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Festivales y celebraciones, en una época muy especial




Comenzó una de las épocas más lindas para el hemisferio sur y para nuestras latitudes: la primavera y el verano.
La primera estación, que antecede al estío, está comprendida entre un equinoccio y un solsticio, y si la tomamos mediante una licencia casi poética y como un término literario, significa la juventud o también aquella fase en la que transitaríamos la flor de la vida.
La segunda, para los romanos entre otros pueblos de la antigüedad, marcaba un momento muy importante del año: durante los solsticios las puertas al mundo de los dioses se abrían, por lo cual las comunicaciones con todo tipo de seres fantásticos podían ser mucho más fáciles, lo que propiciaba todo tipo de rituales, muchos de ellos parte importante del paganismo.
Los días se vuelven más largos y a medida que nos acercamos al fin del año las horas de luz son mayores, pasando gradualmente de temperaturas templadas a tórridas.
A lo largo del mundo esta época trae consigo innumerables fiestas, festivales y celebraciones de lo más variadas: si nos vamos al subcontinente indio, nos encontramos con el colorido holi, fiesta que representa la victoria del bien sobre el mal y donde una de las tradiciones más importantes dicta la posibilidad de mojar a extraños y desconocidos con polvos de colores de pintura, creando una impresionante postal de un verdadero arcoiris humano, lleno de alegría y diversión, sumado a una fuerte importancia religiosa, como sucede en Sevilla.
En esta última, una de las ciudades mágicas del mundo, las calles se llenan de solemnes procesiones durante la Semana Santa, cuando las diversas hermandades muestran su fe a través de los diferentes pasos, las plataformas donde se encuentran imágenes religiosas, acompañados de los cofrades, nazarenos y costaleros, siendo estos últimos los encargados de llevar sobre su cuello el peso de las pesadas plataformas.
En Rumania se celebra mar?i?orul, donde es costumbre entregar talismanes formados por una medallas o monedas atadas con hilo blanco y rojo como símbolo de bienestar y fortuna. Esta tradición podría encontrar su origen en las fiestas romanas destinadas al dios Marte, patrón tanto de guerreros como de agricultores y guardián de la virilidad.
Como verán, donde vayamos nos vamos a encontrar con una larga lista de tradiciones de las cuales bien vale la pena participar para comprender y aprender más las culturas de las sociedades que visitamos.
También hay otro tipo de actividades mucho más simples, pero que marcan mucho la forma de vida en ciertas regiones y que suceden cuando llega esta época del año.
Uno de los ejemplos más claros y simpáticos que viví fue en una de mis visitas a Anchorage, en Alaska.
Esta es la ciudad más poblada del estado, tiene un estilo de vida relajado y tranquilo, y cuenta con lindísimos espacios verdes, que son una muestra o antesala de la increíble geografía local.
Dada su posición en el mundo, tiene variables lumínicas muy diferentes y en mi visita a finales de junio y comienzo de julio, el crepúsculo civil comienza alrededor de las 2.45 am y finaliza a la 1.46 am del otro día. Así que imagínense las cantidad de horas de luz que podemos aprovechar en un día.
Por eso mi sorpresa cuando comencé a observar distintas actividades en horarios que, para nosotros, serían inusuales aunque si de lo más comunes, como cortar el pasto.
Sí, porque aprovechando al máximo el día, cada vez que volvía al hotel cerca de la medianoche a muchos de los vecinos se los veía enzarzados y muy concentrados en esta actividad, subidos a sus cortadoras de pasto como si el día nunca hubiese terminado.

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por Redacción OHLALÁ!


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