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Guillermo Kuitca en el Malba: una guía para recorrer la muestra y no perderte nada

El gran artista plástico argentino vuelve a colgar sus obras en Malba, te acompañamos a ver la exposición y te guiamos para que la aproveches al máximo.


Guillermo Kuitca

Guillermo Kuitca - Créditos: Gentileza Malba/ Alejandro Guyot



Su nombre remite a “beca artística”, a telón del Teatro Colón, a cruce entre pintura y artes escénicas, a camas y colchones, a prestigio internacional y a creador prodigio. Es uno de los principales artistas plásticos contemporáneos de Argentina y, después de veintidós años, vuelve a exponer en su país. Guillermo Kuitca inauguró muestra en Malba, el mismo lugar donde se presentó por última vez en la ciudad que habita desde siempre, pero donde se lo ve poco.

Yo, como el angel: una obra de 1985.

Yo, como el angel: una obra de 1985. - Créditos: Gentileza Malba

Con la curaduría de Sonia Becce y Nancy Rojas, Kuitca 86: de Nadie olvida nada a Siete últimas canciones es una selección de obras que no pretende abarcar una trayectoria ni ser antológica, sino que se concentra en un período muy significativo de su producción creativa: la que hace pico en 1986, una era caracterizada por el pasaje de la dictadura a la democracia; y también un punto de inflexión en su, ya por entonces, prolífica carrera como pintor.  

Conversamos con él y con las curadoras para no perdernos detalle de esta exhibición que promete ser uno de los hitos de este año. Te acompañamos a recorrer las salas en las que se expone Kuitca 86, con todo lo que tenés que saber para que puedas aprovecharla al máximo

Guillermo Kuitca junto a las curadoras de la muestra: Sonia Becce y Nancy Rojas.

Guillermo Kuitca junto a las curadoras de la muestra: Sonia Becce y Nancy Rojas. - Créditos: Gentileza Malba/ Fernando Bruno

1. Nadie olvida nada

La muestra nos recibe en una sala verde, contenedora e impactante. Allí están las obras más antiguas de las que vamos a ver. La primera aclaración que es muy importante tener en cuenta: Guillermo Kuitca no era ningún principiante en ese entonces. Es que este artista se caracteriza por una sorprendente precocidad: a los dos años dibujaba, a los seis tomaba cursos y a los trece expuso por primera vez individualmente -en 1974, en Galería Lirolay-. Como no dejó de producir nunca, a sus veintipocos ya contaba con una vasta trayectoria.

La exhibición Kuitca 86 se divide en cuatro espacios, tres de ellos corresponden a distintas series de trabajo entre 1982 y 1986.

La exhibición Kuitca 86 se divide en cuatro espacios, tres de ellos corresponden a distintas series de trabajo entre 1982 y 1986. - Créditos: Gentileza Malba/ Fernando Bruno

La serie Nadie olvida nada, que empieza a pintar en 1982, es un momento de madurez artística en la que incursiona en una experimentación con la materialidad, se vuelca por lo simple: “En 1980 Kuitca realiza un viaje a Europa que lo nutrió en artes visuales, en Argentina estaba en dictadura, sucedía la guerra de Malvinas –explica la curadora Becce al trazar el contexto-. Entonces para este año trabaja obras que abogan por la precariedad,. Utiliza elementos sencillos: pinta sobre maderas deterioradas, puertas de placares o muebles de su propio taller, usa poco pigmento, diluye pinturas secas. Es como volver al grado cero”

Además, es una etapa en la que explora la figuración. Aparecen las mujeres de espaldas -con la síntesis y su evocación del aislamiento- y las camas. Ambos elementos más tarde van a reaparecer en su obra y se van a configurar como identitarios. 

La cama amarilla es una de las obras emblemáticas de Kuitca.  Nadie olvida nada, 1982.

La cama amarilla es una de las obras emblemáticas de Kuitca. - Créditos: Gentileza Malba/ Fernando Bruno

Nadie olvida nada incluye uno de sus cuadros más emblemáticos: la cama amarilla. Es una de las pocas obras propias de esa época que Guillermo Kuitca conserva y con la cual mantiene un vínculo muy especial: "Fue robada en 1989 – cuenta el artista-. Cuando la recuperé, la enmarqué y me dije ´no se va más´. Así que está en mi casa: en general, apoyadita a un costado, ni siquiera colgada. Me hace compañía. Sale de viaje muy seguido y vuelve. Se ha convertido en un objeto muy afectivo para mí. Me cuesta verla como pintura, pero cuando la reencuentro en una muestra, colgada, veo que sigue siendo un cuadro, no solo una anécdota".    

2. El mar dulce

Pasamos a la sala siguiente, de aquí en más las paredes son blancas.

Si antes Kuitca había puesto el foco en los materiales y la figura, en esta serie apuesta todo al espacio. Ahora pinta sobre papel y las personas se dan vuelta: aparecen de frente. El artista crea escenas en ambientes amplios y de estructura teatral; los colores se encienden y el tono dramático se acentúa en las escalas agigantadas. Hay dos figuras del arte escénico internacional que lo fascinan y nutren: la bailarina alemana Pina Baush –una versión vanguardista e incipiente, no la consagrada coreógrafa que nos acercó Pedro Almodóvar más tarde- y el director polaco Tadeusz Kantor.

Del formato pequeño de la primera serie se expandió a una mayor escala y empieza a trabajar los espacios de dimensión escénica.

Del formato pequeño de la primera serie se expandió a una mayor escala y empieza a trabajar los espacios de dimensión escénica. - Créditos: Gentileza Malba/ Fernando Bruno

Guillermo Kuitca mantuvo un estrecho vínculo con el teatro, en los 80 lo inicia desde la dirección, tratando de no reducir su participación al aspecto escenográfico al que podría confinarlo su condición de artista plástico:

Ciertamente, mi vinculación con el teatro fue a partir de la crisis con la pintura-señala-. Fui pintor desde muy chiquito y en algún momento veo en el teatro algo mucho más poderoso, más cercano a mi poética. Por eso empecé a hacer teatro con mi amigo Carlos Iani y nos asociamos a hacer un par de espectáculos”. Mar dulce, de hecho, no solo se llama la serie que pinta Kuitca en este período, sino también es el título de la obra teatral que codirige y estrena en 1984. “En ese momento descreía de la escenografía, que muchos años después empezó a interesarme, no como algo espontáneo, sino a partir de la convocatoria de otros artistas, como Vivi Tellas, que me lo propusieron”, recuerda.

El mar dulce de 1983, así se llamó también la obra de teatro ue codirigió junto a Carlos Ianni.

El mar dulce de 1983, así se llamó también la obra de teatro ue codirigió junto a Carlos Ianni. - Créditos: Gentileza Malba

"Mi pintura, mi toque, se ha ido modificando por todo lo que hice a lo largo del tiempo. Como la voz cambia, la pincelada también", reconoce Kuitca. 

En estos cuadros, una vez que ya se introdujo la concepción espacial y cromática de lo dramático, empiezan a aparecer escenas con una fuerte carga emocional: violencia, situaciones sexuales, conflictos, cuerpos abatidos, muebles caídos. Para pintar esta serie, Guillermo Kuitca toma imágenes de obras de teatro reales. Incluso, algunos de los cuadros surgen de fotografías que toma en las funciones.  

También recurre a referencias cinematográficas y acá la imagen más significativa que se repite como un mantra es la del cochecito de bebé rodando por las escaleras. Una escena de la película El acorazado Potemkin, de Sergei Eisenstein que Kuitca repone con metáfora personal: como el barco que trajo a su familia desde Odesa a la Argentina.  

 

 

Tres días, Guillermo Kuitca, 1986.

Tres días, Guillermo Kuitca, 1986. - Créditos: Gentileza Malba/ Gabriel Valansi

3. Siete últimas canciones

En la última sala de exposición de obra ya entramos en el año 1986, que es un punto de llegada. Se exacerba el melodrama, la nocturnidad se impone al día, la figura humana desaparece –¡pero no la presencia!-, los espacios teatrales de perspectiva perfecta dejan lugar a los planos rebatidos –preanuncio de las plantas de departamentos que trabajará- con otra línea de horizonte. Hay un notorio cambio de mirada. 

En este espacio también se exhibe una pieza reciente, realizada especialmente para muestra, que se presenta en otro formato. Se trata de una maqueta: "Kuitca siempre pinta, y acá lo hace en tres dimensiones, como una paleta enloquecida", dice la curadora.

La maqueta que representa su taller en 1986 es una obra de 2024.

La maqueta que representa su taller en 1986 es una obra de 2024. - Créditos: Gentileza Malba/ Nicolás Beraza

Además, está el cuadro con el que participó en un homenaje a Vincent Van Gogh. En 1989 fue convocado junto a otros 19 artistas de distintos lugares de él y él era el más joven. Recreó El dormitorio en Arlés, del artista holandés, e introdujo en el cuadro su propio cuarto.

Así explica Sonia Becce el itinerario que nos trajo hasta acá: “La intención es hacer foco en 1986, con fugas puntuales a series icónicas inmediatamente anteriores y posteriores. La estrechez de la ventana temporal ‒una especie de inicio del BigBang kuitquiano‒ trae al presente a ese artista jovencísimo que empezaba a encontrar en las nuevas pinturas, de una carga experimental altísima, un lenguaje muy propio en concordancia profunda con su época. Si el título Kuitca 86 enfoca, el subtítulo, De Nadie olvida nada a Siete últimas canciones, amplía detalles sobre las pinturas incluidas, tanto las icónicas e insoslayables como muchas otras raramente o nunca exhibidas

 

Siete últimas canciones.

Siete últimas canciones. - Créditos: Gentileza Malba

4. Vidriera personal

Así como la arquitectura irrumpe con fuerza propia en la obra de Guillermo Kuitca, también lo hace en el tramo final de la muestra de Malba. Las curadoras cuentan que la intención fue transformar radicalmente el espacio arquitectónico habitual: así que el balcón del segundo piso del museo se convierte en un pasillo cerrado por primera vez para crear una sala alargada en la que larguísimas vitrinas 

Hay cartas, retratos familiares, fotos del interior del taller que había sido antes de Charly García, programas de espectáculos, recortes de diarios, contactos de fotografías, recuerdos de recitales, aparecen sus colegas.

La vida del artista también se expone, además de su obra, en un espacio final que recorre el fuero íntimo de Guillermo Kuitca.

La vida del artista también se expone, además de su obra, en un espacio final que recorre el fuero íntimo de Guillermo Kuitca. - Créditos: Gentileza Malba/ Fernando Bruno

"Varios artistas con los que me crucé aparecen en mi obra -aclara Kuitca-. Yo iba a las galerías a ver a artistas como (Rómulo) Maccio y era una fiesta. Como empecé de muy chico, los colegas de mi generación eran más grandes que yo, fue con quienes se produjo ese diálogo con los artistas que se produce habitualmente. Están todos los diálogos sobre la mesa. De la misma manera que entre los años 1991 y el 2011, cuando fue la Beca Kuitca, trabajaba con artistas mucho más jóvenes que yo y también tenía mucha influencia de ellos"  

 Así, la escala final del recorrido de Kuitca 86 por el Malba se da en un margen que acompaña en paralelo a la obra y representa su vida como artista.

Guillermo Kuitca en 1987.

Guillermo Kuitca en 1987. - Créditos: Gentileza Malba

"Alguna de estas obras no las veía hace 38 años y las reencontré al momento del montaje, en el Malba. Es como ver a un viejo amigo o, a veces, a un viejo rival. Ojalá el público pueda verlas desde el presente, ver lo que es esta obra hoy, no lo que fue hace muchos años", expresó Guillermo Kuitca

Kuitca 86: de Nadie olvida nada a Siete últimas canciones 

Hasta el 16 de junio se puede visitar en Malba

De jueves a lunes de 12 a 20 y los miércoles desde las 11.

Entrada general: $9.000 (hay 2X1 los lunes con Club La Nación)

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Carola Birgin

Carola Birgin Es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UBA, ejerce el periodismo desde 1997 y trabaja en LN desde 2009. Fue Secretaria de Redacción de la revista OHLALÁ!, Editora del Suplemento Moda Belleza y hoy es editora digital del grupo de revistas.


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