5 parques y espacios verdes para relajarse en Nueva York

El Bryant Park es un clásico que no podemos pasar por alto. Un oasis verde en pleno Midtown que es mucho más que un simple parque: podríamos decir que este rincón es donde Nueva York desacelera (o al menos, lo intenta) para dar lugar a un ambiente un poco más relajado. 

No es difícil imaginar la escena para convencerse de que vale la pena visitar el Bryant. Una tarde soleada, un café en mano, y las icónicas mesitas verdes rodeadas de una arquitectura que recuerda a uno constantemente que está, efectivamente, en el centro del mundo - pero con la calma de un jardín escondido. Es perfecto para darse un respiro entre compras, descansar las piernas después de visitar el MoMA, o incluso la Biblioteca Nacional que está justo al lado. 

Si creés que no puede volverse incluso más mágico, te equivocás. Cada estación del año tiene algo especial para ofrecer: mientras que en invierno el mercado navideño y la pista de patinaje te hacen sentir en una verdadera postal, en verano el cine al aire libre y las clases de yoga invitan a disfrutar de las tardes de sol. Sin dudas, un must en cualquier itinerario.  

El Washington Square Park es el lugar para vivir la Nueva York bohemia. Ahí, en pleno Greenwich Village, este parque te recibe con su arco estilo Arco del Triunfo y todo un desfile de personajes neoyorquinos. A un lado, músicos tocando jazz; en otro, ajedrecistas listos para un reto (¡probar suerte es parte de la experiencia!). Es el spot perfecto para sentarse y dejar que la ciudad pase.

Nuestra recomendación: buscá una de las mesas cerca de los bares y librerías, pedí un café y disfrutá del ambiente único. Si es primavera, las flores y el aire fresco le dan ese toque que hace que todo se sienta como salido de una película. Además, al estar rodeado por los edificios de NYU, la fuerte presencia de estudiantes hace que haya un ambiente joven muy fresco y renovador. 

El High Line es una mezcla perfecta entre arte, naturaleza y ciudad. Este parque elevado, construido sobre unas antiguas vías de tren, te lleva a caminar sobre Manhattan mientras tenés el skyline de fondo y, a cada paso, te encontrás con instalaciones de arte, jardines y vistas únicas.

La experiencia es simple: caminar sin apuro, cámara en mano, y dejarse sorprender. A lo largo del paseo, podés parar en distintos puntos para ver la ciudad desde arriba, mientras los murales, las esculturas y los jardines te van marcando el camino. Una recomendación es ir al atardecer, cuando las luces de la ciudad empiezan a encenderse y el paisaje se transforma en una mezcla de colores.

Lo cierto es que el High Line es uno de los pocos puntos de Nueva York donde la ciudad se siente distinta, más calma, casi como si estuvieras en otro lado - pero con el mismo encanto de siempre.

El Brooklyn Bridge Park es de esos lugares donde finalmente te das cuenta de que Nueva York tiene más facetas de las que imaginás. Este parque largo y delgado, que bordea el East River, está bueno para alejarse un poco del ruido y disfrutar de una vista que corta el aliento: Manhattan y el Brooklyn Bridge en una sola postal.

Lo mejor es también acercarse al atardecer, cuando el cielo se empieza a teñir de colores y las luces de los edificios de Manhattan se reflejan en el agua. Encontrás desde rincones tranquilos para sentarte y hacer un picnic, hasta hamacas para estirarte un rato y dejar que el tiempo pase sin apuro.

Un imperdible si buscás un respiro con uno de los mejores paisajes de Nueva York de fondo.

No podíamos terminar la nota sin nombrar el Central Park. Esto es Nueva York en su versión más verde y, sin dudas, un lugar donde siempre hay algo nuevo para descubrir. Este parque enorme es un escape dentro de la ciudad, ideal para perderse entre senderos, lagos, puentes, y rincones. No importa cuántas veces vuelvas, siempre vas a encontrar algo distinto. 

Es ideal arrancar temprano para disfrutar la calma de la mañana entre el verde: caminá sin mapa y dejate llevar. Tal vez termines en los Strawberry Fields, frente al mosaico de Imagine, o en el Bow Bridge, uno de esos puentes que seguro viste en más de una película. Y si es otoño, con las hojas doradas cubriendo el parque, la experiencia se vuelve todavía más mágica.

Sin dudas un esencial de Nueva York, este icónico parque es un respiro perfecto en medio del ritmo intenso de la ciudad para olvidarse de todo y relajar por un rato.