El poder de decir no en Navidad: cómo priorizar el bienestar emocional

Uno de los primeros pasos para reducir el estrés navideño es reconocer nuestras emociones sin juzgarlas. Durante estas fechas, es habitual experimentar una amplia gama de sentimientos: nostalgia, tristeza, alegría o incluso frustración.

Zaiatz sugiere: “Permitirnos sentir y reconocer estas emociones nos ayuda a identificar lo que realmente necesitamos y tomar decisiones que favorezcan nuestro bienestar”. Todas las emociones tienen un propósito y aprender a gestionarlas puede contribuir a vivir con mayor plenitud.

Mantener una práctica diaria de gratitud puede tener un gran impacto en nuestro estado de ánimo. Dedicar unos minutos al día para reflexionar sobre aquello por lo que estamos agradecidos, desde momentos simples hasta personas especiales, refuerza la esencia de la Navidad.

“La gratitud ayuda a reducir el estrés y aumenta la sensación de bienestar”, afirma la experta.

La presión de los regalos, las comidas especiales y la decoración también puede resultar abrumadora. Zaiatz recomienda establecer un presupuesto claro antes de gastar y considera muy importante priorizar.

“El valor de un regalo no está en su precio, sino en el significado que tiene para quien lo recibe”, señala. Como alternativa, sugiere optar por regalos hechos en casa o experiencias compartidas, como una salida familiar o una noche de juegos. Administrar las finanzas de manera realista permite disfrutar de las fiestas sin sentirse agobiado.

Durante la Navidad, también es fundamental mantener hábitos saludables. Respetar los horarios de sueño, mantenerse activo y cuidar la alimentación son claves para el bienestar físico y mental. Además, dedicar un tiempo para desconectar de las actividades sociales y practicar ejercicios de respiración o meditación puede marcar una gran diferencia. “El autocuidado ayuda a mantener el equilibrio emocional y da más energía para disfrutar cada momento”, enfatiza Zaiatz.

Las reuniones familiares y celebraciones pueden traer a la superficie tensiones o conflictos. En este sentido, aprender a establecer límites y comunicar nuestras necesidades de manera asertiva es vital.

“Decir no a una actividad que nos sobrecargará no solo es válido, sino necesario. Proteger nuestro espacio personal y priorizar el bienestar es fundamental, incluso en medio de las festividades”, destaca la especialista.

En definitiva, la Navidad no tiene por qué ser un tiempo de estrés. Al reconocer nuestras emociones, practicar la gratitud, manejar el presupuesto de manera consciente y priorizar el autocuidado, podemos disfrutar de unas fiestas más plenas y significativas.

Como concluye Zaiatz: “Cuando aprendemos a cuidar de nosotros mismos, también estamos en mejores condiciones para compartir momentos especiales con quienes nos rodean”.