No suelo tomarme vacaciones, pero si todos los planetas se ponen en fila y justo cae agosto, es la oportunidad para armar una valija liviana, pensar en ese lugar al que tengo ganas de ir sólo para descansar, sacar los tickets y hacer reservas a último momento. En esta profesión y con una agenda sin respiro, los planes para las escapadas de placer (casi) no existen.
¿El destino esta vez y desde donde escribo este post? Las islas griegas de Mykonos y Santorini. Hace un tiempo estuve en Atenas por trabajo y la idea de volver para conocer más de este país y especialmente sus islas más famosas nunca se me fueron... ¡Y ahora lo compruebo! Dan ganas de quedarse a vivir.
Durante los primeros días disfrutamos de la playa privada del hotel de Mykonos. En esta época los destinos de sol y mar explotan de gente y nosotros buscábamos tranquilidad total. Llegué muy blanca y si bien me cuido la piel, un poco de color no le hace mal a nadie. Además, me vino bien esa energía que da la luz y que no es de todos los días en Londres y Nueva York.
El atardecer es divino en esta isla, quizás el momento que más disfruté cada día. Y el mejor lugar para verlo es "Little Venice" (Pequeña Venecia), famoso justamente por el inmenso despliegue de luz que se funde en el Mediterráneo. Me impresiona la forma en que los colores del cielo y del agua van cambiando cada segundo hasta llegar al naranja. Por lo general, cuando no hay viento se puede ver un atardecer de color dorado. Al lado quedan los Molinos, otro punto que hay que visitar. El viento es un detalle que caracteriza tanto a esta isla... Lejos de ser una molestia, hace que el calor no sea tan pesado y se note menos la aridez. Por todos lados hay cactus de varios metros de altura.
Algo más que hace de este lugar una maravilla es su gente: tienen un tono serio y firme, pero son tan amables...
Un amigo nos recomendó varios restaurantes para ir por la noche ¡y creo que no nos perdimos ninguno! Les cuento un poco de los que más me gustaron.
Interni, simplemente un sueño. La decoración es muy minimalista, el servicio impecable, la comida exquisita. Recomiendo de entrada el pulpo grillado (viene en forma de láminas finas), de primero róbalo (más conocido por estos lugares como Sea Bass) acompañado por unas salsas exóticas con especias típicas de Mykonos y el postre de la casa.
En el Hotel está Nobu, uno de los mejores restaurantes de comida japonesa del mundo. También fui en otros países y aquí comprobé que nunca, ni siquiera en un lugar distendido de playa, pierde su elegancia. También recibe a los clientes sin perder su toque tradicional: cada vez que alguien entra al restaurante todos los mozos lo saludan en japonés (casi gritando).
Katrin es un restaurante muy pintoresco. Su dueña es francesa, pero lo atiende una familia griega: todos trabajan, padres, hijos, mujeres, ¡todos! Esto te da la sensación de sentirte como en casa. Uno de los platos que pedí fue Moussaka, un pastel de berenjenas con carne muy rico y una baklava de postre, una comida de las más populares de Grecia.
Después de cuatro días, partimos en ferry hacia Santorini, que es de película y que para mi sorpresa me gustó incluso más que Mykonos. Estoy conmovida por este lugar donde hay una paz absoluta. Es imposible despegar la vista del mar y del paisaje, de las montañas y las casitas blancas con techos azules. Pero de Santorini les debo más, recién empieza la estadía aquí y quiero estirar estos días como si fueran meses.
Así que estoy recargando pilas por unos días más. Al volver esperan otros viajes y retomar la agenda: Tokio, Nueva York (¡para la semana de la moda!), Milán, París...
Aporvecho este post para agradecer a todos los que se preocuparon y me preguntan por la triste situación que vive hoy Londres. Todo estalló cuando acabábamos de llegar a Grecia y estoy muy impresionada, siguiendo lo que pasa como puedo porque la conexión a internet no siempre es constante. Muchas gracias.
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