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Bangkok

Templos con Budas de oro sólido, mercados flotantes, restaurantes entre las nubes... Todo es posible en la exótica, inabarcable capital tailandesa




BANGKOK.- Al salir del aeropuerto internacional de Suvarnabhumi, lo primero que mata es la humedad: es algo que golpea y de algún modo certifica que acabamos de dar media vuelta al mundo. Es una manera distinta, calurosa, de decir Bienvenidos a Bangkok.
Lo segundo que se nota, sin dejar el aeropuerto, es la omnipresencia del rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej; su imagen cubre las enormes paredes de vidrio; distintas gigantografías lo muestran en familia, hablando por teléfono, concentrado frente a un libro. Los últimos tiempos han sido políticamente convulsionados en el antiguo reino de Siam, con el golpe de estado en 2006, el restablecimiento de la monarquía constitucional en 2007 y el juicio político al nuevo primer ministro en 2009. Pero el soberano, dicen, mantiene su popularidad.
El tercer dato acerca de Bangkok se aprende al tomar la autopista, adornada con estatuas de elefantes y más retratos del rey, hacia el hotel: acá el tránsito es casi tan pesado como la humedad.
Durante las próximas horas, más y más lecciones se sucederán a cada momento. Con nueve millones de habitantes, Bangkok es uno de los gigantes urbanos y económicos del sudeste asiático, con su posición dominante entre Myanmar, Laos, Cambodia y Vietnam. Y es una habitual puerta de entrada a la región. Exótica, previsiblemente, pero también densa, contaminada, intensa, sobrepoblada, excesiva día y, por cierto, noche.
Sin embargo, seguramente debido al suave carácter tailandés, la ciudad junto al río Chao Phraya es relativamente tranquila y segura, incluso en sus zonas más... erróneas, en los famosos distritos rojos, que atraen tantos norteamericanos y europeos solitarios. Lo que la hace aún más intrigante. Y eso que, como destino, suele funcionar sólo como escala cultural y de compras por dos o tres noches, antes de rebotar en conexión hacia las idílicas playas del Sur, como las de la famosa isla Phuket.
En el lado este de la ciudad, Ratchaprasong es un distrito comercial donde se ubican varios de los mejores hoteles. Allí, la transitadísima intersección de las avenidas Ratchadamri y Phloen Chit resume la gran paradoja de esta ciudad. En una de sus esquinas se encuentra el altar de Erawan, sitio de oración hinduista donde los devotos rinden culto 24 horas al día a la diosa Brahma con danzas, inciensos y ofrendas. La esquina de enfrente, en cambio, la ocupa una gran vidriera de Louis Vuitton.
No es mala síntesis para una ciudad donde religión y comercio parecen ser muy buenos vecinos. Tailandia debe ser el país con más templos budistas en el mundo y Bangkok parece ser una de las ciudades con más actividad comercial en torres vidriadas y en puestitos callejeros.
Así que, aunque no se planee comprar mucho, es inevitable conocer los mercados, las ferias y hasta los shoppings de Bangkok: la vida de la ciudad transcurre en gran parte entre locales y galerías. Estas son algunas paradas esenciales:
CHATUCHAK . Uno podría irse de vacaciones a este mercado más que a Bangkok. Es que Chatuchak, que funciona sólo los fines de semana, es un pequeño pueblo en sí mismo con 5000 puestos en un predio de más de una hectárea, pero que rebalsa sus propias fronteras: fuera del mercado propiamente dicho, cientos de vendedores callejeros continúan ofreciendo, en un amplio radio, desde comida hasta relojes.
Lo que más se ve acá es ropa, auténtica y de la otra; artesanías-suvenires, en general más bien industriales. Pero también alimentos, juguetes, lámparas, mascotas y cualquier cosa que se pueda imaginar. ¿Busca estatuas de Buda de todas las medidas? Hay. ¿Un escorpión vivo? Ningún problema. ¿Un muñeco de Alien en tamaño natural? Claro, pase que se lo embalan y lo envían a su casa. Sólo es cuestión de caminar, descubrir y regatear. Con una recomendación: "Si ves algo que te gusta, compralo en el momento porque es probable que no vuelvas a encontrarlo en este laberinto", explica la inglesa Nicola Chilton, relaciones públicas regional de Four Seasons en Tailandia. Reserve al menos tres horas para Chatuchak, sin pretensiones de verlo todo.
MERCADO DE FLORES . Si Chatuchak puede resultar algo agobiante, Pak Khlong Talad es un interesante contraste. Más tradicional y en menor escala, es un gran lugar para confirmar la impresión de que los tailandeses realmente aman las flores. El mercado funciona todos los días, las 24 horas, pero el mayor movimiento se da entre la madrugada y el amanecer, cuando llegan los camiones cargados de flores frescas.
A pesar del nombre y el protagonismo floral, el Pak Khlong alberga también docenas de puestos de carnes, frutas, verduras, especias y otros productos, todo en un ambiente relajado que poco tiene que ver con Chatuchak.
MERCADOS FLOTANTES . Aunque existen varias de estas ferias acuáticas alrededor de la ciudad, la más famosa y turística es Damnoen Saduak. Queda a las afueras de Bangkok, hacia el Sur, por lo que para visitarla hay que considerar una excursión de medio día o más, que suele comenzar muy temprano, alrededor de las 7, y que se puede contratar fácilmente por medio del hotel. Más o menos en las mismas condiciones que cuando fue instalado hace unos cien años, aunque ahora totalmente saturado de gente, consiste en un castigado canal principal donde se alinean botes de madera exhibiendo todo tipo de productos, entre los que avanzan, a remo, otros botes de alquiler (por unos diez dólares la hora) con potenciales compradores y turistas sacando miles de fotos.
NO HAY MALL QUE POR BIEN.... Mucho menos pintorescos, pero también representativos de la vida real, los grandes shopping malls redondean el mapa comercial de Bangkok.
En el distrito de Ratchaprasong se pueden encontrar varios malls, uno al lado del otro. Siam Paragon es uno de los más grandes y caros, con todas las marcas internacionales, locales de diseño y decoración, y hasta Lamborghini de distintos colores para elegir, si hiciera falta. Ah, y también salas de karaoke. Lo mejor, un supermercado gourmet ideal para proveerse de arroces, condimentos, sopas instantáneas y golosinas en los packagings más fantásticos. Gaysorn es otro shopping, aún más orientado al consumo de lujo (Louis Vuitton, Prada, Armani, Boss, Zegna). A pocos metros, en cambio, el WBK ofrece todo lo contrario: pisos enteros de celulares, computadoras y ropa, todo parecidísimo a best sellers de marcas muy conocidas, pero, en fin, con algunas diferencias de calidad y también de precio.

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por Redacción OHLALÁ!


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