Qué significa saber manejar el estrés, según Carlos Jaramillo
Charlamos con el médico especializado en medicina funcional y bioquímica nutricional sobre el gran enemigo oculto para la salud: el estrés.
19 de enero de 2025
Carlos Jaramillo, experto en manejar el estrés. - Créditos: Gentileza Carlos Jaramillo
En los últimos años, el estrés se convirtió en una de las principales preocupaciones de salud, al punto de ser considerado como “la mayor epidemia del siglo XXI”. La constante presión por equilibrar las demandas laborales, familiares y personales muchas veces nos termina afectando más de lo que creemos. ¿Te suena?
Conversamos con el Dr. Carlos Jaramillo, cirujano certificado en Medicina Funcional (IFMCP) y autor de El milagro metabólico, Como y Antiestrés (Planeta), que nos compartió las claves para mejorar nuestra calidad de vida, cuidar nuestra salud mental y aprender a vivir en equilibrio.
¿Hay claves y hábitos para superar el estrés?
Más que para superarlo, son para manejar el estrés. Hablar de algo antiestrés no es quitar el estrés. Primero, es imposible, y segundo, no es necesario. Hay que permitirlo. El cuerpo necesita estresarse todos los días para inducir a una respuesta correcta de adaptación. Cuando la gente dice que toma o hace determinada cosa para no estresarse, eso no existe. Para mí, la mejor forma de verlo es algo parecido a la filosofía del surf, un deporte que acabo de aprender. Olas siempre va a haber, pero la ola te revuelca o la surfeas. La clave es aprender a surfear la ola.
¿Qué se te dio por aprender a surfear de grande?
Me mudé a California y allí es una religión. Me pareció maravilloso. A mí me gusta mucho tener momentos de solitud. Una práctica de soledad, donde yo pueda tener un espacio conmigo, al que, más que soledad, llaman solitud. Y en el surf he encontrado eso. Es el mar, conmigo y mi cabeza. Superándome, cayéndome.
Carlos Jaramillo, experto en manejar el estrés. - Créditos: Gentileza Carlos Jaramillo
¿Qué beneficios encontrás en eso?
Todos los beneficios del mundo, la neuroplasticidad no para nunca. Tiene mucha mayor formación hasta cierta etapa de la vida, pero eso no quiere decir que pare. De las cosas que más fomenta la inteligencia, una es seguir aprendiendo pequeñas cosas en el tiempo. Cuando surfeas, te toca aprender muchas cosas, por eso es tan interesante cuando uno empieza a fraccionar las diferentes etapas y los distintos pequeños aprendizajes que trae alrededor. Cualquier cosa nueva que tú estés aprendiendo, si lo miras como que vas a aprender de meteorología, corriente del agua, el aire, el sol, sobre tablas, respiración, aprender a nadar, a la larga estimula tu cerebro de muchas formas.
¿Y estos momentos de solitud servirían como una herramienta para surfear el estrés?
Absolutamente. Es como bañarse, que a veces uno empieza a resolver los problemas o las ideas llegan. Cuando vivimos pegados al celular todo el tiempo, conectados con el mundo externo, no estamos conectados con nosotros mismos. Hay gente a la que le parece incómodo parar a mirarse a sí misma. Haz algo solo, que no sea ver Netflix, una actividad como nadar, caminar, hacer ejercicio, que te permita estar en movimiento pero en conexión con tus sentimientos, tus emociones, tus pensamientos y tus creencias. Ahí empiezan a llegar las respuestas, y si tengo la humildad para verlas, recibirlas y entenderlas, es absolutamente transformador. No hay que irse a vivir a California para surfear, puede ser tan sencillo como salir a caminar, comprar un árbol y tener una práctica de regado. Pero se nos olvida y negociamos muy fácil lo primordial.
Carlos Jaramillo, experto en manejar el estrés. - Créditos: Gentileza Carlos Jaramillo
Hay muchas demandas...
Claro, pero entonces tú dices: “Voy a hacer ejercicio durante media hora porque no tengo más”, y justo a esa hora te dicen: “Llegó Jaramillo a Buenos Aires y la única hora que puede es a las 7 de la noche”, y esa era tu hora de hacer ejercicio, pero en vez de decir que estás disponible para Jaramillo a partir de las 7 y media, lo negocias. Y a la larga, así negociamos todo. Esas pequeñas cosas como el tiempo para almorzar, la llamada a tus padres, el tiempo con tu pareja, el tiempo de lectura a tus hijos. Las cosas que de verdad edifican y construyen la vida.
Se juega mucho la culpa en esas decisiones saludables, ¿no? El costo de quedar antipáticos y decir que no, nos cuesta.
Nos cuesta en lo inmediato, pero el costo a largo plazo es peor. El ejemplo más doloroso de eso, son muchos amigos que tengo de 50, 60, 70 años. Todos llenos de éxitos, de premios, de dinero, de todo. Lo que más les pesa en la vida es el tiempo que no estuvieron con sus hijos. Cambiarían toda la plata que tienen por 10 minutos más de cuando su hijo tenía 8 años. Lo mismo cuando dicen “cambiaría lo que fuera por 10 minutos de una conversación con mi papá”. Si a mí en este momento me llaman mis papás, les contesto. Les digo que estoy en una entrevista y que luego los llamo. Pero no lo negocio. Para mí la vida no se compone de las vacaciones en Las Bahamas, se compone de llegar a mi casa, que vengan dos niños y el perro a saludarme, y que mi esposa se alegre de que yo llegue. De eso se compone la vida. Las Bahamas son cinco días del año.
En el libro hablás de distintos tipos de estrés. ¿Podés contarnos cuáles son esos tipos de estrés?
El estrés que todo el mundo cree que tiene es el mental. Desde lo etéreo, yo genero un pensamiento que es solamente mío y ese pensamiento genera una respuesta fisiológica en toda mi biología. Me aumenta la frecuencia cardíaca, me la baja, me genera taquicardia, me genera sudoración, lo que sea. Ese es uno. Luego está el estrés físico, que es el sobreentrenamiento, la falta de sueño, la sobrecarga de trabajo, cualquier cosa que supere lo que mi cuerpo es capaz de soportar desde el punto de vista físico. También puedo tener estrés químico por un envenenamiento agudo o crónico por algo como la mala alimentación o por embriaguez por cualquier sustancia, no solamente por el alcohol.
¿Por ultraprocesados también podría ser?
Sí, claro. La alimentación estresa al cuerpo poco a poco. El estrés puede ser agudo o puede ser crónico, sostenido en el tiempo. Yo puedo quemar un pan metiéndolo a ochocientos grados en un horno cinco minutos. O lo puedo quemar metiéndolo a veinte grados por un año. Lo interesante es que todo se mete dentro del mismo embudo y todas van a la misma respuesta. La respuesta del cuerpo del paciente estresado mentalmente es exactamente igual que la respuesta del que está estresado químicamente y del que está estresado físicamente. Lo único es que las puertas de entrada son distintas en cada uno.
¿Cuánto tiene que ver la respiración en ese proceso?
La respiración es una gran herramienta, súper poderosa, súper necesaria, pero, como todo, es una herramienta. Hay una forma en la que al cuerpo le gusta respirar, involuntaria y que para el cuerpo es normal. Pero hay una forma que al cuerpo le gusta, que es la respiración intencional, haciendo respiración diafragmática, permitiendo al abdomen expandirse cuando uno inspira para que el diafragma baje completamente y llegue el aire hasta la base de los pulmones. Si no, el aire, como cualquier gas, se queda hacia la parte media del pulmón y hacia los ápices. Yo puedo aprender eso y, en un momento de emociones, que estoy absolutamente primitivo, que tengo el berrinche, la rabia, la ira, parar por un segundito a respirar, calmarme y traer un poco más de atención a mi corteza prefrontal, que es donde yo tengo el control consciente de mí. Lo mismo con el miedo, la angustia...
¿Cuáles son tus herramientas de gestión?
Ser curioso. Creo que la curiosidad es muy importante en la vida. No casarse con ninguna creencia, porque te limitan un montón. De pronto, hoy te funciona una cosa y un día te deja de funcionar. Cásate con estar abierto a deconstruirte, a renunciar a tu personalidad, a tu forma de ser, a tus creencias en cualquier momento, para poder construir nuevas cosas e ir evolucionando. En el momento en que estás dispuesto a deconstruir algo que tú mismo elaboraste, la curiosidad te permite elaborar otra cosa. También para uno poder gestionarse, lo más importante es amarse a sí mismo e ir a su ritmo. Mi ritmo es mío, no es el de nadie. Si me inscribo a hacer un maratón, al principio voy a empezar a mi ritmo, aunque haya gente que ya corre bien. Se trata de mí, de nadie más.
¿Cómo impacta la alimentación en nuestro estrés y en nuestras emociones?
Muchísimo. Una buena alimentación no le va a solucionar el estrés a nadie del todo, pero la buena alimentación te pone en los senderos, por lo menos para que eso no sea un problema. Una mala alimentación te genera resistencia a la insulina, te puede provocar un aumento de peso, que te produce inflamación crónica, te daña el intestino y toda la forma de asimilar los nutrientes que necesitas en tu vida. Una mala alimentación te daña la piel, el cerebro. Si tu intestino está permeado, tu cerebro puede estar permeado, la función de tus neurotransmisores y la producción es completamente errática. Entonces, después estás triste y la solución es un antidepresivo, pero no. El antidepresivo es como un analgésico temporal, pero es importante poner tu vida en orden. Una de las cosas que más ayudan a poner la vida en orden es la alimentación que te da método, conexión, posibilidades.
¿Cuáles son tus no negociables de la alimentación?
Yo no soy de los satanizadores, pero para mí un no negociable es no tener ultraprocesados en el diario. Y ¿por qué digo en el diario? Yo no eligiría aceite de canola para todos los días en casa, pero no voy a andar en todos los restaurantes diciendo “por favor, ¿será que me puedes cocinar la carne con aceite de oliva, o con mantequilla, o con ghee manoseado por el Dalai Lama?”. ¡Pues no! Pero ¿yo me la paso comiendo aceite de canola, que es tremendo ultraprocesado, todos los días? No. El día que voy al restaurante, dejo el drama.
¿Cómo incide la actividad física en la gestión del estrés y en la longevidad?
El sábado fui a un casamiento y el abuelo de mi amiga, que tiene 92 años, estuvo bailando con todo el mundo, agarrando el micrófono al lado del DJ, hablando perfectamente lúcido como si tuviera 75 años. Para mí, eso es longevidad, ser joven por más años, no viejo por más años. Yo no quiero llegar a esa noción que tenemos del abuelo de 92, que está como una pasa de uva arrugada, incrustado en un sillón porque no es capaz de pararse. Pero si estoy a los 92 absolutamente lúcido, valiéndome por mí mismo, queriendo seguir aprendiendo, haciendo cosas, ¿Por qué no? Puede traer cosas difíciles como tener un hijo, su pareja o la mayoría de sus amigos que se le hayan muerto, pero si sigo vivo, prefiero estar vivo bien. Una verdadera medida de longevidad es la actividad física. No porque sea la más importante, sino porque es la que te permite hacerte cargo de todo el resto de las cosas. Si yo tengo actividad física, tengo un cuerpo que gestiono, disfruto y con el que soy capaz de celebrar la vida. El cuerpo que funcione se construye. No es al azar.
Hay gente que dice “yo tengo buena genética, no voy al gimnasio”.
Es lo mismo que decir “yo tengo tan buena suerte que recibí una herencia y voy a malgastar la plata”. Pero ¿por qué no la cuidas? ¿Por qué no la inviertes? ¡Te puedes quebrar! Después llegas a los 70 y ya no puedes hacer ejercicio. El abuelo de mi amiga hace ejercicio todos los días y tiene 92 años. Hace lo que puede, obviamente. Pero eso le permitió bailar toda la noche.
ANTIESTRÉS, DE CARLOS JARAMILLO (PLANETA)
A partir de un análisis profundo y accesible, el Dr. Carlos Jaramillo nos enseña que el manejo del estrés no es un milagro, sino un trabajo diario que requiere conciencia y herramientas efectivas. Paro, respiro, observo y reinicio.
Tomar pausas conscientes, escuchar a nuestro cuerpo y reiniciar nuestras vidas para lograr un equilibrio saludable que nos permita disfrutar de una vida plena, sin que el estrés nos controle. Este libro es una guía práctica para gestionar el estrés, la ansiedad, el insomnio y el burnout.
Carlos Jaramillo en OHLALÁ!
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