Cualquiera diría que hoy tengo un hot date. Me bañé cien veces y me encremé antes de salir, estoy impecablemente depilada, tengo una pollerita nueva que cambié por un regalo de navidad y estoy bastante nerviosa pero no, tengo turno con el ginecólogo. Había ido en agosto creo, con el temita del accidente con El Turco pero siempre a principios de año me toca el chequeo de rutina. Es el mismo ginecólogo al que voy desde que tengo 15 años y por lo tanto el que conoce más de detalles de mi vida y de mi cuerpo que mucha gente. Aunque tenemos toda la confianza siempre me inquieto un poco cuando tengo que ir. Esto de estar charlando con las piernas abiertas por más profesional que sea el contexto, siempre es raro. Y después ese espéculo odioso que aunque me discutan a mí me molesta mucho. Y esos nervios de esperar que esté todo bien. Porque aunque no quiera, yo siempre me persigo un poco con el tema. En fin, no me quiero dar mucha manija, hay que hacerlo y punto.