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Taylor Swift contó que tuvo anorexia: así logró superarlo

Desde que la artista estadounidense habló de su lucha contra la anorexia, el mensaje a favor de la salud mental se convirtió en una de sus grandes banderas. Te contamos sobre su lucha y te brindamos pautas de alarma para reconocer los trastornos de conducta alimentaria.


Taylor Swift, en una de sus últimas fotos en Nueva York>; ahora, de visita en Argentina.

Taylor Swift, en una de sus últimas fotos en Nueva York>; ahora, de visita en Argentina. - Créditos: Getty



Expuesta al gran público tanto en el escenario como en las redes, la artista estadounidense Taylor Swift -a pocas horas de presentar su primer show en el país- contó que los comentarios que recibió sobre su imagen años atrás deterioraron su salud mental. Según ella misma dijo, esas opiniones la arrojaron de manera silenciosa, pero constante, al mundo de los trastornos de conducta alimentaria (TCA). 

Considerada en el mundo como una de las grandes artistas feministas de la época, a través del mensaje de sus letras de alto contenido político (y poético), Taylor intenta impactar positivamente en la vida de sus fans: abre espacios para cuestionar al patriarcado, las políticas de ultraderecha, los roles de género y los modelos hegemónicos de belleza, ubicándolos entre los grandes destructores de la autoestima y la salud mental. 

 

Un dato para considerar sobre la relevancia de abordar trastornos de alimentación: la Argentina es el segundo país con más casos de anorexia y bulimia del mundo.

Antes de repasar cuáles son los tipos de TCA que existen y las principales pautas de alarma para reconocer la enfermedad a tiempo y pedir ayuda profesional, repasemos qué dijo la artista al respecto en el documental sobre su vida “Miss Americana (¡si no lo viste, todavía está en Netflix!):

Taylor Swift y los trastornos de la conducta alimentaria

"Con el correr de los años, aprendí que no me hace bien ver fotos mías todos los días", contaba al tiempo que manifestó la tendencia a dejar de comer que empezó a percibir: "No dices 'tengo un trastorno alimenticio', pero sabes que controlaste todo lo que comiste ese día".

"No te das cuenta de que lo haces, porque es algo gradual. No estoy orgullosa de eso. Hay cosas que me detonan. Puede ser una foto en la que mi barriga se ve muy grande o que alguien diga que parezco embarazada. Eso me detona y dejo de comer", detallaba de manera tan cruda como necesaria.

"Creía que debía sentir que estaba a punto de desmayarme en el escenario. Ahora me doy cuenta de que si comés, conservás energía y te fortalece. Puedes hacer muchas presentaciones y no sentirlo. Fue una evaluación muy positiva, porque ahora estoy feliz con cómo soy. No me preocupa tanto si alguien me dice que aumenté de peso", relata.

Con el correr del documental, la artista estadounidense admite queno es una puerta fácil de cerrar”. Todavía hay días en que piensa en dejar de comer, pero se obliga a cambiar de pensamiento mientras se repite a sí misma: "Es mejor tener kilos de más que lucir enferma. Eso no te conduce a nada bueno".

Los tipos de TCA

  • Anorexia Nnrviosa: distorsión de la imagen corporal, miedo extremo a subir de peso, dietas extremas, ayunos, y a veces vómitos.

  • Bulimia nerviosa: atracones frecuentes con métodos compensatorios: ayunos, laxantes, diuréticos, ejercicio excesivo, vómitos.

  • Trastorno por atracón: atracones frecuentes sin método compensatorio.

  • Trastorno por Rumiación o M&E: se da cuando la persona mastica y escupe el alimento para no tragarlo, de manera frecuente y sostenida en el tiempo.

  • Trastornos por evitación o restricción de la ingesta de alimentos: se da mayormente en niños. Hay fobia a ciertos olores, texturas y sabores. No tiene que ver con la imagen corporal.

  • Vigorexia: obsesión por desarrollar cada vez más masa muscular, sin notarlo en el espejo. Nunca es suficiente, llegando a consumir anabólicos, esteroides, etc, y condicionando su vida.

  • Ortorexia: obsesión con la comida 100% saludable, llegando al punto de aislarse y de no poder consumir algo fuera de lo que la persona cree saludable, y si lo hace, le genera un grado de ansiedad y angustia muy grande.

  • Diabulimia: combinación entre diabetes y trastorno alimentario. La persona no se aplica la insulina con tal de no recuperar peso, generando las graves consecuencias no solo del TCA sino de la diabetes. Es el TCA más riesgoso de todos.

  • Pregorexia: es el trastorno alimentario en mujeres embarazadas, es riesgoso tanto para el bebe como para la mama. Por eso si la persona padece un TCA no se recomienda quedar embarazada hasta que el síntoma disminuya.

  • Pica: ingesta de sustancias no comestibles como tierra, arcilla, hielo (entre otras), sostenido en el tiempo y de manera frecuente.

  • TANE: trastorno alimentario no especificado. Predominan los síntomas característicos de un TCA pero no cumplen todos los criterios de ninguno de los trastornos en la categoría diagnóstica de los trastornos de la conducta alimentaria.

  • TERIA: trastorno evitativo y restrictivo de la ingesta de alimentos. Se da mayormente en niños y no tiene que ver con una distorsión de la imagen corporal.

Pautas de alarma frente a un TCA

Agustina Murcho, nutricionista especializada en trastornos de la conducta alimentaria, detalla a OHLALÁ algunas pautas de alarma para detectar un TCA a tiempo:

Cuando se ponen excusas para no comer, especialmente en familias donde hay adolescentes y se escucha a repetición “ya comí en lo de una amiga” o bien, acepta comer pero enseguida va al baño en forma recurrente, la experta sugiere prestar especial atención. Otra muy frecuente se observa cuando la persona con presunto problema de la conducta alimentaria tiene distorsión de la imagen corporal y se vuelve costumbre escucharla decir que está gordo/a, cuando no es así.

Por otro lado, si se hace ejercicio extremo, también hay que atender si está pasando algo más. Agustina pone énfasis en las personas que se pasan muchas horas en el gimnasio. Por supuesto, si se observa que empiezan a dejar de comer o restringir ciertos alimentos, también es signo de alarma.

“Frente a estas actitudes, debemos sentarnos a charlar sin confrontar, ofrecer un espacio de diálogo sin forzar y evitar hacer referencias al cuerpo o al peso”, aconseja.

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