Habitación Macbeth: 5 motivos para ver esta obra que es un boom de la calle Corrientes

Sobre un escenario negro y vacío, casi sin elementos de escenografía, y acompañado tan solo por la música en vivo de un cello -interpretado por el músico Claudio Peña-, sale Pompeyo Audivert a escena. ¿Y cómo se piensa una obra en donde un solo actor interpreta a TODOS los personajes? Les pone el cuerpo, la voz, los movimientos, las interacciones entre ellos. Es todos ellos y es ninguno al mismo tiempo, como si fuera un médium que se deja poseer por la energía divina de cada uno. Es hipnótico verlo actuar a Pompeyo. Es un festival de emociones.  Es también un delirio, por momentos. Entrás en trance con él. Su voz (sin micrófono) lo inunda todo, y estamos en una de las salas teatrales más grandes de Buenos Aires. Hay pocas y milagrosas veces en donde un actor se convierte en la obra en sí misma. Y en "Habitación Macbeth" esto sucede con creces. 

Macbeth es una tragedia de William Shakespeare, que se cree que fue representada por primera vez en 1606 y que dramatiza los dañinos efectos, físicos y psicológicos, de la ambición política en aquellos que buscan el poder por sí mismo. Cuenta la historia de Macbeth, un general del ejército del Rey de Escocia, que ante una profecía de las brujas, la elocuente instigación de su esposa y de ciertas injusticias ocurridas, decide asesinar al rey en su propia casa para asumir el poder. La versión de Pompeyo trabaja esta idea en donde lo sobrenatural se impone a lo humano y marca el destino. Y su visión acerca la ambición, la compulsión, la traición y la decadencia humanas trascienden a la obra original y la resignifican desde el presente. 

Cuando salí de ver la obra, lo primero que me pregunté fue: "¿cómo hizo este ser para crear esto?". Porque Pompeyo hizo todo: la escribió, pensó la puesta en escena y dirigió a cada uno de los personajes que él mismo interpretó. Él mismo explica el proceso como una suerte de experimento creativo, que llevó a cabo durante largos años: "Cuando terminé de escribir la adaptación del texto y comencé con el trabajo de memorización en largas caminatas en mi casa de Mar del Sur, por ese ambiente salvaje y excitante de la playa y el campo; luego de unos meses, con la letra sabida, me puse a dar cuerpo a esas criaturas en el living de mi casa, de noche, solo. Fue un proceso gozoso y solitario que culminó en la primavera".  

"Habitación Macbeth" también es esto; es la constatación empírica de que el arte transforma, salva y permite que la creación encuentre su cauce cómo y dónde sea. Y que existen tantos procesos creativos como artistas en el mundo.

Si querés ir a ver algo "livianito", no vayas. Si buscás algo para "ir a pasar el rato", tampoco vayas. Porque esta es una obra donde hay que meterse con toda. O corrés el riesgo de quedarte muy afuera. O aburrirte. O no entender. Para entrar en la "Habitación Macbeth", hay que estar con todos los sentidos atentos. Hay que percibir diferencias sutiles; hay que leer entrelíneas textos profundos y difíciles. Hay que observar cómo con un único gesto del cuerpo del actor, ya el que está hablando es otro personaje. Solo los espectadores entregados a la magia y al trance teatral son capaces de disfrutar en éxtasis de 105 minutos de puro teatro.

Los que disfrutamos del teatro sabemos bien que una obra puede ser una experiencia espiritual. "Habitación Macbeth" lo es. Porque cuando se encienden las luces y cientos de almas aplauden, y el actor se rinde, ya vacío, y se inclina frente al público, hay una energía que es muy difícil de explicar con palabras. La intensidad física y emocional del actor en escena solo es equiparable a la intensidad de lo que el público también entrega de su parte al verla. Solo queda gratitud, asombro y maravilla.

Funciones: viernes y sábados a las 20 h

Entradas: desde $ 11.000 por Plateanet. 

Dónde: Teatro Metropolitan Sura (Av. Corrientes 1343, Buenos Aires).

Duración de la obra: 105 min.

Más info: @habitacionmacbeth.