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Perfeccionismo ¿tu aliado o tu enemigo?

Se ve como una virtud, pero, ¿siempre es así? Cuando se trata de hacer mejoras… ¿dónde tenemos que detenernos?


El perfeccionismo ¿siempre es bueno?

El perfeccionismo ¿siempre es bueno?



A la hora de emprender, perderse en los detalles es un mal común. ¿Cómo hacer para seguir siendo detallista sin perderse en los recovecos del perfeccionismo? La coach y cofundadora de Espacio Allin Munay, Ana Falbo, nos da algunos consejos para reflexionar sobre estos dos polos.
Puede que sientas que tu perfeccionismo es tu “defecto virtuoso”. Su lado A te dice que la búsqueda de la perfección es tu motor para mejorar y superarte constantemente, mientras que su lado B te muestra que esa misma obsesión termina atentando contra tus tiempos, tu confianza, tu capacidad de concretar cosas así como de disfrutar. Poder ponerle límites a este modus operandi es clave para que ese afán de superación te juegue a favor y no te enloquezca y desgaste en el camino.
Pero, ¿qué hay detrás del perfeccionismo y cómo superarlo?

La perfección es tu dirección no tu destino

Como perfeccionista, vas detrás de una imagen “ideal” de cómo “deberían” ser las cosas. Y esa imagen (cual zanahoria) se va moviendo delante tuyo, como escapándose.. ¡porque siempre podes ser y hacer mejor! Es una búsqueda que no tiene fin, por eso la sensación es que nunca es suficientemente. Siempre hay un margen de mejora por alcanzar, y dado que tu atención está tan puesta en lo que falta para lograr ese ideal perfecto, aparece la frustración, el enojo y la tensión.
SUGERENCIA: Que la imagen ideal te sirva de inspiración y te de la dirección, pero no esperes efectivamente llegar a ella, porque no es más que un espejismo. Poné el foco en lo que sí efectivamente lograste y aceptá que el hecho de que siempre se pueda seguir mejorando no significa que hoy, en este momento, y con estos recursos lo que tengas no esté perfecto tal como es.

Sacate la máscara y el peso del “qué dirán”

Como dice la autora Elizabeth Gilbert: “El perfeccionismo es tan solo miedo en zapatos lujosos”. Ser perfeccionista suena positivo y hasta elegante, pero, en el fondo, es miedo a ser criticada, rechazada, reprobada o a quedar expuesta. Existe una necesidad inherente del ser humano que busca la aprobación y aceptación de otros. Este deseo del Ego te dice que la fórmula del éxito para ser querido es responder a parámetros de perfección, que pueden parecer “naturalmente tuyos”, pero en realidad son creados por expectativas de otros.
SUGERENCIA: Recalculá tu GPS hacia tu interior. Cambiá el ¿qué dirán o esperan los otros de mí? por ¿qué es realmente importante para mí? No busques más los aplausos. Conectá con tu autenticidad y tu disfrute al hacer las cosas. Irás encontrándote con tu versión “real” (y no ideal), que vas a ver que es suficientemente perfecta para salir al mundo.
Bonus: Recordá que “lo perfecto” es totalmente subjetivo. Lo perfecto para mí no es lo perfecto para vos, así que reprogramá tus estándares de perfección a tu favor!
Bonus II: ¡Te van a querer igual!

Desafiá a tu crítico interior

La voz perfeccionista es un crítico que vive en tu cabeza marcando los errores y todo lo que falta para “estar a la altura”. Si le prestas atención a tu diálogo interno descubrirás cuando habla ese crítico. Y, es más, si seguís ahondando hasta puede que identifiques a quién te recuerda… quizás alguien te habló así cuando eras chica y te hizo creer que debías ser “la niña perfecta”.
SUGERENCIA: Identificá esa voz (y hasta ponele un nombre) y animate a desafiarla. Es tan sólo una voz en tu cabeza… No tenes que hacerle caso. Podés apuntar a la excelencia viendo todo lo que hiciste hasta ahora, sin enfocarte sólo en lo que falta. Parate en la vereda de enfrente con una mirada abundante que pueda reconocer tus logros. Seguir escuchando críticas sólo atenta contra tu confianza.

Dejá de darle vueltas a todo

Tu afán perfeccionista hace que inviertas mucho tiempo queriendo controlar las 20 mil variables que están en juego en cada paso que das, y eso compite con tu objetivo inicial. Tenes que lanzar un producto, pero tu obsesión por que “todo salga perfecto” hace que sigas dándole vueltas al asunto. ¿Realmente el tiempo que seguís invirtiendo tiene el mismo impacto de mejora? Continuar buscando “la perfección” no hace más que postergar los plazos y atentar contra tu objetivo de lanzamiento.
SUGERENCIA: Detenete a pensar ¿dónde estoy poniendo mi tiempo y energía? Y fijate si necesitas repriorizar tus objetivos. Además, aplicá el principio de Pareto. Esta regla del 80-20 sostiene que el 80% de la calidad de la entrega de valor se consigue en el 20% del tiempo. O sea, que en el restante 80% del tiempo vas a conseguir el otro 20% de calidad. Tener claro el para qué de lo que estás haciendo te va a ayudar a darte cuenta si es necesario seguir dándole vueltas o ya es momento de aceptar que un 80 o 85% de calidad es suficiente.
Como dice el dicho popular, lo perfecto puede ser enemigo de lo bueno. Saber poner el límite y confiar en vos y en tus recursos es fundamental. A veces es necesario decir: “hasta acá. Ya es suficiente”.

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