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"Me peleé con mi mejor amiga... ¿qué hago?"

Compartían y se contaban todo... hasta que un día sentís que el vínculo se está diluyendo. ¿Duele más terminar una amistad que un amor? Acá, algunas claves para afrontar el break-up.


Break up de amigas: ¿duele más perder un amor o una amistad?

Break up de amigas: ¿duele más perder un amor o una amistad? - Créditos: Getty Images



En general, pensamos que una amistad no tiene nada que ver con una relación de pareja. Una amistad, se cree, es sin esfuerzo, fluye naturalmente, no trae implícita la posesividad de una relación amorosa, ni los celos, ni la frecuencia impuesta. Es más, un amigo o amiga es ese lugar donde vamos a hablar de nuestras parejas, para bien y para mal, exentas de creer que eso que nos cuesta en los vínculos de intimidad pueda afectar nuestra amistad. Decimos "No, no, nada que ver, nuestra amistad es libre y desinteresada, es un refugio..." Pero no. Desgraciadamente, las amistades también se terminan. Viene con el paquete de la vida que algunas personas, que nos acompañaron buena parte del camino, queden en el camino. Y, en sus finales, romper con un amiga o amigo se parece bastante a romper con una pareja. Por empezar, una se la ve venir. La relación pasa por un desgaste innegable, la cosa se oxida, pesa, el encuentro no se produce. En los mejores casos, una relación de amistad se desvanece y ya: queda un final abierto. En los peores, hay una pelea que deja en evidencia la brecha y volver atrás ya no es una posibilidad. ¿Te pasó alguna vez? ¿Cómo la piloteaste?

 

¿Por qué se está terminando?

Los motivos pueden ser miles. Desde el desacuerdo más bobo hasta una traición profunda, lo cierto es que una amistad es estructuralmente frágil, sobre todo cuando nos vamos poniendo más adultas. Aquel mecanismo de la pelea y la reconciliación, que funcionaba aceitadamente cuando éramos más chicas, muchas veces no resiste el paso del tiempo. Cuando la vida se va poniendo compleja (y compleja no quiere decir "bajón", también puede ser complejamente feliz), necesitamos a nuestro lado personas que nos amen, y que nos demuestren ese amor de las formas más simples, pero activamente. Cuando la amistad se vuelve necesaria, los amigos de la foto se pierden.

¿Cómo sacar la culpa de la ecuación?

Claro que en un país que idolatra la amistad como un canto de tribuna, pelearse con una amiga o amigo se vive con culpa, porque además todo el mundo va a salir a decir: “Oh noo, vuelvan, son tantos años de amistad…”, y esas cosas que dicen las personas que no quieren que nada cambie nunca. Pero no hay por qué intentar volver. Es mejor idea abrirse a los amigos nuevos, con los que podamos andar esta parte del camino que empieza hoy.

Pero duele, claro, porque efectivamente hay mucho compartido, pero también porque, cuando pasa, ya es demasiado tarde para intentar cualquier cosa. Ese no-protocolo que tiene la amistad a veces es un problema, porque la premisa de que un amigo te quiere como sos a veces nos impide hacer ajustes. Preferimos callar a pedir, y de pronto ese silencio se llena de fantasmas. 

También duele no tener un motivo preciso. Nos queremos ir de ahí, pero no sabemos exactamente por qué, lo que dispara más culpa y más molestia. En este punto es bueno recordar que a menudo los amigos se separan porque ya estaban separados, porque los roles quedaron fijos en un lugar que ya no nos representa. Y eso se siente como una verdad muy poderosa pero intransferible: si quisiéramos hablar con nuestros amigos para explicárselos, tampoco sabríamos qué decirles.

¿Qué hago si me peleé con una amiga?

  • Tomá responsabilidad en la ruptura: no es todo culpa del otro y en toda historia hay dos versiones. Eso te va a ayudar.

  • Concientizá los hábitos: cuando dejás de verte con una amiga de muchos años, te va a pasar que de repente sentís muchas ganas de decirle cosas (¿qué es un amigo sino un gran interlocutor?) y te vas a encontrar hablándole frente al espejo medio por inercia, por el hábito de conversar, aunque en realidad aquello otro más lindo de “comentar la vida” ya no te saldría con esa persona.

  • Bancá la confusión. Cuando dos enamorados se separan, con el tiempo suele armarse un protocolo de manejos de redes, saludos para los cumpleaños, eventos importantes, etc. Cuando una amistad se termina, cero. Nos llamamos para el cumpleaños, obvio, pero, ¿y todo el resto? ¿Qué pasa en las reuniones de grupo? ¿Cómo hago con aquella plata que le presté, o me prestó? ¿O esa campera que tengo de ella?

  • Hacé el duelo. Es común sentir dolor, furia, tristeza y alegría... y todo eso mezclado.

  • Y nunca, bajo ningún concepto, pienses que sos una mala amiga. La vida es también desencuentro y no sos la única persona a la que le pasa esto. A veces, la costumbre no alcanza para sostener un vínculo. Por suerte.

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