La primera tarde con hija menor en casa, faltando al colegio, no supe cómo despegármela del cuerpo.
Y eso que fuimos al kiosco de revistas y se eligió una Jardín con actividades varias, con un cuento de Alicia, incluso con un tupper con ilustraciones en la tapa para que lleve las galles de la merienda al colegio.
Le gustó el regalo, sí, trató de convencerse o autoconsolarse:
-Si hubiera ido al colegio como China y Matilda, no me habrías regalado esto, está bueno no ir al colegio...
Creo que mucho no se lo creía.
El caso es que esa primera tarde, a partir de ese empujón, intentó jugar sola, acompañarme en el espacio mientras yo hacía lo mío en la computadora. Lo intentó pero no fue fácil. Mis hijas están -bien o mal- acostumbradas a jugar entre ellas, ya lo saben.
El juego en solitario es un misterio que mucho no han explorado.
Que no venían explorando, me corrijo.
Porque he aquí la novedad de estos días, en la segunda tarde en la que hija menor, por precaución, se quedó en casa:
(Paso a detallar la escena).
Madre tipea en su computadora, lee, escribe, abre una página, la cierra, pasa a otra.
-El chancho es una bomba porque el chancho se tiró al charco de lodo... Florencia es una bomba porque come chocolate...
Madre escucha una melodía y gira su cogote. Madre no da crédito.
Su hija está en el suelo con 4 ponies de diferentes colores a los que hace interactuar en un agudo castellano neutro.
Canta, improvisa una letra tirada de los pelos.
Los hace volar por el aire.
Madre registra el hecho pero sigue con lo suyo, como esos caballos con anteojeras que no pueden distraerse mirando al costado, solo pueden mirar al frente.
En eso madre ve que su hija se incorpora y le pregunta:
-Mami, ¿ya pasó una hora? ¿Estuve una hora jugando?
Ah, no, no. Madre ahí sí detiene.
Madre suele dar la lata en relación a este tema, suele tirar frases como: "¿cómo puede ser que no puedan jugar solitas?" O tira imperativos como: "invéntense un mundo, pongan a jugar a sus muñecos, denles vida".
Hija es consciente de estar logrando hacer algo que normalmente no hace.
A madre a veces no le queda otra (no siempre puede jugar con ellas), amén de estar convencida de lo importante de ese ejercicio.
-Pasaron 20 minutos, Lupe, no pasó todavía una hora. Seguí jugando, dale.
Lupe vuelve al suelo, agarra una croc, coloca un par de ponies dentro como si la estuvieran conduciendo.
Hace lo mismo con la otra, improvisa un tercer móvil con la tapa de una caja de bloques.
Se concentra en lo suyo, se ensimisma, se pierde, se entretiene.
Madre da valor a eso de inventarse un mundo, o re-crearlo, ese mundo puede no ser muy diferente del propio, pero en ese momento, en ese plano, en ese papel, en esa pantalla es un mundo que antes no estaba, no había nada hasta que alguien lo dispuso.
Madre no puede evitarlo, por otro lado: alista la cámara del teléfono y le saca un par de fotos a su hija desde lejos, no quiere que ella note su mirada.
-¿Ya pasé una mitad de una hora que estoy jugando? -con esas exactas palabras su hija vuelve a interrumpirla al rato.
Ah, no, no. Madre se enternece tanto que empieza a apuntar este texto.
Incluso se atreve a hacerle un video y escribe en un archivo:
"Juega. Le da un mordisco a su alfajor y sigue jugando... "
Y mientras pone tarrito de agua a calentar le contesta:
-Ahora me fijo.
Madre se sonríe y recuerda la sonrisa cómplice de esa mujer mayor cuando venían caminando del colegio.
Ah, sí, ese mediodía, después de haber dejado a China y Matilda, madre volvió caminando con su niña menor al departamento y en el camino, a metros de llegar al edificio, Lupe le tiró:
-Ahora seguro llegamos y te hacés un café.
Madre se enterneció al escucharla, venía a las corridas, sin detenerse a escuchar con atención a las niñas. Se agachó, le sonrió a su hija y la besó:
-Qué mami aburrida que tenés ehhh... -en tono de broma dijo.
Y en eso una mujer de unos casi 80 nos cruzó en la vereda y sonrió cómplice. Se enterneció con mi enternecimiento ante mi nena, como una emoción que se contagia.
Se sonrió porque seguramente se reconoció en el afuera.
Madre ahora recuerda ese rostro mientras prepara su café y piensa: qué sonrisa me haría esa señora si ahora me viera, si ahora la viera.
Madre agradece tener su blog para poder compartir el asombro y -otra vez la misma palabra- la ternura que siente cada vez que descubre a sus hijas y a otros niños en estos gestos tan chiquitos y tan hermosos...
-Sí, Lupe, ya pasó más de media hora.
¿Qué gestos de sus hijos los vienen sorprendiendo?
...
Fotos robadas desde lejos:
PD: Y como siempre, para escribirme por privado, pueden hacerlo vía FB. ¡Que tengan un muy lindo día!
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