Las ballenas están en peligro de extinción: ¿qué podemos hacer para salvarlas?
Las ballenas nos hipnotizan con su andar lento y sus despliegues como reinas del océano. Hoy están en peligro y nos necesitan para seguir enseñándonos sobre la magia que habita debajo del mar.
14 de enero de 2024
Las ballenas están en peligro de extinción: cómo podemos adoptar una. - Créditos: Getty
Las vimos en películas, libros y dibujos animados desde niñas. Algunas, quizá, tuvimos la suerte de observarlas de cerca en un avistaje. Pero ¿qué sabemos realmente de ellas?
Las ballenas francas del sur pueden llegar a medir entre 13 y 16 metros (¡la distancia de cuatro autos puestos en fila!) y pesar entre 30 y 50 toneladas. Para alimentarse, nadan lentamente con la boca abierta filtrando con sus barbas el krill. Dan a luz a una única cría cada tres años y mantienen una relación muy próxima hasta que se destetan e independizan a los 12 meses. Cada año viajan, de abril a diciembre, miles de kilómetros entre las áreas de alimentación y las de cría y reproducción.
Si bien es posible observarlas a lo largo de toda la costa argentina, es en los golfos norpatagónicos donde permanecen por más tiempo por su mayor protección para las crías. Se calcula que por año llegan a la zona 2000 ballenas: Península Valdés tiene la mayor concentración de ballenas francas australes de Sudamérica. ¿Y sabés por qué regresan? Porque tienen fidelidad de sitio y hacen transmisión cultural de madres a hijas.
¿Por qué es importante cuidarlas?
Las ballenas están en peligro de extinción: cómo podemos adoptar una. - Créditos: Getty
Los científicos descubrieron que son verdaderos centinelas del estado de salud del mar. ¿Cómo? Las ballenas migran, recorren miles de kilómetros y se reproducen en áreas muy distantes de donde se alimentan. Así, por ejemplo, si en un sector de cría muestran signos de desnutrición, esto indica que algo sucede en sus zonas de alimentación.
Si presentan altos niveles de contaminantes en sus tejidos, esto evidencia polución en el mar. Las ballenas distribuyen y reciclan nutrientes, contribuyen a enriquecer los lugares en los que viven y aumentan la productividad del mar. Un mar con más ballenas es un mar más sano. Además, es un mar más hermoso: las ballenas inspiran sentimientos de belleza y amor en millones de personas.
A pesar de que las poblaciones de ballena franca austral se están recuperando, muchas amenazas afectan el presente y futuro de la especie en nuestros océanos. Como otros grandes cetáceos, mueren cada año enredadas en sogas y redes y por colisiones con grandes barcos. Además, se observan menos crías de las ballenas francas de Península Valdés, luego de temporadas de alimentación con poca cantidad de krill. ¿Y por qué hay menos?
El calentamiento global derrite el hielo antártico y esto ocasiona importantes reducciones en las poblaciones de krill, que hiberna debajo del hielo. En consecuencia, las ballenas se ven afectadas por el aumento de la temperatura del planeta.
Las ballenas nos muestran lo que le sucede al mar. Y lo que le sucede al mar nos sucede a nosotros.
El significado del canto de las ballenas
La bióloga Virginia Tortolini lleva a cabo una investigación para entender las interacciones sonoras de las ballenas, especialmente entre las madres y sus crías. Su estudio demostró que existe una diferencia en las vocalizaciones de madres y crías como forma de relacionarse.
Hoy sabemos, entonces, algo maravilloso: que las ballenas francas australes se comunican principalmente a través del sonido debido a su vida completamente acuática, donde el sonido viaja más rápido y se atenúa menos que en el aire. Esto les permite comunicarse a grandes distancias y en condiciones de poca luz. Según la investigadora, los sonidos de las ballenas son de baja frecuencia y de duración relativamente corta, de apenas segundos o milisegundos, que se dan en un continuo de tiempo.
Por otro lado, y desde un punto simbólico y espiritual, el corazón de la ballena tiene un latido que se asemeja al ritmo del centro de la tierra, por eso ellas son sus guías directas. En el océano, son las guardianas del amor a través de sus vocalizaciones. Con su canto, apaciguan las emociones del mundo a través de la voz que les brota desde la garganta, desde las entrañas o desde el corazón.
Cada uno de sus sonidos acompaña un pedido diferente de la Tierra. Ellas nos dicen: “Cuando sientas que estás sin rumbo, cansada o no encontrás lugar en tu piel, observá el ojo de una ballena y vas a ver el camino directo al espíritu de la Tierra”. Vas a sentir su corazón como un tambor de fondo que te ayudará a flotar y a encontrar paz para tomar tus decisiones. Flotar nos ayuda a sentir, permitirnos sentir nos salva.
Ballena, animal de poder e intuición
Al ser el agua su único medio, la ballena nos vincula directamente con la intuición y la raíz de nuestras emociones. Su simbolismo evoca la sabiduría ancestral del planeta. Estamos ante un mamífero, el más inmenso de todos, que, tras los momentos de inmersión, se ve obligado a subir a la superficie a respirar aire fresco. Y esto es un recordatorio de que podemos sumergirnos en situaciones difíciles, pero necesitamos desconectar y llenar los pulmones de libertad.
Su poder simbólico, tanto psíquico como espiritual, es de profundidad, transformación y sostén. Lenta, contundente y paciente, llena de burbujas el fondo fangoso de las almas para que salgan a flote las penas y los estancamientos. Nos rodea con su cuerpo inmenso para que observemos lo que habitaba en el fondo del mar y nos estaba carcomiendo, sin la intención de hacer “algo”. Solo ver, sentir, respirar.
La misión de las ballenas, junto con la red de animales del océano, es mantener las aguas vivas. El océano no se mueve solo por la acción del viento, la luna y los movimientos de la Tierra, sino también por cada ser que lo habita. Cada uno tiene una particular acción, forma parte de una onda específica que hace que los oleajes existan. Las ballenas son tejedoras, entrelazan las historias de los tiempos, porque el agua lo sabe todo. Son una especie de caja negra de la Tierra desde el mar. No hay nada que ocurra en la Tierra que el océano –o las aguas– no sepa. Y mucho menos los seres que las habitan.
Lo que le pasa al océano les pasa a las ballenas (y también a nosotros, claro). Es importante remarcar los peligros a los que se enfrentan: los efectos en su salud de los efluentes cloacales e industriales y los fertilizantes; millones de toneladas de basura plástica que amenazan la supervivencia de las especies marinas; la extracción de hidrocarburos que pone en riesgo el ecosistema. Necesitamos involucrarnos para cuidar el hogar de las ballenas: promovamos océanos sanos y un mundo libre de amenazas e impactos humanos negativos para todos los seres que viven en los mares.
Adoptá una ballena
Con una donación mensual de $1000, podés ser parte de la comunidad de “adoptantes de ballenas” de Península Valdés. Ballenas como Hueso, Mochita o Pionera reflejan aspectos representativos de esta población. Cada una tiene su propia historia de vida, única y especial. Más allá de la que elijas, lo importante es que estarás aportando tu granito de arena para que entre todos podamos protegerlas en su hogar, los océanos.
Con tu adopción, recibís:
Un Certificado de Adopción con tu nombre y foto de la ballena.
La biografía de la ballena con su registro de observaciones.
La cartilla educativa “Conociendo a la ballena franca austral”.
Una ballena para armar de la Colección Cetáceos “Guardabosques”.
Suscripción al boletín electrónico bimestral “Noticias francas”.
Más info: www.ballenas.org.ar.
Fotos Gentileza del Instituto de Conservación de las Ballenas.
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