2024 es año bisiesto: estas son las creencias que reaparecen cada 4 años

En Grecia también pesa la creencia de que las nupcias contraídas en año bisiesto acaban en ruptura, pero hete aquí la ironía: para matrimonios ya consolidados que atraviesan una crisis, aconsejan aguantar los trapos y no divorciarse en estos 366 días porque, de hacerlo, no volverán a encontrar el verdadero amor en lo que les queda de vida.

Un tanto más dramático es el miedo ruso de que, con el año bisiesto, suben las probabilidades de que los visite la siempre indeseable Guadaña.

Los alemanes, por su parte, probablemente tengan listos sus abrigos para lidiar con el fresco extendido; después de todo, según reza el dicho popular germano, "Schaltjahr gleich Kaltjahr”, o sea, “año bisiesto equivale a año frío”.

En Taiwán, por su lado, las hijas toman recaudos para asegurar la longevidad de sus padres: visitarlos en febrero con un manjar apropiado como fideos con manitas de cerdo.   

 

El año bisiesto trae consigo unas cuantas tradiciones curiosas, algunas ciertamente encantadoras. Tal el caso de aquella que puede rastrearse hasta la Edad Media, supuestamente original del siglo V. Cuenta la leyenda que, por aquel entonces, la persuasiva Santa Brígida de Kildare le hizo saber a San Patricio, patrono de Irlanda, que los varones eran un poco lentos al momento de declararse y, tras arduas negociaciones, pautaron que, cada cuatro años, el 29 de febrero, las damas podían dar el primer paso. Es decir, ser ellas quienes les propusieran casamiento a ellos.

Esta tradición perdurable, conocida como Ladies' Privilege, se extendió hacia otras latitudes; Escocia, Finlandia y Dinamarca, por ejemplo, con sutiles diferencias en cada lugar. Si el hombre se negaba, tenía que resarcir a la muchacha desairada de distinto modo: comprándole guantes (para que pudiera cubrir la mano ¡sin anillo de compromiso!), un vestido de fina seda o un abrigo de piel. Y en algunos casos, por qué no, pagándole una suerte de indemnización en efectivo.