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¿Qué es la Bioexistencia consciente y por qué nos puede traer bienestar?

¿En qué consiste esta corriente biológica y espiritual que busca comprender el origen de cada síntoma? ¿Cómo son las sesiones y cada cuánto conviene hacerlas? Nos adentramos en el mundo de la Bioexistencia consciente y te contamos lo que aprendimos


La Bioexistencia consciente es un modo de conocerse en profundidad

La Bioexistencia consciente es un modo de conocerse en profundidad



Cuando creíamos conocernos bien, después de haber probado diversas terapias holísticas, rituales y experiencias sanadoras, un nuevo síntoma o dolencia se presenta en nuestra vida y nos hace tambalear la estantería de lo que creíamos saber. Y tiene sentido porque, según nos explica Mauro Adrián Rossi, consultor en Bioexistencia consciente desde hace más de una década, el síntoma es nada más ni nada menos que la puerta de entrada al ser.

“La Bioexistencia consciente es un camino de conciencia de base biológica que abarca la experiencia humana completa y que usa el síntoma como puerta de entrada al ser”, nos cuenta.

Lucrecia Bianchi, cofundadora junto al primer chamán bioexistente del país, Pablo Almazan, del espacio terapéutico Humano Puente, acuerda con esa definición y la profundiza: “A la Consciencia (o espíritu) y a la biología muchas veces se las presentan como dos opuestos, pero en realidad son un todo indivisible ya que entendemos a la materia como la expresión de esa consciencia”.

En relación al aspecto biológico, Lucrecia dice que la biología siempre busca mantenernos con vida. “Es la que nos hace transpirar cuando hace calor para mantenernos frescos, o tiritar cuando hace frio para hacernos entrar en calor. Ella está siempre en busca del equilibrio”.

“Es por eso que, un síntoma no escapa a esa regla de supervivencia –continúa-. Un síntoma es una expresión, con un lenguaje propio, que se desarrolló mucho antes de que nosotros aprendiéramos las palabras y tuviéramos una cultura. Por eso, decimos que el síntoma es un ´atajo´ que nos sirve para comprender lo que nos está sucediendo profundamente, qué dolores intenta reparar en búsqueda de un equilibrio”.

Los síntomas nunca mienten

El gran conflicto aparece cuando descubrimos que nos hemos desconectado totalmente de nuestra coherencia emocional, dejando a nuestros dolores enterrados en lo más profundo del inconsciente. En este punto, Lucrecia arroja una verdad irrefutable: “Nosotros podemos mentirnos a nosotros mismos, pero el cuerpo nunca nos miente. Es crudamente sincero”.

Entonces, el síntoma es "un intento de reparación" de los dolores acumulados a lo largo de nuestra vida y guardados en nuestra memoria ancestral. “No es magia, es el lenguaje de la evolución. Pero como la materia es la expresión de la consciencia, no termina todo en la biología: tenemos ese sentir interno que nos indica cuando algo anda mal, cuando algo no nos gusta, cuando estamos cansados de repetir situaciones de vida o relaciones que nos hacen mal. Todo responde a una lógica perfecta y muy simple, pero que está en el pasado”, explica.

En síntesis, el síntoma para Lucrecia es entendido como "todo aquello que en tu vida sea vivido como algo no pleno”. “Todo responde a una lógica perfecta y muy simple, pero que está en el pasado. No hay síntoma sin historia. Es por eso que cuando los sanamos, la realidad y el presente cambian”.

Bioexistencia consciente: las bases y los alcances

Se puede decir que la Bioexistencia consciente nace influenciada por los descubrimientos del Dr. Ryke Geerd Hammer en el campo de la biología y que en el camino de su propia evolución fue enriqueciéndose con herramientas y técnicas de otras disciplinas.

Según Rossi, la Bioexistencia consciente no es una terapia ni una medicina alternativa. En cambio, se parece más a “una acción o movimiento que nace de aquello que me está doliendo o molestando de cada realidad particular. Lo detalla: “Eso que duele es lo que llamamos síntoma y es el socio perfecto para hacer el camino hacia mí mismo y poder transformar desde allí mi realidad”.

La epigenética, el psicogenealogía, el conocimiento maorí, el camino originario andino, Jung y los arquetipos, los descubrimientos de Masuoro Emoto, las constelaciones de Bert Hellinger, el Hoʻoponopono, entre muchas otras, son algunas de las herramientas que han ido “nutriendo y dando forma” a la Bioexistencia consciente.

Sesiones: en qué consisten

Rossi explica que el abordaje actual de la Bioexistencia consciente está basado en “un ciclo de consultas sugeridos para que uno pueda hacer todo el recorrido hasta el origen de un síntoma”.

“El camino comienza en un primer encuentro donde recorremos la vida contemporánea de una persona retrocediendo en ciclos biológicos memorizados hasta llegar a los tres años aproximadamente. En un segundo encuentro abordamos el tiempo que estuvimos en el útero de mamá. Luego vienen dos encuentros en modo disociado, en los que desarrollamos el Proyecto Sentido de la persona y el armado de su Árbol Genealógico, para finalmente iniciar las ceremonias de Reorixinis, un ritual creado por Pablo Almazan y Lucrecia Bianchi, donde vamos a la vida de nuestros ancestros para poder dejar que ellos expresen el ´para qué´ de mi síntoma”.

Las consultas se realizan en períodos “no menores a 30 días entre una y otra” y tienen una duración aproximada de dos a tres horas por encuentro. Se recomienda realizar alrededor de 10 a 12 consultas por abordar y conocer en profundidad cada síntoma. Rossi explica que se requiere de ese tiempo y esa frecuencia para “poder entender la lógica biológica y existencial que hay detrás de aquello que viene a mostrarme”.

Todo parece responder a una lógica perfecta y con respuestas a nuestro alcance, siempre y cuando nos animemos a ir a buscarlas al pasado.

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