piel, el olor, el sentirse acariciada y deseada, al intercambio de miradas y sensaciones. Y considera que, para algunas parejas, el encuentro resulta más divertido y mágico si incorpora juguetes que le permitan gozar más. No es competir con nada ni nadie, es una opción más a la hora del placer sexual.

Por otro lado, según escucha en su consultorio, hay algunas mujeres que tienen este miedo: si lo uso puedo acostumbrarme y corro el riesgo de ya no disfrutar con la pareja. “En este caso, les digo que son sensaciones diferentes. E insisto: ¿por qué no sumarlo en vez de verlo como competencia?”.

En el mercado, hay juguetes que son exclusivos para parejas y, otros que, si bien son individuales, se pueden usar en el encuentro sexual. La sexóloga detalla que, por ejemplo, para parejas hay uno que es como una V acostada: consta de una parte que entra en canal vaginal, vibra y mientras el pene también entra junto, lo cual estimula a las dos personas y con el plus de estimular el glande del clítoris con la otra rama de la V.

“Siempre tengamos presente que los juguetes en pareja son complemento para gozar más. ¡Y no sólo pensemos en ‘consolador’, palabra a desterrar de nuestro vocabulario, porque no hay nada que consolar!”, agrega la sexóloga. Esta alusión surgió hace años como referencia a que el juguete sexual era un “símil pene” que se usaba para tener relaciones coitales; se lo vinculó históricamente con mujeres lesbianas.

Hoy sabemos que los vibradores, de todas las formas y variantes, con distintas velocidades e intensidades, ayudan a la irrigación sanguínea, lo que facilita la excitación. Por eso, las sexólogas los recomiendan en relaciones de pareja (héteros, homo, poliamorosas) y también en el encuentro con uno mismo.

Si estamos tan abiertos a las posibilidades que nos brinda la tecnología para comunicarnos, ¿por qué hay tantas resistencias en algunas personas con los juguetes sexuales, que son parte también del desarrollo tecnológico? Si a alguien se le aparece el fantasma de que un objeto puede reemplazarlo como persona, la sexóloga clínica y educativa con la que hablamos sugiere consultar con un profesional: es momento de revisar la autoestima.

Experta consultada:  Lic. Analía Lilian Pereyra, sexóloga clínica y educativa. IG: @licenciadaanaliapereyra 

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