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Matrimonio igualitario: dos varones eligieron formar una familia y la hermana de una de ellos se ofreció como gestante

Se conocieron hace doce años; tras la postergación por la pandemia, hace siete meses se casaron; el pequeño Bastian nació a fines de mayo


Leo y Mati se casaron; están junto a Bárbara, gestante de Bastian.

Leo y Mati se casaron; están junto a Bárbara, gestante de Bastian.



Cuando se conocieron, hace doce años, no podían imaginar la posibilidad de casarse, mucho menos, de formar una familia con un hijo que llevara el apellido de ambos. Leonel Videtta y Matías Pulido tenían 23 y 21 años el día en que se cruzaron en redes sociales. Se acuerdan que, por entonces, lo más popular era intercambiar mensajes de texto a través del celular. El emoticón más usado era un “igual” junto a un “paréntesis”. Lo recuerdan con una sonrisa. Parece precario visto desde hoy. A ellos les alcanzó para que el flechazo fuera instantáneo.

Leo es autor y licenciado en Administración de empresas; Mati, bombero voluntario y redactor publicitario. El tiempo los siguió acercando con coincidencias: ambos trabajan en la Dirección de Ayuda Social del Congreso de la Nación, sólo que “separados –tal como ellos lo relatan- por un vacío entre cada ala del edificio del noveno piso”.

La historia de amor y convivencia es como la de tantas parejas, “con virtudes, defectos, aciertos y fracasos”. Justo antes de que empezara la pandemia decidieron casarse. Tenían ganas de celebrar con ese gesto que les habilitó la Ley de Matrimonio Igualitario, que se sancionó un día como hoy hace 12 años: desde entonces ya se casaron más de 20.000 personas del mismo sexo.

Leo y Mati se casaron en compañía de familia y amigos

Leo y Mati se casaron en compañía de familia y amigos

Sin embargo, tuvieron que postergarlo y recién hace siete meses lograron contraer matrimonio. La familia de ambos, amistades y también compañeros de trabajo y colegas del grupo de bomberos voluntarios del que participa Mati estuvieron en la celebración.

Aun reviven la emoción de aquel día, y de las vísperas. Porque no sólo se trató del casamiento, sino que, en paralelo, estaban viviendo una noticia añorada por años: iban a ser padres. Bastian, como llamaron luego al bebé, estaba creciendo en secreto en la pancita de la hermana de Mati.

“Maduramos ciertos temores y superamos algunas trabas internas. Recién cuando comprendimos el verdadero sentido de la palabra orgullo pudimos dar riendas sueltas a los deseos que golpeaban con fuerza en cada uno”, dice Leo. “Nos costó, nos cuesta y seguro nos costará más, pero la diferencia de doce años atrás es que ahora nos sentimos fuertes para decirle a la sociedad que somos una pareja como cualquier otra”, suma Mati.

La historia de la paternidad

Cuando pensaban en sus sueños, el que aún no podía cumplir la pareja o no sabía cómo era el de la paternidad. Pese al trabajo íntimo de ambos, parecía que seguía interponiéndose el pensamiento acusador de que una pareja de hombres no podía formar una familia.

Pero cierto día, hace tres años, Leo descubrió en Internet el grupo “Gestación subrogada Argentina”. Sí, Argentina. Y eso los impactó. ¿Acaso era posible realizarlo en nuestro país? ¿Es legal?

Leo se incorporó al grupo –en Facebook tiene casi 3000 miembros–. Así empezaron a acercarse a la posibilidad de subrogar: consultaron a médicos especialistas en fertilidad, abogados, escribanos, psicólogos. También se acercaron a la Federación Argentina LGBTQ+ que tiene un equipo de asesoramiento para las familias. El sueño parecía más cercano.

Supieron que, a partir del decreto de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA ) 93/17, ahora actualizado por el 122/20, es posible realizar el procedimiento de inscripción del recién nacido por gestación subrogada sin que un juez deba regularlo. Todo menor nacido por técnicas de “gestación solidaria” –tal como se lo menciona- puede ser inscripto en CABA a nombre de los padres intencionales (quienes tienen el deseo de paternar), siempre y cuando se realice un consentimiento informado detallado y protocolizado entre estos y la gestante, quien subroga el vientre sin voluntad procreacional y no comparte material genético con el embrión, debido a que el óvulo es donado.

Hace doce años que Leo y Mati están juntos; soñaban con casarse y formar una familia, algo que pudieron concretar.

Hace doce años que Leo y Mati están juntos; soñaban con casarse y formar una familia, algo que pudieron concretar.

Esta práctica se realiza en la Argentina desde 2007. Por carecer de un marco legal específico, no se cuenta con estadísticas, aunque existen datos de inscriptos en el Registro Civil (RC) de la CABA. Marisa Geller, médica ginecóloga, especialista en medicina reproductiva, directora médica de In Vitro Buenos Aires, detalló: desde que se dictaminó la disposición 93 en 2017, en el Registro Civil de CABA se inscribieron bajo este régimen 35 bebés nacidos por gestación por sustitución en la ciudad de Buenos Aires: 5 en 2018, 5 en 2019, 6 en 2020 y 19 en 2021. Es decir, hubo un incremento superior al 200 por ciento durante el último año.

Para Leo y Mati lo más difícil se volvía posible. O no… lo más difícil estaba por venir. Encontrar a la gestante. “Desde un primer momento sentíamos que debía ser alguien de nuestro círculo íntimo y cercano, acto de puro amor. Y lo dijimos, lo fuimos contando, con miedos, aún con ciertas dudas… porque no es sencillo que alguien ofrezca su vientre, que su familia lo acompañe, que los trabajos entiendan el proceso, que los derechos alcancen a todos por igual, quitar fantasmas y luchar contra opiniones ajenas”, reflexiona Mati.

Entonces, llegó Ceci, amiga de Leo, dispuesta a ser la gestante. Se hicieron los estudios que pedían en la clínica de fertilidad, pero los resultados no dieron bien. Había que cuidar a Ceci, no podían permitirse que su salud corriera riesgos, así que suspendieron esa opción. Recuerdan que hubo abrazos entre los tres, como buscando que ese apretón calmara ansiedades, detuviera las lágrimas.

Parecía que las posibilidades se desvanecían, pero el deseo permanecía vivo en ellos. Se dieron un tiempo para enfocarse en el casamiento: un año les dedicaron a los preparativos de la boda. Cuando todo estaba casi listo, a pocos días de enviar las invitaciones apareció la pandemia y, con ella el aislamiento. Se vieron obligados a reprogramar fechas cuatro veces seguidas, sin terminar de saber cuándo podría hacerse.

Fue en medio de ese panorama incierto cuando recibieron el llamado de la hermana de Mati, Bárbara, mamá de tres hijos. Ella quería saber si la idea de ser papás aún seguía siendo prioridad para la pareja. “Nos quedamos en silencio, un poco sorprendidos por su ofrecimiento”, dice Mati. “Nos contó que la familia apoyaba su decisión. Nos envolvían en un manto protector de amor inexplicable”.

Seguía la pandemia, pero ellos avanzaban como podían. El casamiento, por ahora no se podía concretar, pero sí la consulta en la clínica de fertilidad para iniciar un nuevo tratamiento. Las restricciones por Covid en ese momento empezaban a aflojar así que Bárbara pudo hacerse los estudios y los resultados fueron óptimos para encarar el proceso. Una vez que se obtuvo el óvulo de la donante anónima se generaron cuatro embriones con aporte genético de ambos.

Hoy el 80 por ciento de los centros fertilidad ofrecen el servicio. Según la directora médica de In Vitro Buenos Aires, el costo del tratamiento difiere entre los centros pero, en promedio, es una técnica cuyo valor asciende a 20 mil dólares (incluye el asesoramiento legal y psicológico, el tratamiento reproductivo, el estudio genético de los embriones y la primera transferencia) y otros 20 mil dólares más en concepto de gastos de la gestante (acuerdo entre partes, medicina prepaga y seguro de vida).

En el caso de Mati, Leo y Bárbara en cada momento indicado por la clínica se iban realizando las transferencias embrionarias al útero de la portadora. Recién el tercer intento fue un éxito. Aún recuerdan cuando aquella vez el resultado del laboratorio los sorprendió: llegó al teléfono de Mati, que se levantaba de la guardia en los bomberos. Vio el positivo. Las piernas le temblaban y solo atinó a whatsappear a Leo: “Creo que somos papás”.

Durante la fiesta de casamiento no contaron que Bastian estaba en camino. Luego sí, pasados los tres meses empezaron a relatar cada detalle. Recuerdan esos días como de abrazos interminables, infinito amor de amigos y familiares.

Bastian nació el 30 de mayo a las 20.32. Fue un momento mágico para la familia. Mientras sonaba Abel Pintos en el quirófano, el primer llanto de Bastian fue la señal más clara de que había llegado. "Mi hermana lloraba, nosotros llorábamos y hasta los doctores se sumaron a tremenda emoción", relata Matías.

Leo, Matu y su bebé Bastian

Leo, Matu y su bebé Bastian - Créditos: Gentileza

Hoy, entre pañales, cólicos y mamaderas, Bastian les enseña, los interpela, desafía y enamora cada día.

Este es el IG de Leo y Mati (@leisymati). Ellos encantados de recibir consultas para ayudar a quienes quieran saber más.

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