Berlín siglo XX, de la Bauhaus a la PlayStation
Cuatro museos recorren la rica y profusa historia de la ciudad a través del cine, el diseño, la fotografía, los videojuegos y lo que fuera la vida cotidiana durante el régimen comunista
1 de noviembre de 2015
Si toda la historia del siglo XX pudiera reflejarse en una ciudad, esa urbe sería Berlín. Una ciudad que podría pensarse como una especie de parque temático para conocer la historia pero con la vorágine del ir y venir de las muchedumbres, el trajín del transporte público, las pintadas en las calles, cierta suciedad, bocinazos, luces que andan y de las otras, grandes carteles publicitarios, músicos callejeros y toda esa sensación de urbanidad que se respira en cualquier capital.
Ninguna otra ciudad puede condensar tanta historia occidental del siglo pasado como la capital alemana: nazismo, Segunda Guerra Mundial, comunismo, Guerra Fría y hasta la consolidación de la Unión Europea están presentes en sus calles y edificios.
Mitad ciudad, mitad museo y en el medio testimonio viviente y urbanístico de la historia, Berlín es -en cualquier estación del año- toda una experiencia. Recorriendo sus calles los monumentos se suceden; muro va, torre viene, a cada paso hay que detenerse a "pensar históricamente".
En este caso, la propuesta es recorrer museos que reconstruyen disciplinas y costumbres culturales propias del siglo XX. Aquí el detalle de cinco de ellos, ideales para conocer en invierno y visitar con chicos y adolescentes.
La Filmoteca alemana
Si hubiera que elegir un arte emblemático del siglo XX, muchos nos inclinaríamos por el cine. Nacido en 1895 en París de la mano de los hermanos Lumière, fue el arte mimético por excelencia y el que construyó nuevos imaginarios, convirtiéndose en poco tiempo en una de las industrias culturales de mayor influencia. Y por supuesto que en Berlín también hizo falta un templo para rendirle tributo.
La Filmoteca alemana es uno de los íconos de la nueva Potsdamer Platz -el lugar donde se instaló el primer semáforo de Europa y que luego de ser reconstruida tras un bombardeo durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial se considera una de las zonas más impactantes de la reconstrucción berlinesa-. Sede principal de la Berlinale, lo que propone es "un recorrido por la historia del cine y la televisión" que abarca los primeros años; las divas del cine mudo; las películas realizadas durante la República de Weimar y bajo el nacionalsocialismo; un salón destacado para Marlene Dietrich, su gran estrella nacional; el periplo de los profesionales del cine que debieron exiliarse en Hollywood; los duros años de la posguerra y también algo del cine alemán contemporáneo. Interactiva, sorprendente, con un poco de magia y una disposición que se aleja de lo que se reconoce como "museístico", la muestra incluye varios espacios que se atraviesan mediante pasadizos, escaleras y ascensores.
Además, tiene un par de perlitas: un espacio dedicado a Metrópolis, la obra cúlmine del expresionismo alemán, en el que se exponen partituras, trajes, máscaras, guiones y pruebas con las que trabajó Fritz Lang para llevar adelante su ya clásica distopía futurista; y una reproducción en miniatura del estadio berlinés en el que se hizo la apertura de los Juegos Olímpicos de 1936, que da cuenta de la cobertura filmada del evento a cargo de Leni Riefenstahl, quien colocó decenas de cámaras, muchas de las cuales apuntaban -estratégicamente- al Führer.
Abre de martes a domingos, la entrada cuesta € 7 y no hay audioguía. En la planta baja hay un gift shop inmenso en la que se ofrecen libros sobre cine, dvds originales, bandas sonoras y objetos de merchandising para cinéfilos -y no tanto-.www. deutsche-kinemathek.de
La Fundación Helmut Newton
Emplazada en un edificio de imponente neoclasicismo reciclado en el barrio de Charlottenburg -a metros del zoo y muy cerca del Tiergarten- está el museo para la fotografía, otra de las artes fundacionales de la modernidad.
Con un gran archivo que el fotógrafo alemán exiliado en Australia donó a la ciudad de Berlín, la muestra permanente en la planta baja está dedicada a su figura e incluye cámaras, negativos, copias originales, portadas de revistas y otros objetos personales. De hecho, hasta hay una reproducción en tamaño natural de su excéntrica oficina de Montecarlo, una réplica de su jeep y algunos de sus looks completos.
Tras subir una escalera tipo Dinastía se accede a la muestra fotográfica. Organizada en salas, su recorrido permite hacer un repaso por la estética de la moda y la publicidad de la segunda mitad del siglo pasado y rememorar algunos de los nombres destacados de la historia del espectáculo y la cultura del siglo pasado: Andy Warhol, Sophia Loren, Elizabeth Taylor y Salvador Dalí son algunas de las personalidades retratadas por la indiscreta mirada de Newton.
En formatos inmensos, como tiras de contacto, impresiones polaroid, en blanco y negro o el más estridente color, la visita permite hacer un repaso testimonial de la evolución del formato a lo largo de los años. En síntesis: un viaje en el tiempo a través de la obra de uno de los fotógrafos más influyentes del siglo XX en Occidente.
La fundación cuenta con una tienda dedicada a publicaciones sobre fotografía y merchandising específico. Abre de martes a domingos y la entrada cuesta € 10. www.helmut-newton.com
El archivo de la Bauhaus
Si bien el diseño acompañó desde siempre el desarrollo de la humanidad, fue recién luego de que Walter Gropius fundara en 1919 en Weimar la escuela Bauhaus de artesanía, diseño, arte y arquitectura cuando lo que hoy conocemos como diseño industrial y gráfico empezaron a concebirse como profesiones.
El edificio, diseñado originalmente por el propio Gropius para la ciudad de Darmstadt, fue inaugurado en 1979 y es, desde 1997, uno de los puntos de referencia de Berlín. Con 700 metros cuadrados disponibles para exposición, hay quienes dicen que es el objeto más importante de la colección. En su interior conviven la maqueta de la escuela original; la muestra de la evolución de los prototipos de la icónica silla Wassily diseñados por Marcel Breuer; y hasta los estudios de color que Vasili Kandinski encargaba a sus alumnos. Además, afiches de las exposiciones y performances que hacían, las tarjetas de cumpleaños que regalaban a Gropious sus alumnos y docentes, objetos en cerámica, documentos, fotografías -una disciplina con un rol fundamental en la escuela- y hasta reproducciones de ambientes como cocinas y habitaciones para chicos diseñadas por artistas de la Bauhaus.
La entrada cuesta € 8 y vale la pena comprarse la audioguía. El archivo cuenta con una cafetería ideal para un almuerzo liviano y una tienda con varios diseños de láminas y objetos que siguen modelos de la Bauhus. www.bauhaus.de
El museo de los videojuegos
Nada más actual, representativo y cotidiano que una computadora; y nada más joven en materia de industria del entretenimiento que los videojuegos. Todo su vertiginoso desarrollo, que recorre apenas un poco más que una treintena de años, es lo que se exhibe en este particular museo de 500 metros cuadrados. Abierto desde 2011, cuenta con una colección de 14.000 juegos y 2300 piezas de hardware concebidos para jugar digitalmente.
Tiene una especie de recorrido cronológico en el que se exponen los 50 sistemas de entretenimiento más importantes de la historia: el Apple II, el Commodore, el Arcade, la consola Sega, el Gameboy y los primeros modelos de PlayStation, entre otros. ¿Lo mejor? ¡Se puede jugar a todo! Incluso hay cuartos ambientados "de época" con cómodos sillones para sentirse como en el primer hogar, aquello que muchos llaman infancia.
En plena Karl-Marx-Allee -el imponente boulevard que la República Democrática Alemana diseñó en los años 50 para la clase obrera- el paseo por la zona aledaña se vuelve un plus. ¿Qué tendrán que ver comunismo y videojuegos? Aunque mucho no se entienda la relación bien vale la duda como motor del paseo. Y si llegó la hora de la merienda, a pocas cuadras del museo se puede degustar un café calentito y un tiramisú en el típico Café Sibylle, que cuenta con un pequeño museo histórico sobre la construcción de las viviendas y la ex-StalinAllee.
El museo abre todos los días de la semana y la entrada cuesta € 8. Es ideal para ir con chicos (€ 5 hasta 17 años) o grandes nostálgicos de los años 80 y 90. El uso de los lockers es gratuito y la tienda de regalos es muy chiquita. www.computerspielemuseum.de