Álbum del Mundial: ¿por qué estamos tan ansiosos?
Pediatras y psicólogas señalan que aumentaron las consultas por situaciones de ansiedad en infancias y adolescencias. Lo de las figuritas es sólo un ejemplo del estado de ansiedad en que vivimos. Algunos ejercicios para reducirla en familia.
1 de septiembre de 2022
El álbum del Mundial se agotó en pocos días - Créditos: Archivo LN
El álbum del Mundial Qatar 2022 salió para el Día del Niño. En pocos días, en los kioscos se agotaron el álbum y las figuritas. Luego empezaron a conseguirse a cuentagotas. Queda la opción de las aplicaciones, que te llevan la compra a tu casa: mientras más comprás, más descuento conseguís. Pasaron 15 días y hay quienes terminaron de armar el álbum. Faltan más de dos meses para que empiece el mundial.
Las pediatras Lucila Fernie y Dolores Lynch y el pediatra José Luis Matozzi, en su Instagram, señalan que aumentaron las consultas pediátricas y psicológicas por situaciones de ansiedad. “Mientras, una mamá me decía: ¿cómo hago con mi hijo futbolero de 13, con el que habíamos decidido que se comprara 2 paquetes por semana? Otra mamá contaba que le regaló 10 paquetes a su hijo a la mañana y luego 10 paquetes a la tarde por si se acababan. Y sí, se acabaron. Saqueamos los kioscos”, relatan en un posteo que tiene miles de "me gusta" y compartidos.
Y sigue este posteo, que circuló por los "chats de mamis" en los colegios, entre docentes y psicólogas. “Lo pedimos online, ni vamos caminando a buscarlo. ¿Compramos de a 20 paquetes por día, así lo llenamos rápido? Tan rápido que el mundial no empezó. ¿Y el juego en el colegio? ¿El intercambio de figuritas? ¿Todo eso desapareció en 15 días?”.
La ansiedad no se desató con el furor por el Mundial y las figuritas, aunque es un ejemplo que las profesionales traen a la conversación para hablar de un tema de salud mental. Una oportunidad, también, para reflexionar sobre la importancia de los juegos, que a veces se pierden por la necesidad de inmediatez, y que para las infancias son terapéuticos y muy necesarios.
Ansiedad en tiempos de consumo
El médico psiquiatra Ricardo Corral, docente de la UBA, señala que la ansiedad es una emoción normal en las personas porque es algo inherente que tiene el organismo frente a ciertas circunstancias. El problema es cuando se presenta en exceso.
“Esta situación tiene que ver con nuestra sociedad contemporánea, una sociedad del consumo, muy vinculada a querer tener cosas”, dice Corral. "Se genera una distorsión que tiene que ver con el tener y no con el ser”. Las figuritas no escapan a esto: quiero tenerlas y que sea ya.
Según su mirada, hay un estilo de vida que suma cada vez más presión por conseguir cosas. Y a esto es importante plantearlo desde la educación familiar y escolar y desde lo gubernamental. Se refiere al bombardeo de publicidades en los productos y programas para infancias, todas generadoras de deseos de tener cosas. Siempre hay que consumir.
La psicóloga Paula Mayorga reflexiona sobre por qué la ansiedad aparece en primer plano con el furor por las figuritas del Mundial en este país futbolero. Señala que las infancias están desarrollando algunas funciones del yo, como la tolerancia y la espera, pero no por eso dejan de expresar sus deseos.
“Si las mamis o papis corren a comprar como si las figuritas fueran una necesidad básica, en realidad deberíamos pensar qué les pasa a ellos respecto de lo que creen hacerles a sus niños cuando los hacen esperar”, reflexiona.
Recuerda que la ansiedad es un estado del ánimo que se va aprendiendo a regular en la crianza, pero que también se desregula en los ámbitos ansiosos en los que nos criamos. “No es el ritmo de la época, sino la inmediatez en que creemos que se deberían lograr los objetivos lo que hace que esta sea una época ansiosa”, dice. “Hoy día vemos adultos preocupadísimos por acelerar procesos (educativos, vocacionales o de todo tipo de orientación) en niños y jóvenes. Procesos que llevan un tiempo interno de desarrollo, de condensación, de decantación que queremos resolver en dos minutos”.
Cómo regular la ansiedad
Corral considera importante volver a la idea del juego y, también, de la actividad física para las infancias como un modo de reenfocarnos y bajar la ansiedad. “La comunidad en su conjunto, los docentes, los políticos deberían trazar una planificación de lo que los chicos necesitan, de lo importante para su salud: la actividad física y el juego, por ejemplo, que mejoran un montón de variables biológicas y hacen que el niño crezca mejor y tenga un equilibrio psíquico”. Un niño tiene que realizar 60 minutos diarios de juego o actividad física intensa, puntualiza. Eso no debería negociarse.
La tarea de las familias es fundamental. “Si en la casa, los mayores consumen todo el tiempo y están ansiosos por consumir todo eso se traslada a los chicos”, dice el psiquiatra. “Los padres, a veces inconscientemente, quieren comprarles más cosas a los chicos, un poco para mostrar ante otros padres esa competencia de quién tiene un juguete o una tecnología más moderna”, agrega.
Sostiene que eso es muy poco recomendable y suma que en una sociedad en donde el 40% de las personas es pobre se vuelve aún más frustrante para muchos no poder consumir eso que parece un imperativo de felicidad. “Hay más prevalencia del tener que del ser. Es importante plantearlo desde niños, desde la educación, para revertirlo”.
La pediatra Lucila Fernie también hace foco en el trabajo en familia para regular la ansiedad. “Cambiar la realidad que vivimos hoy en pos de niños menos ansiosos implica incorporar una actitud que es contracultural con nuestro día a día”, dice. “Los padres nos piden que los ayudemos a que cambien sus hijos, sin percibir que deben cambiar los adultos primero, que los cambios involucran a la familia, al hogar y sus rutinas”.
Fernie, junto a su colega Dolores Lynch, enumeran algunas cuestiones que podrían ayudar en esa dirección:
Un buen ejercicio para autoevaluarnos es intentar registrar nuestra conducta ante las esperas: salas de espera, colas en el súper, en el tráfico, frente a los semáforos. ¿Somos pacientes? ¿Nos enojamos? ¿Cuánto tardamos en protestar?
Podemos registrar cómo impacta a los chicos nuestro uso permanente del teléfono, que interrumpe la conversación o el juego con la excusa de que es algo importante. Con eso le mostramos que no podemos esperar. También el modo acelerado de escuchar los mensajes: parece que el modo normal es inviable, se escucha 1,5 o 2. Tratar de desacelerar.
Vinculada con la anterior, podemos revisar: ¿hacemos todo el tiempo más de una cosa? ¿No podemos darle a nuestro hijo nuestra atención completa por un rato y después hacer otra cosa?
Revisar: ¿las agendas de los chicos están muy cargadas? ¿Debemos correr mucho de una actividad a otra? Un buen ejercicio es tomarse más tiempo para las cosas cotidianas, como poner la mesa con calma, comer despacio, sin pantallas y darse tiempo a conversar, hablar, escuchar. Dejar un espacio de 15 o 20 minutos entre actividades es el mínimo recomendable.
“El cuerpo tiene un modo “estrés”, pero está diseñado para situaciones puntuales. No para funcionar estresado en forma permanente”, señala Fernie. Esa situación agota al cuerpo y a la mente, de ahí la importancia de replantearse algunas conductas y tratar de desacelerar. Si bien a veces puede haber una base genética en la ansiedad, se puede trabajar en los factores ambientales.
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