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El último




Confieso que quería dedicar este penúltimo texto a ustedes, a escribir acerca de ustedes, confieso que me sorprendió que me pidieran un último "confieso" y no cualquier "confieso", sino uno "jugado", uno verdadero.
Confieso que me río pensando: "¿qué imaginarán que escondo? ¿Qué pensarán de mi vida para pedirme un confieso jugado?" (Como si ya no lo hubiera desnudado todo).
Haré el esfuerzo, de todas maneras, volveré a hacerlo.
Confieso que hoy vine a trabajar (léase: vine al café, trabajo desde un café y desde mi casa) con el mismo jogging con el que estuve durmiendo.
Mi hija mayor diría: "te fuiste a trabajar con el pijama".
Confieso que el jogging es de varón, un jogging Adidas abrigado, una de esas prendas que una toma prestadas al compañero, en este caso a mi ex compañero.
(Tomar prestado es un eufemismo, está claro).
Confieso que ni siquiera me puse corpiño, que no me tomé el tiempo de prepararme, no porque no vaya a hacerlo, sino porque la mujer, la gran mujer que cuida a mis hijas llegó tempranísimo y preferí aprovechar esos minutos y dejar baño y cambio de ropa para el mediodía.
Confieso que me he estado mordisqueando las uñas en estos últimos días, no soy de comérmelas pero sí de serrucharlas con mis dientes (cuando no las tengo pintadas).
Confieso... confieso... ¿qué querrán que confiese?
Confieso sentirme contenta, liberada por la decisión de terminar el blog, sentirme como una mujer recién separada que no sabe qué hacer con el aluvión de libertad que de golpe tiene. Confieso sentir ganas de abrirme un blog personal y escribir cualquier cosa, dos palabras, una frase, poner una foto, una incoherencia, una fantasía, escribir sobre sexo o animarme a la poesía.
Confieso, qué más confieso, confieso querer escribir este texto y no corregir ni una coma, confieso no saber si podré hacerlo.
Confieso, ah, sí (algunas seguramente querrán que confiese acerca de mi vida sentimental, la mamá enamoradiza), confieso que anduve separada de mi compañero durante casi 2 meses, y que cuando creía que esa relación era una etapa superada, algo cambió. Confieso que puedo ser la peor pesadilla de un hombre, no digo que lo sea, o sí, pero tengo la capacidad de serlo, la capacidad de mirar con lupa sus defectos y no poder ahorrarle ninguna de mis observaciones.
Confieso haber estado muy en ese rol últimamente, en la pareja, con el dedito índice dando la lata, bien maestrita, aguda, filosa, incisiva, insistente.
Confieso que, encima, creo hacerlo por una buena causa. Me convenzo de estar trabajando por su crecimiento (hasta pretendo que el otro me dé las gracias).
Confieso haber estado muy estresada por el dinero en los últimos años, confieso que hubo meses en que no llegué a pagar todas mis cuentas, que más de una vez tuve que salir a pedir prestado a un tercero, que muchas veces me sentí muy sola en este terreno.
Confieso que todavía estoy devolviendo dinero de un préstamo, y que tiendo a olvidarme de las deudas que otros tienen conmigo.
Confieso que estoy más "loca" de lo que parezco (me permito escribir loca, aunque no sea lo que significo). Que le hablo a Dios a diario, que hago una práctica de respiración todas las mañanas, que absolutamente todos los sábados a la noche practico en un espacio común, que me voy a dormir siempre, religiosamente, con un pote de crema a mi lado, que necesito hacerme masajes en las palmas de las manos y forzar el bostezo, una cadena de bostezos, y así poder dormir sin peso (en la mente).
Confieso que estoy saturada de hablar de mí misma, que hago este "confieso" solo para que ustedes se consuelen diciendo: "una vida como la de cualquiera".
Confieso que extraño leerlas más abiertas, más jugadas, yo a ustedes, pero a la vez comprendo que no quieran exponerse en un comentario de un blog de un diario (y no cualquier diario).
Confieso que me gusta sentirme amiga, amiga del mundo, me siento muy en paz con los otros, sobre todo cuando escribo, es como si conectara con la parte de Inés más bondadosa o más empática; cuando escribo no soy yo, soy todas, así lo siento.
Confieso pensar "seguramente muchas veces me habrán criticado en su fuero interno", confieso desear en lo profundo que la fuerza afectiva, que el amor, el cariño, la conexión de conciencia a conciencia, de alma a alma (acaso una unión interna, ¿no seremos una gran alma que se interconecta?)... ansío, anhelo que ese amor queme todas las interferencias de la mente, y solo queden los corazones latiendo, reconociéndose "uno y lo mismo".
Confieso que todavía le temo a la muerte, pero a diario trabajo para que el día que llegue yo ya esté tan instalada en otro plano que pueda reconocerla ilusoria, y vivirla de otro modo.
Confieso que pienso: "ya deben estar pensado que me voy de tema... "
Confieso que me encaaaaanta irme de tema, que me aburren espantosamente las cuestiones muy mundanas, que me estoy divirtiendo con este "confieso"... y estoy estirándolo solo porque me hace bien hacerlo.
Confieso que... Ya no confieso.
Gracias totales a todas, a todos, por su maravillosa presencia, porque nos hemos regalado este experimento humano, de comunicación, apertura y sensibilidad... y gracias, gracias, mamás, gracias, mujeres jóvenes, gracias.
¡Hagan lo que las haga felices, siempre! No se pierdan en carreras, reconózcanse maravillosas aquí y ahora! ¡Y den el ejemplo! ¡No den la lata, den el ejemplo!
¡Las quiero!
¿Ustedes qué confiesan?

PD: Para contactarse por fuera del blog, me encuentran en FB. Que tengan un gran día.

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