Fort Jefferson, la fortaleza que nunca se usó
Un curioso fuerte construido a 100 kilómetros de la costa de la Florida jamás entró en acción, pero se reinventó como destino turístico para snorkel y avistaje de aves
22 de mayo de 2016
La construcción comenzó en 1832, pero el fuerte no llegó a utilizarse - Créditos: Historic Tours of America/John W. Penney
DRY TORTUGAS.- El tour comienza en Fort Jefferson con la pregunta que todos tenemos en mente. Estamos parados en un fuerte capaz de albergar a 1500 soldados y 450 cañones, con paredes de ladrillo más anchas que la altura de un humano. Es la estructura de ladrillos más grande del hemisferio occidental. Pero no fue erigida en la capital del país o en una ciudad relevante como Nueva York o Boston. Estamos en una remota y minúscula isla en el golfo de México, casi rozando el Océano Atlántico y el Mar Caribe. Estamos en el medio de la nada.
"Cuando veo esto me surge una pregunta y estoy seguro de que a ustedes también. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Qué droga tomaba la persona que decidió hacer semejante construcción en este lugar?", pregunta con gracia Jeff, nuestro guía. Asentimos con la cabeza. Somos unas treinta personas cautivadas por la curiosidad. Aunque también dan ganas de zambullirse en el agua turquesa que brilla como si la iluminaran reflectores desde el fondo. Penetramos las paredes del castillo y comenzamos el tour, un fascinante viaje al pasado.
Estamos en Garden Key, hogar de Fort Jefferson y una de las siete islas que conforman Dry Tortugas. La civilización más cercana está 100 kilómetros al este, en Key West. De ahí venimos. Llegar tomó dos horas y media en el ferry Yanquee Freedom III, un catamarán de alta velocidad. Además de esta gigantesca construcción, la única estructura que apenas se divisa en el horizonte es un faro en el cayo de Loggerhead, el más grande de las Tortugas.
Algunos aventureros cada tanto se animan a unir ambas islas en canoa, aunque muchos han fallecido en el intento. El resto es agua, en una paleta de colores que pasa de claros a oscuros según la profundidad, los corales, los barcos naufragados, la sombra de las nubes y hasta la silueta de los pájaros que pasan volando.
La estructura hexagonal rojiza, gigantesca, enclavada entre aguas turquesas, es desde 1992 el parque nacional más remoto de los Estados Unidos y por ello el menos frecuentado. Los visitantes sólo pueden venir en hidroavión o por agua, como lo hizo Ponce de León al descubrir en 1513, este grupo de islas a las que llamó Las Tortugas, por la gigantesca población de esos animales que allí habitaba. Ambas opciones parten desde Key West.
Escala estratégica
Cruzamos la fosa por el puente de madera e ingresamos al fuerte detrás de Jeff, atravesando cientos de macizas arcadas que se suceden equidistantes en los pasillos, como en espejo. Parece el interior de un monasterio. Salvo por el canto de algún pájaro, reina el silencio. En el centro de este hexágono, solo hay pasto y algunos árboles. Se ven grupitos de gente estática apuntando con enormes cámaras fotográficas, que llegan para ver la migración de aves en el cambio de estación. Es un destino famoso por eso, se cree que recalan unas 300 especies.
El guía nos quiere convencer de que estamos parados en un lugar estratégico. Ponce de León encontró que la isla tenía dos puertos naturales profundos a los costados. En ese entonces se fundó como un lugar seguro para los barcos que pasaban por estas aguas. Se usó como refugio de tormentas, reparación de embarcaciones o descanso en tierra firme. Para las épocas en que europeos llegaban navegando a estas costas, era un lugar de recalada. Las tortugas además representaban un valioso alimento, ya que pueden vivir a bordo mucho tiempo, algo apreciado cuando no había freezer ni heladera. "Cuando Ponce de León le puso Las Tortugas, en 1513, fue como si hoy se le pusiera McDonald's", ejemplifica el guía. Más adelante, los ingleses le agregaron el término Dry, que significa seco, para alertar a los navegantes acerca de la carencia de agua dulce. Si bien se intentaron diversos sistemas para producirla, siempre fueron en vano.
Ya en manos norteamericanas, la construcción del fuerte empezó en 1846 para proteger el ingreso al golfo de México, ruta comercial obligada para los barcos que llegaban al puerto de Nueva Orleans y trasbordaban su carga al río Mississippi. Se pensó a gran escala ya que, por su remota ubicación, ante un ataque no podía recibir refuerzos. Tenía para abastecerse durante un año. Pero casi tres décadas después de colocar el primer ladrillo, antes de concluir su construcción, ya era obsoleto. La artillería de aquél entonces hacía el fuerte vulnerable. Semejante obra faraónica militar nunca disparó un solo cañón. Inconcluso, el fuerte se usó como prisión federal hasta que pasó a servir como estación de investigación marítima, monumento nacional en 1935, y desde 1992 parque nacional.
El viaje en ferry es de dos horas, desde Key West - Créditos: Historic Tours of America/John W. Penney
Visita en profundidad
Pero no todos vienen a ver esta imponente estructura hecha con 16 millones de ladrillos. Para muchos, el interés está en el cielo, en los árboles o donde los pájaros reposen. Para otros, como yo, el atractivo está bajo el mar. Por la importancia comercial que tuvo esta ruta, fue escenario de muchos naufragios. La escasa profundidad que provocó la desgracia de marinos y piratas de antaño es hoy el atractivo para hacer snorkel.
Después del tour, y un rápido almuerzo abordo, desembarco nuevamente para zambullirme en el mundo submarino, con la esperanza de encontrarme cara a cara con una tortuga. El barco provee patas de rana y antiparras de cortesía.
La isla tiene dos playas. Es fácil saber la ubicación de los corales, ya que el color del mar desnuda sus secretos. También se puede nadar mar adentro, bordeando toda la construcción rojiza. Este fuerte tan poderoso, bajo el agua se descubre vulnerable. Se ven ladrillos sueltos enterrados en la arena, que pertenecieron a este monstruo que se descascara con el tiempo. Se cruzan peces de colores, cardúmenes, plantas de enormes hojas violáceas que se balancean con elegancia, esponjas y todo tipo de vida subacuática. Nada de tortugas, para mi pesar (por ahora).
El ferry parte a las 15 de vuelta a la civilización. Sólo quedan quienes acampan. Ya han clavado las carpas y saben que su supervivencia depende sólo de ellos. Ese es probablemente el mayor encanto. Nos saludan con la mano en alto. Los miro con envidia, de sólo pensar el cielo y el silencio del que serán dueños exclusivos en unas horas. Unos pocos guardaparques quedan en la isla tiempo completo, viven en casitas dentro del fuerte, pero casi no se los ve. A poco de andar, se traslucen las deseadas tortugas en el agua. Enormes. Todos señalan, se codean. Fort Jefferson ya es apenas un punto oscuro en un telón celeste de mar y cielo. Hasta que se pierde y desaparece. ß
Datos útiles
Cómo llegar
Yankee Freedom (www.drytortugas.com) es el ferry oficial que llega a la isla. Zarpa desde la terminal de Key West (100 Grinnel St) a las 8 de la mañana y llega entre las 10:15 y 10:30 a Garden Key. Parte de regreso a las 15 y llega 17:15 aproximadamente. El costo por adulto es de US$ 175, y menores de 4 a 16 años US$ 125. Esto incluye desayuno, almuerzo, tour por el fuerte y equipo de snorkel. En caso de quedarse a acampar el costo del traslado es de U$S 195, más una tasa de entre 15 y 30 dólares por noche que cobra el personal de parques nacionales según la cantidad de gente en el grupo.
Key West está a tres horas y media de auto de Miami viniendo por la costa este, o también se puede llegar en ferry por la costa oeste, desde Fort Myers o Marco Island en el ferry Key West Express. (entre US$ 125 y US$ 155 ida y vuelta).
El único servicio aéreo es el hidroavión (keywestseaplanecharters.com). Tarda 40 minutos en llegar. Ofrece dos opciones: excursion de medio día (US$ 317 los adultos, y US$ 253,60 los menores de 2 a 12 años) con al menos 2 horas y media de permanencia en la isla; o el día completo (US$ 555 mayores, US$ 444 menores).