Claves para no perder el entusiasmo en el trabajo
El síndrome del boreout –aburrirse en el trabajo- puede afectar nuestra salud emocional y física. ¿Sentís que nada de lo que hacés en la empresa tiene sentido? Es momento de replantearse si el camino que elegiste es el correcto.
21 de julio de 2022 • 00:21
La correcta redacción es una de las principales estrategias de venta: te hace creíble. - Créditos: Getty
¿Cuál es el trabajo ideal? ¿El mejor pago? ¿El que me permite acomodar mi vida personal con la laboral? ¿El que ofrece días de home office? Esa lista de prioridades depende de los objetivos personales de cada uno, pero hay un ítem que todos deberíamos incluir: el que me entusiasma como el primer día.
Ya conocemos esa sensación: al principio todo es un desafío, los compañeros parecen simpáticos, el jefe me tiene en cuenta, el clima laboral es genial y parecería no haber techo para crecer. Pero ese globo suele pincharse muy rápido –nada es ideal en esta vida- y la frustración no tarda en aparecer.
Esa sensación de letargia crónica que asoma cuando te sentás a trabajar tiene un nombre: síndrome de boreout. Es un cuadro de aburrimiento constante que puede manifestarse en el día a día con episodios de desgano, irritabilidad, ansiedad, aislamiento social y, en lo personal, puede provocar problemas de salud como insomnio y depresión. Es verse estancado y sin proyección profesional, más allá de lo que suceda a nivel salarial. Algunos especialistas coinciden en que el boreout puede ser incluso más estresante que el burnout, el agotamiento laboral, el famoso “estar quemado”.
El empleado con boreout suele “quemar” muchas horas laborales en actividades que nada tienen que ver con su trabajo, por ejemplo, chequeando redes sociales. Una encuesta de AOL sobre más de 100.000 empleados reveló que el 33,2% sentía que su trabajo no representaba ningún desafío, y que en cambio pasaban unas dos horas promedio por día en redes sociales para cumplir con la carga horaria requerida.
Muchos factores propios de la organización pueden contribuir a llegar a este punto de insatisfacción: tareas monótonas y rutinarias, poco o nulo reconocimiento por parte de los superiores –cuando trabajar bien o mal da lo mismo-, escasas oportunidades de ascenso, infraexigencia –no tener nada para hacer-, mala comunicación con los jefes –directivas poco claras-, poca flexibilidad, desconsideración ante las propuestas propias, etc.
Estos serían todos motivos extrínsecos a la persona, detalla la psicóloga Analía Tarasiewicz, psicóloga del trabajo y directora de la consultora Trabaja Mejor. “En estos casos la desmotivación está ligada a temas del afuera”.
Pero también hay cuestiones intrínsecas de cada uno que pueden afectar la vida laboral. “Muchas veces el empleo deja de ser tal y se convierte en un escenario de proyecciones de problemáticas no resueltas, en general, familiares o de vida. Entonces se deben trabajar aspectos más profundos psicológicos ya que la desmotivación no se resuelve solo con un cambio de empresa, o de rol. Es algo de la persona misma, y “eso” lo acompañará a donde vaya”, explica la especialista.
Preguntas fundamentales
Sí, estoy aburrido en mi empresa. ¿Qué hago ahora? “Primero hay que confirmar si se trata de una cuestión de motivación o si es que se terminó un ciclo y se debe comenzar en otro lado”, detalla la profesional, y plantea una serie de preguntas que el empleado en crisis debería hacerse para llegar a una conclusión sobre su futuro:
¿Cuál es tu visión personal y cuáles son tus metas en la empresa?
¿Cuál es la brecha entre lo que busca y lo que dan en tu empresa?
¿Qué tanto conocen tus resultados, tu gestión y tus necesidades de vida trabajo o metas a corto mediano plazo?
¿Cuáles son tus fortalezas y tus debilidades en relación a tu puesto deseado y tus competencias profesionales?
Si el balance es a favor de permanecer en la organización, entonces es momento de enfrentar el problema con un superior. Una reunión a solas puede ser una buena oportunidad para plantear la situación y mostrarse con voluntad de salir adelante. “Podés contarle qué hacés, darle feedback sobre cómo reconoce tu trabajo, y después involucrarte más en conocer los programas o planes desarrollo, posibilidades de la organización, armar una línea de tiempo con acciones concretas a trabajar”, enumera la psicóloga Tarasiewicz.
¿Y cuándo es momento de un cambio de aire? “Cuando la frase ‘no quiero ir a trabajar sigue siendo común en tu discurso, cuando sentís que levantarte para ir a trabajar es una pesadilla, cuando hiciste todo de tu parte y nada cambia, cuando el trabajo desbalancea la vida, cuando duele más allá de si lo hago bien o mal”, explica la psicóloga.
“Antes de que se empiece a fallar en el desempeño y en la productividad y aparezcan los síntomas como el malhumor, la bronca, los dolores físicos, la angustia y más”, es momento, por más que duela y todo parezca a veces imposible, de tomar acción y elegir un camino distinto.