Glass skin: la tendencia coreana en skin care para lograr una piel perfecta
De acuerdo a la cosmética asiática, tener una piel perfecta y aterciopelada no es una utopía. Conocida como glass skin, te compartimos cómo es esta rigurosa rutina de skincare.
16 de abril de 2024 • 10:49
Qué es el glass skin, la tendencia de cuidado de la piel. - Créditos: Getty
El glass skin es un término de beauty coreana que se popularizó en las redes en el último tiempo y que hace referencia a esa piel perfecta, impoluta, sin oleasidad ni resequedades y con un dejo luminoso natural que dice a gritos: "estoy saludable". En realidad este famoso ritual de belleza no es otra cosa que el layering, una técnica de cuidado de la piel que las orientales usan desde tiempos inmemoriales para cuidar la belleza de su rostro y que implica una superposición metódica de capas de productos.
La rutina de glass skin busca lograr una piel perfecta. - Créditos: Getty
Cómo poner en práctica la rutina de glass skin
1
Desmaquillante: diariamente la piel se enfrenta a todo tipo de agresiones: desde los rayos del sol, hasta los cambios de temperatura y la polución, que irritan y degradan la epidermis, favoreciendo el envejecimiento cutáneo y la aparición de arrugas y manchas. Por esa razón, el desmaquillante es una etapa esencial, aún si no usaste maquillaje ese día. Podés elegir una leche desmaquillante, agua micelar o un bifásico, pero lo que las coreanas y japonesas eligen por encima de cualquier otra cosa son los aceites. A diferencia de lo que el sentido común indica, no engrasan la piel, sino que limpian en profundidad y eliminan todo dejo de producto. Lo ideal es que los esparzas con generosidad por toda la cara, el cuello y el escote, realizando masajes suaves y circulares. El que más usan las orientales es el de camelia, pero también es muy eficaz el de almendras dulces, el de rosa mosqueta, el de argán y el de oliva, entre varios otros.
2
Limpieza: una vez que hayas terminado con el aceite, agua micelar o desmaquillante en crema o bifásico, es hora de darle lugar a una limpieza profunda con un jabón suave indicado para tu tipo de piel. Este paso va eliminar definitivamente cualquier rastro de suciedad, completando un precepto básico del cuidado de "la piel de cristal": la doble limpieza (primero el desmaquillante, después el jabón).
- La esponja konjac. Es una esponja vegetal a base de raíces de konjac, un tubérculo de textura esponjosa que funciona de maravillas para exfoliar y limpiar con suavidad. Muchas mujeres la usan sin sumarle productos, solo humedeciéndola. Estimula la regeneración celular y exfolia suavemente. ¿Un dato copado? Es totalmente biodegradable.
- La exfoliación. Exfoliar la piel una vez por semana ayuda a retirar las células muertas, causal de que nuestro rostro tenga un aspecto apagado. Eso sí, ojo con andar frotando con fruición la cara, porque podés lastimarte y generar el efecto contrario, dando lugar a rojeces. Acordate: siempre con amor. ¿Una opción casera? Tres cucharadas soperas de yogur natural con dos cucharadas de azúcar. Y voilá, piel radiante.
- Las sheet masks. Una vez por semana (o más, si disponés del tiempo y las ganas) podés aplicarte una de estas máscaras faciales que están tan de moda. Es importante que antes de aplicarlas tu piel esté perfectamente limpia, así puede absorber todos los activos nutritivos que la máscara aporta.
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La loción: este paso prepara la piel para recibir cuidados posteriores, tonificando y cerrando los poros y ayudando a reequilibrar la dermis. La idea es que con un algodón empapado en producto vayas dando golpecitos sobre tu rostro, sin frotar. Podés usar desde aguas florales (de rosas, de lavanda o de manzanilla, por ejemplo), hasta tónicos específicos.
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El sérum: se trata de un aliado fundamental de la piel, que trabaja a nivel de las capas más profundas. Los hay antiarrugas, reparadores o antimanchas, entre muchos otros, sólo tenés que elegir el que mejor se adapta a tus necesidades. No hace falta que apliques mucho, unas gotas son suficientes para cubrir cara, cuello y escote. Ojo porque no es una crema y no la sustituye, sino que la complementa.
¿Un serum natural y alternativo? El aloe vera puro, que es antiinflamatorio, antiséptico e hidratante.
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El contorno de ojos. Es la zona más fina y sensible del rostro, a la que pocos le prestan atención pero que hace toda la diferencia cuando está bien atendida: es donde se originan las patitas de gallo que tanto avejentan y las clásicas bolsas que te dan aspecto de cansada. Tratá la zona que rodea tus ojos con delicadeza y aplicale una pequeña cantidad de producto. No hace falta más. También podés ponerte periódicamente bolsitas de té -usadas- previamente enfriadas en la heladera, rodajas de pepino o cucharitas de metal congeladas en el freezer.
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Crema de día o de noche. La opción que elijas siempre tiene que estar en función de tu tipo de piel. Acordate que la dermis sólo puede absorber una determinada cantidad de producto, por lo que ponerte de más lo único que va a hacer es ensuciar la funda de tu almohada o dejarte la cara pringosa. Un truquito de experto es calentar la crema entre las manos, para facilitar su absorción. También podés reemplazarlas por un aceite nutritivo (o mezcla de aceites) ideal para vos. El aceite de avellana, por ejemplo, regula la producción de sebo de las pieles grasas; el de sésamo, es regenerador y antioxidante, ideal para pieles secas; y el de coco es perfecto para todo tipo de pieles, porque es nutritivo y antibacteriano.
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Bálsamo labial. Es el toque final del layering, que tiene por objetivo hidratar la boca. Una buena idea es hacer una pequeña exfoliación antes con un cepillo de dientes de cerdas suaves y luego aplicar algún producto con manteca de karité, un ingrediente nutritivo, calmante y cicatrizante.
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