Por qué es importante leer “Cometierra”, la novela de Dolores Reyes acusada como “degenerada”
Cometierra, de Dolores Reyes, fue denunciado por ser “pornográfico”. Es una novela necesaria para debatir sobre violencia de género en el marco del plan de educación sexual integral (ESI), contenido oblogatorio en todas las escuelas del país.
12 de noviembre de 2024 • 12:19
Dolores Reyes y su libro Cometierra. - Créditos: Archivo LN
Cometierra, de Dolores Reyes, es uno de los libros “pornográficos” que figuran en la denuncia pública que hizo la Fundación Dr. Natalio Morelli a Alberto Sileoni, el director de Educación bonaerense, y por el que Victoria Villarruell criticó duramente al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof.
Cientos de padres de alumnos se quejaron del contenido erótico de esta novela -publicada por Sigilo en 2019-, promovida por los colegios secundarios como parte opcional del plan de educación sexual integral que delinea la ESI (Ley Nacional 26.150, que rige en todo el país desde hace 18 años).
Pero Cometierra no es una novela erótica, incluso me atrevería a decir que pertenece al género terror mezclado con realismo mágico. Y abarca temáticas que merecen ser exploradas y difundidas entre los jóvenes: violencia de género, femicidios en barrios vulnerables, el cuerpo de la mujer como basura, y la ausencia total del Estado y la Justicia. La protagonista tiene un don: come tierra de los descampados donde desaparecieron mujeres del conurbano –una de ellas su propia madre, también víctima de un femicidio- y, a través del contacto con la tierra, ve dónde están sus cuerpos.
Más que una escena de sexo oral, que es la media página que se cuestiona y que queneró hasta una denuncia judicial, Cometierra es un libro para visibilizar las violencias hacia las mujeres. Allí se plantea la desesperación en carne viva de familias que le llevan a la joven botellas con tierra y ruegan encontrar respuestas en la videncia, saber qué pasó con sus hijas desaparecidas.
La autora contó en varias entrevistas que su novela está dedicada a víctimas de femicidio, como Araceli Ramos y Melina Romero –que fueron asesinadas en el conurbano-, y a sobrevivientes que se pusieron en contacto con ella para contarles sus historias.
Dentro de la lista negra, se encuentran también obras de ficción y no ficción como Las aventuras de la China Iron, de la multipremiada Gabriela Cabezón Cámara; Las primas, de la reconocida Aurora Venturini, cuya obra habilita la discusión de temas como las violencias hacia las mujeres, los abusos sexuales infantiles, entre otros; Si no fuera tan niña. Memorias de la violencia, de Sol Fantín; Piedra, papel o tijera, de la poeta y traductora Inés Garland; Donde no hago pie, de Belén López Peiró; Berazachussetts, de Leandro Ávalos Blacha y Graymoor de Sebastián Vargas, por nombrar solo algunos.
Todos ellos forman parte de la Colección Identidades Bonaerenses. Un grupo de obras literarias que mientras más prohíban o critiquen, más curiosidad y ansias por leerlas despertarán entre los jóvenes. Y celebramos que así sea: la ESI, de aplicación obligatoria en todos los colegios del país, requiere de estos textos literarios para la formación ciudadana.