Poliamor: ¿Se puede tener relaciones no monógamas con responsabilidad afectiva?
Se trata de un tipo de amor no monogámico con pautas sexo-afectivas que no son las predominantes en la sociedad; la experiencia de un “poliamoroso” en primera persona
18 de enero de 2022 • 16:45
Orlando Wunderlin se define como poliamoroso; el “poliamor” es un tipo de relación no monogámica en la que se pautan vínculos sexo-afectivos estables y paralelos. - Créditos: Gentileza Orlando Wunderlin
En nuestra cultura la relación de pareja monogámica se destaca como la preponderante. Se pacta entre dos una relación, sexual y amorosa, que en general se transforma en la más importante por sobre todas las demás relaciones, incluso por sobre la amistad o la familia de origen.
El “poliamor” es un tipo de relación no monogámica en la que se pautan vínculos sexo-afectivos estables y paralelos, suelen ser en general relaciones medianamente duraderas y no suelen tener sexo casual con otras personas.
Como explica la sexóloga y educadora Analía Pereyra, la idea directriz del poliamor es que una sola persona no puede satisfacer todas tus expectativas, pero no es necesario separarte ni engañar. En lugar de eso, “existe la posibilidad de contar con múltiples relaciones significativas”.
Orlando Wunderlin tiene 35 años y hace 6 que se define como una persona poliamorosa. También se identifica como gay y demisexual, es decir, que sólo puede tener relaciones sexuales con personas con las que se siente vinculado afectivamente. Cuenta que hizo “el doloroso cruce” de un tipo de vínculos monogámico al poliamoroso porque no lograba “encajar en el modelo único de sexo-afectividad productiva y reproductiva que nos llevó a reducirnos al dúo complementario, esta idea del compañero para toda la vida, esa promesa de la felicidad”.
Al problematizar la monogamia autoras como Brigitte Vasallo acercan la idea de que hay características fundamentales en esta forma de pensar tales como son la exclusividad (aunque existe la infidelidad), la jerarquía y la competencia.
Orlando se refiere a esto y dice que esta lógica de la competencia lo estaba dañando. Habla de inseguridades respecto de su estética, de su pertenencia de género (se nombra como no binario), de su edad. Rememora situaciones de bullying que padeció en Córdoba, donde nació. “Querés alcanzar esa promesa de la felicidad. Entonces tenés que ser mejor para ser más elegible en este sistema: conviene tener una belleza hegemónica, ser popular en redes sociales, tener más capital social, erótico, etc. Con este pensamiento el otro es un enemigo y te puede quitar tu posibilidad de encontrar al amor verdadero. O si el otro es mejor también te puede amenazar si vos ya estás en pareja con quitarte a tu pareja que te juró amor eterno y tanto te costó encontrar”, razona.
En cambio, se define en una red poliamorosa, en donde cada vínculo es importante, tiene el mismo peso y donde el cuidado de uno mismo y del otro es primordial. “Lo que cada uno necesita es tenido en cuenta y el intercambio es afectivo. Lo más importante es que uno se hace cargo de que no es responsabilidad del otro hacerte feliz, que estés bien y complementarte. Algo muy estresante para una sola persona”, manifiesta.
Uno de los problemas que él tenía al momento de iniciar una relación monogámica era con sus ex, a quienes aún sigue queriendo y, de algún modo, deseando. En los vínculos poliamorosos que tiene hoy ellos tienen cabida y cada persona con la que establece una relación sabe que él se vincula sexo-afectivamente con otros, incluso con sus ex. Lo mismo desde la otra parte, ese es el pacto.
Cuenta que le llevó tiempo entender que la falta de exclusividad no es falta de amor. Aunque reconoce que los celos siguen siendo una pulsión con la que luchar y menciona que sufrió mucho. “A veces, sentís incomodidad o se te desgarran las tripas porque alguien está más enganchado con otra persona que con vos. No es andar reclamando y haciendo escenas, pero tampoco dejar pasar. Si el otro actúa mal, es tóxico, es malo o sencillamente no te cuida hay que saber señalar esas cosas”.
Sin embargo, pese a los dolores, y las separaciones que fue teniendo en sus relaciones poliamorosas, y aun reconociendo que no es algo “para todo el mundo”, pondera lo bueno: “Ser poliamoroso se trata de tener una ética de cuidado, siendo claro, sincero no culpabilizando a nadie, con empatía. El amor es un sentimiento de afecto profundo y el deseo de que el otro viva situaciones de mayor plenitud. Y también es aceptar al otro como un otro que tiene derecho a ser, a sentir, y a que le pase lo que le tenga que pasar con otras personas independientemente de que eso nos incluya o no”.
Poliamor - Créditos: Ilustración de EVELYN KANDIN GELER
El licenciado en Psicología, especialista en diversidad sexual Alejandro Viedma dice que, en la actualidad, para la interacción con los humanos en general y las parejas en particular, está en alza la “asertividad”, que se basa en actitudes personales positivas, que dejen de lado los “pases de facturas”, desvalorizaciones y enfrentamientos, en pos de expresar los deseos y expectativas personales lo más amorosamente posible, pero a la vez de un modo honesto y directo.
Y menciona la responsabilidad afectiva, que “implica que lo que decimos y hacemos impacta en las demás personas, por lo cual hay que hacerse cargo de las propias acciones”. Por tanto, “uno de los objetivos principales de la responsabilidad afectiva es cuidar al otro, por ejemplo, tratando de generar diálogos consensuados acerca de los sentires y acuerdos sexo-afectivos que se van dando en una relación”. Agrega que lo fundamental es “construir conjuntamente un contexto adecuado para poder hablar, escucharse y respetarse”.
Entre la responsabilidad afectiva menciona los cuidados de “salud sexual” porque en el consultorio muchas veces escucha a más personas preocupadas porque su pareja lo engañó, que por si hubo o no profilaxis en esa situación.
Poliamor: ¿garantía de felicidad?
Aclara que abrir la pareja no asegura un paraíso o la felicidad; tampoco puede generalizarse porque cada una hace su experiencia. Pero sostiene que, en ocasiones, sobre todo cuando hay malestar, es una alternativa “consensuar algo nuevo desde la verdad, el respeto, el afecto y la empatía”.
Y refiere que tanto los pactos como los modos de gozar no son estáticos, definidos de una vez y para siempre, sino que pueden modificarse conforme se flexibilice el vínculo y viceversa. “Los gustos, las modalidades de los placeres, del disfrutar son bien singulares y tanto estos como los acuerdos van cambiando con el tiempo y con las experiencias con diferentes personas”, dice.
Analía Pereyra toma la palabra y plantea: “¿Estamos actualmente cuestionando nuestras prácticas sexo-afectivas más íntimas? ¿Nos animamos a revisar cómo moldea el sistema patriarcal nuestros modos de sentir y de vincularnos sexualmente con otras personas?”.
Y diagrama algunas respuestas. “Quizás a partir del deseo, ese deseo que es producido culturalmente, podemos permitirnos revisar algo de estos modos de vincularnos que consideramos tan propio”, dice. “En cada época las personas desean cosas diferentes, en realidad introyectamos deseos. Eso que consideramos tan privado, íntimo es el efecto sofisticado de un disciplinamiento social cuyo único objetivo es el mantenimiento del statu quo y la reproducción de la especie”.
La bandera poliamorosa: el azul, por la honestidad y sinceridad en el amor; el rojo, por el amor y la pasión; el negro, en solidaridad por aquellas personas que esconden su condición de poliamorosas; la letra griega 'pi', en el centro, es la "p" con que comienza poliamor (el dorado representa el valor que se les da a los vínculos emocionales)
Esta cultura ¿qué deseo sexual enmarca? “Pareciera que deseamos hacer en nuestras vinculaciones mucho de lo que nos muestra el porno mainstream, prácticas en las que las mujeres están sometidas a las voluntades de varones y disfrutan con ese sometimiento, prácticas de penetraciones simultáneas y gritos orgásmicos planetarios, prácticas donde siempre hay eyaculación y orgasmo”, enumera.
¿Si conocemos otras prácticas sexuales podremos producir nuevos deseos y nuevas subjetividades? La sexóloga concluye: “Está bueno preguntarnos: estos modos “alternativos” de relacionarnos sexo-afectivamente, como poliamores, relaciones abiertas, experiencias swinger: ¿Pueden ser sostenidos en personas cuya educación ha sido impregnada por el modelo de amor romántico, la pareja monógama y la posesividad? En principio, si no deconstruimos todo este bagaje cultural los otros tipos de relaciones van a ser difíciles de sostener”.
Más allá de que sea el modelo de la monogamia o el del poliamor, ambos profesionales señalan que es indispensable focalizar en los afectos, en las relaciones cuidadas, en el amor y revisar los malos hábitos aprendidos que tenemos a la hora de relacionarnos.
Conceptos útiles
Poliamor: una sola persona no puede satisfacer todas tus expectativas. Entonces, existe la posibilidad de contar con múltiples relaciones significativas. Se arma una red afectiva.
Amor libre: abarca todos los vínculos sexo-afectivos o románticos o amistades sexuales no monogámicos.
Relación abierta: implica que hay una relación jerárquica, la pareja monogámica principal y se habilitan las posibilidades de tener otros encuentros sexuales y eróticos con otras personas, sin que ello signifique compromiso afectivo, muchas veces sólo son encuentros sexuales esporádicos y a veces no se repiten las personas.
Anarquía relacional: propone distribuir la intimidad física, sexual, emocional de acuerdo con los deseos de cada una en vez de hacerlo de acuerdo a categorías, busca destruir la jerarquía relacional romántica basada en el sexo.
Género no binario: se aplica a las personas con identidad de género fuera del binarismo de género varón/mujer, dado que su identidad autodesignada no se percibe totalmente masculina o femenina.
Demisexual: sólo puede tener relaciones sexuales con personas con las que se siente vinculado afectivamente.
Responsabilidad afectiva: implica tener en cuenta que lo que decimos y hacemos impacta en las demás personas, por lo cual hay que hacerse cargo de las propias acciones. Uno de los objetivos principales de la responsabilidad afectiva es cuidar al otro.
Salud sexual: la OMS la define como “un estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad. Para que la salud sexual se logre y se mantenga, los derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados, protegidos y tratados a plenitud”.
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