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Cómo impacta el avance multitasking en nuestra mente: formas de ordenar las tareas para estar enfocadas

Con el avance del multitasking, nuestra mente se convirtió en una máquina pochoclera. ¿Cómo podemos ordenar las tareas y mantener el foco?


Multitasking: cómo impacta en nuestra mente.

Multitasking: cómo impacta en nuestra mente. - Créditos: Getty



¿Alguna vez hiciste pochoclos? ¿O los viste estallar en la máquina u olla mientras se cocinan? Igual que los granos, en nuestra mente los pensamientos van explotando frente a un sinfín de estímulos y una oferta infinita de contenidos. Nos pasa a todos: estamos abrumados (está muy difundido el concepto burnout).

Por eso, el psicólogo David Levy, investigador de la Universidad de Washington, acuñó el término popcorn brain para definir un cerebro inquieto y acostumbrado al multitasking, que les presta “atención” a varias pestañas del navegador a la vez, que mantiene muchas charlas en simultáneo en el chat y que está pendiente del sonido del celular. Nuestra mente vive a un ritmo totalmente acelerado y las ideas van saltando, disparadas y sin orden, para cualquier lado. ¿Qué podemos hacer frente a este fenómeno?

Múltiples estímulos

Multitasking: cómo impacta en nuestra mente.

Multitasking: cómo impacta en nuestra mente. - Créditos: Getty

Un estudio realizado en 2015 mostró cómo las notificaciones de los teléfonos celulares impactan en nuestra capacidad de atención y disminuyen el rendimiento de la actividad que estemos haciendo. Nos distraemos fácilmente con el sonido de un mensaje, un mail o una promo del banco. Otro estudio publicado en la Nature Communications analizó la tendencia global de atención en las redes sociales y otras plataformas digitales, y concluyó que nuestra capacidad de atención colectiva disminuye debido a la abundancia de información.

Pero ¡ojo!, el conflicto no solo está en el celular. La computadora también se comporta como una extensión de nuestro cuerpo: vivimos sentadas frente a ella, con una pésima postura, tecleando sin parar, respondiendo mails casi sin correr la mirada... La comodidad de tener una computadora personal y poder llevarla a todos lados se convirtió en un nuevo enemigo.

 

Debido a la irrupción del trabajo remoto, se rompió el espacio laboral y personal, lo que nos hace creer que podemos abrir la computadora en cualquier lugar y trabajar: “Tengo un hueco de 10 minutos, puedo adelantar algo del laburo”. Mientras miramos el partido de fútbol de nuestro hijo, cuando esperamos en el auto, en la sala del médico o mientras dejamos la comida en el horno, abrimos la computadora y avanzamos, como si ese acto no tuviera ningún tipo de consecuencia.

A saber: lo primero que provoca es que no tengas consciencia del momento en el que estás; segundo, no hay espacios de bajo esfuerzo mental, en los que se puede liberar un poco la mente para estar menos pesada; y además, es bastante agotador a nivel mental estar todo el día procesando información compleja. Esta sobrecarga de estímulos hace que nuestra capacidad de concentración se vea seriamente afectada. Es una lucha constante por el limitado recurso intelectual de nuestros cerebros, y cada vez es más difícil mantener el foco en una sola tarea sin que aparezca algún tipo de interrupción.

Recursos cognitivos

Los procesos cognitivos incluyen aspectos básicos, como la percepción y la atención, y otros más elaborados, como el pensamiento. Cualquier actividad que realicemos, como leer, lavar los platos o ir en bicicleta, lleva implícito un procesamiento cognitivo. Nuestro cerebro puede almacenar más de 40.000 palabras, reconocer más de 5000 caras y tomar cientos de decisiones en un día. 

Sin embargo, sus recursos no son inagotables y, para lograr un buen desempeño, tiene que ignorar algunas cosas para ocuparse de otras. Gracias a la atención selectiva, nuestro cerebro elige qué estímulos merecen su atención en un determinado momento y cuáles no. Esta capacidad nos permite priorizar y dirigir nuestros recursos mentales hacia las tareas más relevantes.

Podemos procesar poca información por unidad de tiempo, como si fuera la memoria RAM de la compu. Pongamos algunos ejemplos: no podemos leer, escuchar y entender lo que alguien nos dice en el mismo momento, pero sí podemos escribir un mail con música o la radio de fondo; o hablar por teléfono mientras caminamos. Hay tareas que requieren bajo esfuerzo mental y tareas que requieren alto esfuerzo mental.

 

Lo que se vuelve difícil hoy en el día a día es que estamos constantemente entrando en tareas de alta carga cognitiva. Abrís las charlas de WhatsApp mientras seguís armando una presentación, redactás un mail y seguís el hilo de conversación del chat del colegio de tu hijo...  

Cuando pasás a un tema nuevo, tu cerebro vuelve a la memoria de largo plazo, a acordarse de lo que se trata ese tema. Se pone sobre la mesa la famosa pregunta “¿en qué estaba?”, para darle la señal a la mente de que traiga de la memoria esa info de nuevo.  

Por eso, cuando una tarea se interrumpe por algún motivo, al querer retomarla vas a tener que volver a pensar dónde estabas. Es como salir y entrar en la pileta: cuando te tiraste, estabas cómoda, pero saliste un tiempo, te secaste y, al volverte a meter, con frío, hacés de vuelta el proceso. 

Sistema de recompensas 

Hoy en día, tenemos muchas más cosas que compiten por nuestro tiempo y nuestra atención. Con cada notificación del celular, por ejemplo, se dispara la dopamina, el neurotransmisor que genera felicidad y que guía la motivación; y sí, por esto mismo es que este pequeño aparato nos resulta tan seductor. Ahí adentro hay un montón de cosas atractivas que nos motivan: la conversación con tu amiga, un chat laboral que te da ansiedad porque estás esperando una respuesta, videos divertidos y memes, muchos memes.

Estamos guiadas por estos impulsos. Usar el tiempo que pasamos arriba del colectivo para leer un libro o ponernos a estudiar en papel ya es algo tan lejano que pareciera que lo hacíamos en el siglo pasado. ¿Por qué hoy en día ya no podemos disfrutar de la lectura en ese ratito de viaje?

 

Porque ahora nuestra atención compite con las ganas de una amplísima oferta de cosas que nos dan mucha dopamina y evitarlas requiere mucho control inhibitorio, control de los impulsos. Hablamos del sistema de recompensas, que funciona de tal manera que, si yo creo que algo va a dar una buena sensación, lo hago y genero dopamina. Cuando libero dopamina, quiero hacer más de eso. En cambio, el texto que te aburre o ese proyecto que tenés que terminar no te generan nada, porque tu cerebro se fue acostumbrado a circuitos mucho más rápidos.

La cantidad de información a la que estamos expuestas cambió. El celular nos invita a scrollear constantemente, por eso es importante ser conscientes y saber volver a enfocarnos si notamos que nuestra cabeza se está empezando a distraer. Es como ir al gimnasio de la atención, podés hacer alguna practica de mindfulness o de meditación, por ejemplo. Toda técnica que ayude a controlar la reacción va a ser una gran ayuda para el control de los impulsos. 

¿Cómo afecta a los más chicos?

Los chicos están expuestos a recompensas rápidas. Todo está a un clic de distancia y, en Internet, pareciera que el mundo avanza a otro ritmo. Pedís comida por aplicaciones que te muestran segundo a segundo por dónde anda tu combo, cualquier artículo que compres online llega “mañana”, esa película que tenés ganas de ver está disponible 24/7 y las compras del supermercado tardan pocas horas en llenar tu heladera. Vivimos en una versión rápida, como si al video de nuestros días le hubieran puesto el modo hiperlapso y todo lo necesitamos “para ayer”.

Esto provoca que los más chicos no conozcan lo que es “la espera” y, por consecuencia, una respuesta que se demora les es muy difícil de procesar. Todavía no sabemos cómo afectará todo esto en sus sistemas atencionales a futuro. Analizando los niveles de motivaciones que tienen en la actualidad, ¿podrán sostener, en un tiempo, la lectura de un libro grande, pesado y difícil de digerir?¿Cómo lo llevarán adelante teniendo el celular al lado? ¿Cómo será esa competencia? Es como si quisieras hacer dieta sin harinas y tuvieras una medialuna enfrente todo el tiempo. 

Por otro lado, tanto estímulo y facilidad de recompensas podría afectar no solo sus niveles de ansiedad, sino también su creatividad. Porque el problema no es solo atencional, es que hay muchas cosas a su alrededor diseñadas por la lógica de las redes sociales, la tecnología y los videojuegos, para que tengan muchas ganas de seguir usándolos. Los chicos necesitan tener espacios para inventar un juego con los 3 juguetes que tienen, porque en esos momentos desarrollan la imaginación, la planificación, la motricidad y el pensamiento divergente. El peligro es que estas actividades compiten directamente con la propuesta de las tecnologías, que ofrecen todo mucho más rápido y fácil.

Tipos de atención y cerebros diversos

No es lo mismo armar la presentación de un proyecto laboral que mirar una película con subtítulos o servirnos un vaso de agua. Cada tarea tiene un grado de complejidad distinto y por eso existen diferentes tipos de atención.

En neuropsicología se suele dividir la atención en 5 tipos:

  1. 1

    Atención sostenida: es la que se activa cuando tenés que mantener la concentración en una tarea específica durante bastante tiempo.

  2. 2

    Atención selectiva: la utilizamos para inhibir estímulos y focalizarnos. Aparece cuando hay muchas cosas en el ambiente y tenés que mantenerte enfocada en una cosa puntual y aislarte del resto, filtrando la información irrelevante. Por ejemplo, trabajar en una oficina llena de ruido y conversaciones.

  3. 3

    Atención dividida: es la habilidad de poder atender diferentes cosas al mismo tiempo. 

  4. 4

    Atención focalizada: el nombre lo adelanta. Es la que se utiliza cuando tenemos que enfocarnos en algo y sostenerlo en el tiempo, sin distracciones.

  5. 5

    Atención alternante: se refiere a la capacidad de cambiar la atención de una tarea a otra con facilidad.

    El tipo de atención que necesitás en cada momento tiene que ver con la cantidad de carga cognitiva que requiera procesar la tarea que tenés que llevar adelante. Hay cosas que necesitan de mucho foco, por ejemplo, escribir un artículo, y hay otras que no requieren tanta atención, como hacer un mate. Como ya tenés conexiones neuronales hechas para hacerlo, preparar el mate es algo que hacés rápido, casi sin esfuerzo mental. 

    La atención no funciona como un músculo único, por eso, frente a algo que te interesa, tu atención funciona mejor, la sostenés más. Pero si es algo que es demasiado difícil para entender (como leer un texto muy técnico), llega un momento en el que te abrumás y dejás de prestar atención. Hay varios factores que hacen que tu mente en un momento no preste más atención y se empiece a dispersar, o se distraiga con los estímulos del lugar en el que estés.

    Por otro lado, tenemos que entender la neurodiversidad, esto quiere decir saber que no tenemos un perfil cognitivo único, que todos somos diferentes y procesamos información diferente. Dentro del paraguas humano, la atención no va a funcionar igual para todos. Por ejemplo, hay personas que son muy buenas controlando los impulsos, por un tema de genética, historia o factores de la personalidad. Y después hay otras a las que les cuesta más y otras a las que les cuesta muchísimo más aún. Cada una es un abanico de posibilidades. 

Expertas consultadas:

Sofía Geyer. Consultora en creatividad e innovación. @sofiageyer.innovacion

María Roca. Dra. en Psicología (MN 33819), coordinadora de actividades a la comunidad de Fundación INECO, investigadora Independiente del CONICET.

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