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La vida en verde en el #OHLALADAY




A los nueve años me enamoré por primera vez. Tengo el recuerdo de haberlo confesado en algún blog anterior a La Vida en Verde. Él era el hijo de mi profesora de dibujo y pintura, yo iba a su casa y esperaba verlo al menos unos minutos, cruzarlo en el pasillo y que él se diera cuenta de que yo existía. Se llamaba Alejandro, tenía 16 años y usaba un flequillo de costado que para mí era irresistible, además tocaba la guitarra eléctrica, lo que lo convertía en una especie de semidios, tan inalcanzable como una estrella de rock. El amor a esa edad es pura semilla que nunca crece, un deseo de lo que no se conoce ni se entiende y está destinado a cristalizarse como ilusión.
Guardo, en algún lugar del departamento de mi infancia, una foto que le robé, lo confieso, ahora que pasaron años y no sé nada de él. Perdón, Alejandro. Creo que el amor sigue siendo igual de inexplicable que en ese momento. El misterio de la atracción puede explicarse desde las teorías científicas y culturales pero siempre falta otra parte, la que lo convierte en poesía, herida, ausencia. ¿De qué nos enamoramos? -preguntaba una amiga-, de la otra persona o de lo que nos hace sentir?
¿Quién es más importante? -cuestionaba Darío Stajnszrajber en su charla del Ohlalá! Day- ¿la otra persona o yo? El filósofo que hablaba sobre el “Amor en Deconstrucción”, proponía dejar de idealizarlo, para afrontar que no existe una media naranja que nos complemente, que no hay una única persona en el universo destinada a nosotros y que conocer el amor puede no ser un resultado de la metafísica, como en las comedias románticas. ¿Será cierto? Pensaba yo, mientras miraba el mensaje una hora atrás me había enviado un hombre que se estaba despidiendo de este país y de mí, y me escribía que tenía que afrontar esta etapa en soledad.
Darío Z frente a una mayoría de mujeres que creen en la metafísica.

Darío Z frente a una mayoría de mujeres que creen en la metafísica.

“Soltar, no aferrarme, vivir el presente”, todas ideas que provienen del budismo, y que plantean que debemos fluir con los acontecimientos, observar nuestros apegos y trabajarlos, porque ante el dolor, el sufrimiento es opcional. No sé si es el camino más sabio, desprenderse de los abrazos puede ser durísimo, pero sí puedo ver que aquellos que sostienen esta filosofía viven mejor.
Durante toda mi adolescencia tuve la idea del amor romántico del que hablaba el filósofo, que mencionaba el ejemplo de Romeo y Julieta, la tragedia y la muerte absurda de dos adolescentes como parámetro de lo que se califica como amor. A mí me gustaba “poner canciones tristes para sentirme mejor”, mientras lloraba por ese pibe que me hacía sufrir. Hoy muchas mujeres nos debatimos entre ese modelo que nos enseñaron desde la cultura y una idea más abierta de lo que puede llegar a ser una relación respetuosa, feliz y libre. Hoy la monogamia está en debate y creo que es un buen momento para reflexionar sobre este tema. Como decía Darío Z, si bien “funcionó como una forma de ordenamiento de la sociedad”, hoy hace agua por muchos lados y parece abrirse a otras estructuras más flexibles, hace poco el ejemplo de Mariano Torre y Elena Roger llamó la atención pero cada vez son más las parejas que abren el juego.
Es probable que las próximas generaciones tengan la mente más abierta para afrontar que el amor puede ser para toda la vida, pero a veces el deseo se termina antes, que se puede amar a más de una persona a la vez, sin ser catalogado como traidor, mientras se llegue a un acuerdo con la otra (otras) personas, y que la conexión es real aunque sea fugaz.
La charla de Darío Z, y el tsunami de ideas acerca del amor, fueron matizados con un workshop sobre el cuidado de las suculentas que dieron las chicas de Compañía Botánica que me en-can-tó. Supe, por ejemplo, que provienen de África, desde ahí llegaron a las Islas Canarias y se extendieron por todo el mundo, y que por eso hay que tratar de darles un entorno similar a su hábitat, con un sustrato similar a su lugar de origen, con poco riego y bastante luz natural, algunas horas al sol y otras en forma indirecta. Recién entonces me di cuenta de que mis ganas de cuidar una que me regalaron la habían ahogado. También fue un aprendizaje.
Hay que cuidar la tierra para que tenga nutrientes. Foto: Compañía Botánica.

Hay que cuidar la tierra para que tenga nutrientes. Foto: Compañía Botánica.

Las suculentas crecen mejor en compañía de otras plantas iguales. Foto: Compañía Botánica.

Las suculentas crecen mejor en compañía de otras plantas iguales. Foto: Compañía Botánica.

Me llevé mi regalito.

Me llevé mi regalito.

Me encantó la oportunidad de compartir con otras mujeres con inquietudes parecidas a las mías, toda una jornada de charlas y talleres, que disfruté mucho. ¿Fueron al Ohlalá! Day? ¿Qué les gustó? ¿Cómo andan en tema de amores? Me despido hasta el próximo martes.
Les dejo un beso y salgo a dar un abrazo de despedida.
Comparto un video que me conmueve.
Kariu
Kariu

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