Día del Amigo: ¿por qué nos hace bien la amistad? - Créditos: Getty
En el Día del Amigo vamos a hablar sobre el duelo en la amistad, un proceso del que suele no hablarse, ya que hay una tendencia a poner más énfasis en los duelos relacionados a las parejas o familiares y no se existe una denominación para el duelo que implica el quiebre, ruptura o distancia en una amistad.
Como seres sociales que somos, establecer y sostener un vínculo de amistad es sumamente productivo y necesario para sentirnos acompañados y contenidos. Hacer lazos con pares es enriquecedor y fortalece el sentido de pertenencia con nuestro entorno. Además, confiar en un amigo disminuye el estrés, fomenta la salud mental y permite atravesar situaciones de lo más adversas.
Desde la infancia y principalmente en la adolescencia se van generando vínculos de camaradería que cobran cada vez más significado e importancia, sin embargo, los amigos pueden llegar en cualquier momento de la vida. Cada vínculo de apego es diferente en cuanto a intensidad, los pasatiempos compartidos, en nivel de intimidad, la frecuencia con que se vinculan, etc, por lo que una persona puede contar con una gran variedad de amigos que ocupan un lugar diferente y especial en su vida.
Lamentablemente, por más de que haya amistades que se perciban “para toda la vida”, pueden suceder distanciamientos por cuestiones diversas como, por ejemplo, distancias físicas, cambios de intereses y prioridades, ingreso a nuevas etapas por parte de algún mimbro de la relación, o conflictos interpersonales de índole emocional. Estos distanciamientos pueden simplemente presentar un impass transitorio, o bifurcar los caminos definitivamente. Lo cierto es que toda separación implica desconcierto, dolor, angustia y elaboración de un duelo.
Sigmund Freud en su libro Duelo y melancolía define al duelo como una reacción ante la pérdida de una persona querida. La pérdida de un vínculo de amistad que no se pone en palabras puede generar malestar, tristeza y padecimiento silencioso. Ya sea una ruptura unilateral o de modo intempestivo, perder un confidente es difícil de digerir y, en todos los casos, deja una marca, una huella que debe encontrar un lugar para ser elaborada.
En el caso de que se trate de una “pelea” concreta y pasajera, podemos considerarla como una oportunidad para plantear nuevos pactos y acuerdos mutuos, en lugar de perpetuar el silencio y construir una muralla indestructible. En otros casos en que no haya lugar para una conversación inmediata, quizás sea pertinente tomarse un “descanso" en la amistad a modo de evitar una situación irremediable a futuro.
Sin embrago, lo más saludable en la mayoría de las veces es tomarse un tiempo para poder pensar la decisión tomada, registrar si hay necesidad de una charla franca o decidir por el silencio hasta contar con mayor claridad en torno a la ruptura o separación.
Posiblemente te haya pasado, tal vez, de idealizar ciertas amistades y sostener vínculos que en el presente ya no funcionan o no aportan bienestar. Aquí es relevante pensar que algunas amistades son transitorias, propias de una etapa y otras son transversales, duran para toda la vida.
¿Cuáles son las etapas del duelo, según Freud?
Negación. La noticia de la muerte de una persona genera una reacción de negación, se activa un mecanismo de defensa ante el dolor y la persona se dice a sí misma que lo ocurrido no es verdad.
Confusión
Ira y enojo
Dolor y culpa
Tristeza
Aceptación
Restablecimiento
Por Cecilia Taburet, Lic. en Psicología (UBA). Gentileza para OHLALÁ! La encontrás en IG: @lic.ceciliataburet
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