Epílogo: ir contra la corriente
30 de marzo de 2016 • 00:20
Así como la moda y las costumbres indican qué hay que usar y cómo hay que actuar en determinados contextos, el periodismo también tiene sus propias tendencias. Y, como todas, algunas están buenas, otras no tanto, y están las que jamás uno se animaría a adoptar como propias. El Corresponsal Urbano pretendió, con mayor o menor éxito, ser un espacio que relate lo que se ve en la calle: ropa, usos, comportamientos y costumbres de los animales urbanos. Ante tanta oferta siempre hay una elección y, si me permiten, voy a contarles los motivos por los que esta sección termina hoy.
El periodismo es una profesión tan dinámica que obliga a que uno deba adaptarse y reinventarse todo el tiempo. Las nuevas miradas y nuevas maneras de hacer y decir, hacen que uno se obligue un poco a buscar un tono diferente para enganchar a los lectores. En mi anterior sección en Ohlalá!, sobre mi paternidad, el objetivo era claro: contar cómo es aprender a ser papá, en primera persona y sobre la marcha, sin temor a decir ‘no sé’ ni a equivocarme. Fue casi un juego paralelo al periodismo. Esa primera persona era necesaria, no era ni para hacerme el irreverente ni para llamar la atención de ninguna manera. Ahora, sin embargo, creo haber agotado todos los temas que podía analizar con mirada masculina en una publicación femenina.
¿Hasta cuándo? No lo sé.
A lo largo de casi 30 notas, muchas veces sentí que este espacio funcionaba. Como en eso de ser papá, lo estaba experimentando sobre la marcha. Las opiniones a favor o en contra no tienen importancia cuando uno está convencido de lo que hace, pero realmente no quería convertirme en un blogger que pierda la gracia poco a poco haciendo comentarios forzados sobre situaciones ídem. Tampoco quería seguir escribiendo en primera persona: es un recurso fácil, que en algunos casos se justifica, pero con un buen sustento. La primera persona es, la mayoría de las veces, un recurso para anteponer la mirada de quien escribe por sobre el hecho en sí mismo; y mi ego (por suerte) no es tan grande.
"Una persona que está todo el tiempo pensando en sí misma no puede ser un gran periodista". Mi admirada Leila Guerriero dijo eso en una entrevista, y no pude estar más de acuerdo. Aún con la entendible cuota de subjetividad, sigo creyendo que los hechos son más importantes que lo que uno piense sobre ellos. Para opinar sobre cualquier cosa ya está Twitter o la mesa familiar, y hasta creo que es más sano llamarse a silencio cuando uno no tiene nada para opinar. Decir "no sé" es una costumbre muy poco frecuente en los medios de hoy, en los que todos parecen tener una opinión formada acerca de todo; pero que es muy saludable. Estoy convencido de ello.
Aunque sea ir un poco contra la corriente, mi elección es hacer más periodismo, decir sobre lo que sé y entiendo, y hablar menos. El camino largo suele ser más difícil y costoso, pero estoy convencido de que da mejores resultados. No es tendencia, pero bueno, nunca fui de los que pretenden estar siempre a la moda.
Gracias a todos por pasar, leer, permitirse las críticas y reírse de sí mismos. Nos seguimos leyendo.
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