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Gerardo Romano. "No soy un buen viajero, me gusta volver a los lugares"

Ago para declarar




—¿Cómo te definís como viajero?
—No soy un buen viajero, me gusta volver a los lugares, y cuando alguna persona o circunstancia me impulsa a hacer un viaje por lugares que no conozco, después agradezco a esas circunstancias o a esa persona que me metió en ese lugar.
—¿Un viaje feliz?
—El invierno pasado fuimos con mis dos hijos al Sur, a San Martín de los Andes, donde tengo muchos amigos. Fue un viaje especial porque mis dos hijos son de diferente mamá, entonces no tengo el disfrute y la alegría de tenerlos juntos muy seguido, y además en un lugar con tanta belleza. Un recuerdo imborrable.
—¿Acampaste o viajaste como mochilero alguna vez?
—Tendría unos 16 años, y con un amigo conocimos unas chicas alemanas. Yo tenía una carpa muy linda que me habían regalado, tipo las del ejército, y fuimos a un campo en San Miguel y acampamos en un monte de casuarinas, cerca de un arroyo. Dormíamos cada uno con su chica, en la bolsa de dormir, hacíamos fuego.
—¿Cuál fue tu mayor proeza en el turismo aventura?
—Supongo que nadar en aguas abiertas en Necochea, hace como 52 años. Yo era muy buen nadador, estaba federado, y no sé si para llamar la atención de la gente o de la chica que me gustaba me ponía una gorra de goma, esas que se usaban antes, para que advirtieran bien quién era y dónde estaba, y me metía en línea recta hacia el mar unos cinco kilómetros adentro, solo. Supongo que eso es lo más imprudente o arriesgado que hice. Tenía un muy buen estado físico, era inagotable.
—¿Un buen disco o intérprete para escuchar en el auto?
—Juan Manuel Serrat es un clásico en mi auto.
—Si pudieras visitar a un actor o actriz de todos los tiempos, ¿a quién irías a ver y qué le dirías?
—Visitaría a Burt Lancaster, pero no podría hablarle, me quedaría extasiado, como diciéndole sabés que vi 30 veces tu película El pirata Hidalgo cuando era un chiquilín, y que disfruté y amé tanto esa película...
—¿Una máxima para armar la valija?
—Hacer lista e ir tachando.
—¿Alguna road movie para recomendar?
—Buscando mí destino, la de Jack Nicholson, Dennis Hopper y Peter Fonda.
—¿Un rincón de Buenos Aires que te guste revisitar?
—Me gusta volver a los lugares donde viví, donde fui feliz, donde amé, donde compartí mucho con la gente que amé, donde viví con mis padres o con mi mujer. Tuve muchas vidas.
—¿Un día de vacaciones perfecto?
—Lo pasaría en mi chacra, que ya no es mía porque la vendí, pero sigo viviendo ahí porque hay otra casa más y el dueño me dijo que me quede hasta que me muera, con mis hijos, con mi caballo, los perros, todo el día regando. La actividad es regar, todo el tiempo. Puedo estar promedio 5 o 6 horas por día en verano, regando. Soy muy mano verde, mi diversión es la jardinería. Pero sigo todo el año, porque en verano es regar, en primavera es regar, en otoño es podar y sacar la mugre, y en invierno es plantar los hijitos, las plantitas que preparaste. Tengo miles y miles de árboles plantados.
—¿Algún inconveniente con los aviones?
—Una de las compañeras que tuve en la vida, con la que fui muy feliz y que seguimos siendo muy buenos amigos, aunque no estamos juntos desde hace años, era una hormiguita viajera, y los años que estuve con ella viajé más que con cualquiera de las otras mujeres con las que compartí mi vida. Una vez que nos íbamos a Disney a llevar a uno de mis hijos que era chiquito estábamos arriba del avión que empezó a moverse para ir a la pista. De repente se sintió como un ruido, no sé qué le pasó a una rueda. Entonces las azafatas avisaron que había un problema, que lo iban a solucionar, que iba a demorar tres o cuatro horas hasta que lo solucionaran. Y a mí, arrancar con una rueda rota y quedarme cuatro horas en Ezeiza, la verdad es que era muy desagradable. Pero lo más terrible era que además perdíamos los empalmes con otros vuelos que teníamos en Estados Unidos.
Todo era muy complicado, entonces empecé a hacer lío para bajarme, porque no nos querían dejar bajar. Pero armé tanto, tanto, tanto lío, que al final nos tuvieron que dejar. Nos bajamos, era la 1 o 2 de la mañana, y no queríamos volvernos con las valijas a dormir al departamento, un embole. Dijimos, no, vamos a algún lado, así que en el momento sacamos unos pasajes y a las tres horas estábamos volando a Río de Janeiro. Terminamos en otro lado.

Más data

Por estos días presenta Un judío común y corriente, en el Maipo Kabaret (Esmeralda 443). Miércoles a viernes, a las 20; sábado, a las 21; domingo, a las 19.30. Entradas desde 180 pesos.

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