Marcha por el Día de la Mujer: así fue la movilización frente al Congreso
Testimonios de mujeres que piden igualdad de derechos. Reclamos por los abusos y femicidios.
8 de marzo de 2024 • 20:55
Reclamos en la marcha del 8M. - Créditos: OHLALÁ!
Como cada 8 de marzo, en el Día Internacional de la Mujer, la ola verde y violeta volvió a las calles. En la ciudad de Buenos Aires, la consigna fue marchar hasta la plaza de los Dos Congresos, frente al Congreso Nacional.
Las mujeres se citaban en esquinas cercanas para ir en grupo de amigas hasta el centro de la convocatoria. “Acá, amiga”, gritaba alguien; “ví que levantabas la mano, qué bueno que nos encontramos”, “mientras te esperaba te compré un pañuelo verde, es increíble pero hay que volver a llevarlo”, “¡acá las del grupo de cerámica!”, “esperemos a Yani que está llegando”, y así. Encuentros que eran abrazos largos, risa, alegría de verse de nuevo.
De a poco, cuando estaban todas, los grupitos se ponían en marcha hacia el Congreso; al principio por las veredas, que fueron quedando chicas.
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Ya en esa caminata se iban leyendo carteles, que en la plaza fueron miles de testimonios. Se leía: “Feliz día va a ser el día en que estemos todas”, “Somos los gritos de las que ya no están”, “celebro que estemos juntas; marcho para que estemos todas”, “Que ser mujer deje de ser una condena”, “Ni una menos”, entre tantos otros que hacían referencia a los femicidios que duelen tanto y no cesan.
Al menos 54 femicidios se registraron en el país solo en los primeros dos meses del año, según información de fuentes judiciales y policiales que intervinieron en cada causa brindada a la agencia Télam. Son datos similares a los promedios contabilizados el año pasado por el Observatorio Marisel Zambrano, de la Asociación Civil La casa del encuentro: en un año se registraron 334 femicidios, un asesinato cada 26 horas.
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Carteles, abrazos, banderas, gritos catárticos por lo que falta. “Si no tenemos los mismos miedos, entonces no tenemos los mismos derechos”, “Yo te creo”, “La profe siempre te cree”, “Soy la tía de lxs niñxs que jamás vas a tocar”, “Fui la niña que tocaron sin consentimiento”, “Que los abusadores se dejen de esconder en nuestro silencio”, “No damos ni un paso atrás”.
Ya en la plaza hubo espacios para caminar, frenar, saltar. Hubo cánticos, rondas de mates, alguna cervecita fresca. La música sonaba de fondo, pero se podía conversar: cada grupo de amiga mezclaba en la charla reclamos, la alegría de volver a verse, los planes para lo que seguiría luego el viernes, las políticas del gobierno que significan retroceso de derechos, la necesidad de volver a verse cada 8 de Marzo. “Gracias, hermanas, por esta revolución”, se leía en un cartel.
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Caminar y leer las consignas era movilizarse a cada paso. “Muchas veces tuve ganas de llorar, me movilizó un montón”, reconocía una piba de 20, en una de sus primeras marchas. “Nos mirábamos y era como que llanto y lluvia... fue muy fuerte”.
La lluvia, que caía por momentos, y las lágrimas; pero también la risa que volaba en medio de una brisa cálida.
La convocatoria terminó con la lectura de un documento. Se escuchaba apenas, por momentos. Lo más potente parecía ser estar con otras, sentirse interpeladas y cercanas. Fue la experiencia potente que cada una, cartel en mano, fue a buscar.
Más carteles de la marcha del 8M
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