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De Buenos Aires a Salta, un viaje motorizado

Más de 1500 kilómetros de caminos nacionales y provinciales, a veces en buen estado y otras llenos de pozos, un circuito personal hacia el corazón del NOA. Un viaje que requiere ganas de manejar




Este viaje es perfecto para el que tenga ganas de hacer su propia road movie. Son horas y horas por las rutas argentinas no siempre en óptimas condiciones, así que es mejor andar atento. También es ideal para llevarse un buen atado de discos y crear la propia banda de sonido de esta película por paisajes interiores, que a medida que avanzan son cada vez más altos.
Importante: no olvidarse de incluir en la guantera un mapa actualizado.

Día 1: hacia Santa Fe

Aproximadamente 460 kilómetros por autopistas, incluyendo el último tramo entre Rosario y Santa Fe en el que circulan muy pocos autos, ya que en forma paralela corre la ruta 11, que no es paga. Son cuatro horas y media. Sin parar.
Después de recorrer el casco viejo de la ciudad y la nueva costanera que da sobre la laguna Setúbal, a la noche cruzamos a Colastiné y vamos a La Reforma, quizás uno de los mejores restaurantes del país para comer pescado de río y que cuenta con una muy completa bodega. Cenamos una boga a la parrilla con entrada y vino blanco ($ 70). Otra opción para comer en la ciudad es el Quincho de Chiquito, sobre la avenida Costanera, a metros del monumento a Carlos Monzón (gran candidato al título de monumento más bizarro de la Argentina) y que ofrece, por $ 16, siete platos distintos de pescado de río.
De peaje, son $ 9,80. En Santa Fe, el Holiday Inn ($ 120 la doble), un hotel cuatro estrellas inaugurado hace menos de un año es una buena opción.

Día 2: primera decepción del viaje

Llueve y tenemos por delante más de 600 km hasta Santiago del Estero. La segunda mala noticia es que Las Delicias, un hermoso café de principios de siglo en pleno centro santafecino, abre a las 8, cuando ya estemos en la ruta 19. Por esta ruta son 84 kilómetros hasta el cruce con la 34. Por suerte, a pesar de la lluvia, el camino está en perfectas condiciones y no hay muchos camiones.
Una parada en Rafaela (a 115 kilómetros de Santa Fe). Vale la pena conocer la ciudad que, por la plata que se ve en las calles (autos 0 km y zonas residenciales que tienen poco que envidiarle a San Isidro en materia de casonas), parece de otro país.
Cerca de la provincia de Santiago, el paisaje se vuelve más agreste y la gente más pobre. Parada para almorzar en Colonia Dora, en lo que parece el mejor (y el único) lugar para comer del pueblo. Una buena señal: las decenas de camiones parados al costado de la ruta. La parrillada para dos (con gaseosas) cuesta $ 22 y dos pesos de propina son recibidos con muestras de sorpresa y desmesurada alegría por los chicos que cuidan el auto. En una hora y media llegamos a Santiago, después de recorrer 605 km y pagar $ 7,20 en peajes.
La ruta sigue perfecta. En la entrada de la ciudad uno se puede equivocar y seguir hasta La Banda para ingresar en la capital de la provincia por un puente que cruza el río Dulce.
La ciudad, un domingo a la tarde de lluvia, no parece demasiado atractiva. A la noche, el panorama mejora. La catedral iluminada y la gente en la calle dan una imagen más linda.

Día 3: otra vez llueve

Ruta 9 hacia las Termas del Río Hondo (60 km). La ciudad, cuya temporada se inicia a principios de mayo, parece más atractiva que Santiago.
Después de una vuelta por el centro, hacia Tafí del Valle.
La ruta 9, por la que tocan 158 km, está en muy buen estado, pero con el desvío por la provincial 323 comienzan las primeras plantaciones de caña de azúcar y también los primeros pozos del viaje.
Una parada en Famaillá, Capital Nacional de la Empanada. Es temprano, así que sólo probamos unas ricas tortillas con café con leche en Casablanca, bar frente a la plaza principal.
La gente, igual que en Santiago, es superamable y el bar es atendido por dos hermanos gemelos. Orgullosos, muestran un recorte de la revista Gente en la que aparecen disfrazados de Charles Chaplin para un show callejero que hacían en la estación de Once.
Desde Famaillá, ruta 307 rumbo a Tafí del Valle. En la mitad del camino de montaña nos sorprende una nevada. El paisaje es maravilloso, con la selva cubierta de nieve.
Parada para almorzar en Tafí y de ahí hacia las Ruinas de Quilmes (cerca de 60 km, aunque se tarda una hora y media porque es camino de cornisa). Vale quedarse en el Hotel de las Ruinas de Quilmes ($ 126 la doble), hecho en piedra respeta la arquitectura de las ruinas y la vista desde sus grandes ventanales es un espectáculo único, e incluso por la noche se puede observar desde las habitaciones zorros, liebres y hasta algún puma.

Día 4: los Valles Calchaquíes

Después de una hora de viaje por una ruta impecable llegamos a Cafayate, en medio de los Valles Calchaquíes.
El deber en Cafayate es recorrer el circuito tradicional de bodegas. Entre otras, Munier, Etchart y, por supuesto, Domingo Hnos.
Merienda en la Posta de las Viñas, un encantador parador recién inaugurado al pie de los cerros, en las afueras de la ciudad, cerca de Yacochuya. Hoy Cafayate carece de una gran infraestructura turística, aunque ya hay varios proyectos internacionales en marcha. Está a punto de abrir Patios de Cafayate, de la marca The Luxury Collection, de Starwood. Próximamente se iniciarán las obras de remodelación de la hostería del Automóvil Club Argentino (ACA).

Día 5: en Cafayate

Por la mañana, Tolombón, un simpático pueblo a 14 kilómetros de Cayafate. Después, una tarde de descanso, y por la noche cenamos en La Carreta de Don Olegario, en pleno centro de la ciudad, donde probamos el cabrito al horno de barro ($ 13).
Día 6: temprano, rumbo a Salta
En el camino por la ruta nos detenemos en la Garganta del Diablo, una extraña formación rocosa con un impresionante eco.
Los 190 km hasta Salta se recorren en tres horas. En el camino, una parada interesante es la posta que está pocos kilómetros antes de llegar a La Viña, que ofrece la posibilidad de completar un desayuno con productos caseros y una amplia variedad de tortas.
De entrada, la ciudad no impresiona por la belleza y hasta parece exagerado el slogan Salta, la linda. Pero a medida que uno se aleja de las cuadras más concurridas, el panorama mejora.
Todos los quioscos de la ciudad ofrecen "coca y bica". No se trata de un pack de la tradicional gaseosa y una golosina, sino de hojas de coca y bicarbonato (sirve para disminuir el amargo de la coca).
A la hora de almorzar fracasamos en nuestro intento de probar las tradicionales empanadas de Topeto Díaz, el cocinero más prestigioso de Salta, porque su local está cerrado. Por la noche tenemos más éxito con José Balcarce, excelente restaurante gourmet que, extrañamente, no está sobre la calle Balcarce (la más popular por las noches), sino en la paralela (Mitre y Necochea).
Día 7: desde el cerro San Bernardo
La ciudad amanece llena de increíbles autos de colección (desde Porsche hasta viejos modelos como el Unión, pero por supuesto acondicionados y hasta un poco tuneados) para recorrer el circuito de las 500 millas de Salta.
Por la mañana, el cerro San Bernardo en teleférico ($ 8 por persona de ida y vuelta). El teleférico fue construido en 1987 y la vista de la ciudad y sus alrededores desde la cima vale la pena.
Para la cena, Doña Salta, un tradicional reducto for export (con mozos vestidos de gaucho, incluidos), pero excelentes empanadas y humitas.
En la calle Balcarce se llenan las peñas folklóricas que ofrecen espectáculos musicales muy pensados para el turismo (con lo bueno y lo malo que esto implica). Según el comentario de alguien del lugar, uno de las peñas más concurridas es La Panadería, que pertenece a uno de los Nocheros.
Una opción con más público local es La Casona del Molino, que está alejada del circuito turístico, en Caseros al 2600.
Día 8: el Tren a las Nubes
Es el día del Tren a las Nubes, pero en el hotel informan que sufrió una avería (algo que parece es bastante común) y se suspende el viaje que ya estaba contratado desde Buenos Aires (hay que sacar por lo menos con un mes de anticipación los pasajes).
Después de quejarnos y protestar un rato, La Veloz del Norte devuelve el importe pagado ($ 189 por persona).
En lugar del Tren a las Nubes, pasamos el día en San Lorenzo (una buena elección).
A 5 kilómetros de la ciudad, es una pintoresca zona residencial que se levanta a más altura que Salta y cuenta con mucha vegetación. En San Lorenzo se puede practicar rafting y hacer cabalgatas. Para comer, una cita obligada es Lo de Andrés, una parrilla con mesas al aire libre, donde se puede optar por las truchas o los cabritos.

Datos útiles

Alojamiento

Holiday Inn Santa Fe
San Jerónimo 2779; (0342) 4101200.
Hotel Carlos V
Independencia 110, Santiago del Estero; (0385)4240303; la doble, $ 130. www.carlosvsantiago.com.ar
Hotel Provincial Salta
Buenos Aires 1; (0387) 4310740; $ 125 la doble; www.hotelsalta.com
Hotel Ruinas de Quilmes
(03892) 421075.

Gastronomía

José Balcarce
Bv. Mitre esq. Necochea, (0387) 4211628. Excelente cocina de altura. Precio promedio por persona, $ 25.
La Céfira
Córdoba 481, (0387) 4214922 . Buenas pastas caseras.
Doña Salta
Córdoba 46, (0387) 4321921. Ideal para comida típica

Más información

Casa de Santa Fe
Montevideo 373, 5811-4327
Casa de Santiago del Estero. Florida 274 1°, 43269418

Casa de Tucumán Suipacha 140, 4322-0564; www.tucuman.gov.ar

Casa de Salta
Roque Sáenz Peña 933, 4326-1314; www.turismosalta.gov.ar

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