La historia de amor personal de Gabriel Rolón

Todo comenzó hace muchos años, precisamente hace 12, cuenta Rolón, cuando se encontró con Cynthia: recuerda haberse sentido impactado. Charlaron un tiempo, luego tuvieron varias citas hasta que en un momento se besaron. Con ese beso, recuerda que pensó: “estoy en problemas porque yo me voy a enamorar de esta mujer”. ¿Y por qué un problema?, se dijo y respondió: Porque ella no estaba disponible para responder a mi amor en ese momento, ella no estaba disponible para mí.

Luego de verse varias veces más, él reconoció que se encontraba en un momento decisivo: si seguía “volcando” más amor y no se detenía, ella podría romperle el corazón. Así de literal. Y por eso se dijo a sí mismo: “Ahora estoy en un punto que si me detengo,  me va a doler unas semanas, pero si sigo avanzando me va a doler muchísimo más, me va a romper el corazón y no quiero sufrir ese dolor por alguien que en este momento no se puede comprometer conmigo. No quiero volcar agua yo solo en el recipiente”.

Al poco tiempo de haber llegado a esa decisión, una noche la invitó a cenar a un lugar lindo y luego de una velada agradable, le dijo: “Ésta es la última vez que nos vemos. Entonces ella me miro y me dijo, ¿por qué? Porque vos no estas preparada para construir conmigo un vínculo de amor, si yo ahora me voy me va a doler, pero si yo avanzo después me va a doler muchísimo más y quiero estar con alguien que también me pueda amar".

Como prueba de autoestima, Rolón consideraba que, luego de reconocer esa inequidad aparente entre ellos, si él continuaba dando se iba a “vaciar”, y así no iba a poder “defenderse” ya que ella no daba lo mismo o en similar medida como para reponer lo que él ya había entregado.

Aquella noche, luego de la cena, el psicólogo dijo: Si lo dejamos ahora te voy recordar con mucho cariño, pero si te dejo más adelante te voy a recordar con mucho dolor. Enseguida llamó al camarero, pagó la cuenta y se levantó. “Cuando di dos pasos ella me freno, y me dijo y ¿si yo también lo intento? ¿Me das esa oportunidad?” Imaginan la respuesta, ¿no?

 “Hoy hace 12 años que vivo con ella, es mi esposa y el amor más fuerte que sentí en mi vida”, cuenta, feliz.

En varias entrevistas, Gabriel Rolón también contó que, gracias a la puesta de un límite donde se prioriza el amor propio, y así también su propia dignidad, es que pudo marcar la diferencia con ella. Encuadrar la relación que quería, con o sin ella. El tipo de amor que esperaba recibir era uno equitativo donde él tuviera un lugar en su vida para ser amado como él, inevitablemente, sabía que él la amaría a ella en un lapso de tiempo muy breve.

¿Sabés por qué estamos juntos? -continuaba en entrevista con el relato de su propia historia de amor-, porque tengo mi dignidad. Si yo seguía con acuerdos incondicionales de mi parte yo iba a perder la dignidad y entonces, si yo me siento indigno, y ella también lo percibe así, seguramente tampoco iba a poder amarme”.

Si se pierde el amor propio, se pierde dos veces: “perdí el amor de vos hacia mí y el amor de mi hacia mí”, explicita.

Desde entonces se levanta feliz cada día a su lado. Y dice algo que también nos resulta muy interesante: Gabriel suele instalar una idea (que pone en práctica a diario) que muchas veces es pasada por alto en las parejas: la de reafirmar que se siguen eligiendo, más allá de las diferencias, de tener un mal día o de encontrarse peleados.

En sus palabras: “Antes de dormirnos, aunque estemos medio enojados, porque también tenemos esos días, la abrazo, le doy un beso y le digo ‘no te olvides que vos seguís siendo la elección de mi vida, aunque nos estemos durmiendo un poco enojados’”.