Lista de deseos para 2025: cómo empezar con el pie derecho

 

Está tan lleno de guías este mundo que no hay por qué quedar recalculando. Eso sí, a veces se siente un poco sin sentido, y está bien, no siempre tenemos que entenderlo todo. Eso te deseo, que habites el misterio con esperanza y amabilidad. Que no te ofusques cuando las cosas no salen como vos querés, sino que le des la posibilidad a la vida para que te demuestre –una vez más– que el control pasó de moda.  

Es así: llegó la era de Acuario, creas o no en la astrología, la vida se volvió un loco y de eso no cabe ninguna duda. Desde que los Simpson vaticinan el futuro ya nos dimos cuenta de que al Universo le encanta divertirse. Entonces, mejor reíte del chiste. Eso nos deseo, que nos riamos a carcajadas, y que estemos livianas. Si ves que te volvés muy solemne, hacé una monigotada, o ponete a jugar con los chicos, o hacete un viaje aventurero, o salí con alguien inesperado, o comprate alguna fruta exótica en el Barrio Chino. Salí del sendero cuando sientas que se volvió demasiado prolijo, y caminá descalza, y dejate chupar por un perro, y mirá las estrellas, y metete al mar aunque esté frío. Te deseo un amor calentito, tengas o no pareja, que los amores entibien tu alma, no negocies menos. Y que el diálogo sea el puente para saber quiénes somos y quién es el otro, pero incluso para ponernos en duda, para construir ciudades nuevas ahí, en la mitad de los dos mundos.  

 

Más que nunca, este año es para mirarnos con amor y tomar esas diferencias como oportunidades de integrarlo todo. ¿Acaso alguno es el custodio de la verdad? Yo creo que no, y que lindo-feo, bueno-malo, inteligente-tonto, miedo-certeza, son todas caras de esa misma moneda que paga el costo de tu libertad. Te deseo esa libertad sin prejuicios, sin talibanizaciones que nos restrinjan, y más dispuestas a abrirnos a lo nuevo, a lo distinto, a la comprensión más absoluta. Siempre que hay algo que no entendemos, hay una herida. Ojalá que la compasión nos acompañe a casa cada día, que dejemos los enojos en la puerta y tomemos decisiones para un mañana más luminoso y amable. Primero, para nosotras, y después, para el resto. Como me gusta decir: “Que cuando alguien te vea, sepa que Dios existe”.  

Y si el 31 estás con la copa en alto pidiendo “salud, dinero y amor”, o lo que sea, extendelo un poquito más y pedí: “También para todos para los que quiero, y para lo que me cuesta todavía querer, para el mundo entero”.  

Que las bendiciones sean expansivas.  

Y aquí estaremos, un año más para acompañarte... 2025, ya 17 años de OHLALÁ!, y vos y yo ya no somos las mismas.  

Chin chin por eso.