
Hello, Nuevo Mundo
Una vuelta por Santo Domingo, capital bañada por el Caribe, que rinde tributo a Colón y da muestras de influencia norteamericana
2 de noviembre de 2008 • 00:35
SANTO DOMINGO.- Vale la pena recorrer esta ciudad. Desandar los caminos de la capital dominicana es experimentar un cúmulo de sensaciones que abarca su origen español y su aroma norteamericano. Caminar por las calles de piedra de la ciudad colonial es sumergirse en un viaje al interior del Descubrimiento de América con paisajes admirados por Cristóbal Colón, que describió estas tierras como las más bellas que alguna vez conoció.
Por otro lado, salir de esta zona, que representa las raíces mismas de la historia, significa transitar por las avenidas George Washington o Abraham Lincoln y toparse con un ritmo norteamericano.
La mayoría de los más de cuatro millones de turistas que llegan por año a República Dominicana no arriba al aeropuerto de Santo Domingo, el más grande del país, pero no el de más movimiento. Los visitantes se alojan en las playas del Este, especialmente en Punta Cana, ya que en esta zona se encuentra más del 60% de las habitaciones hoteleras dominicanas. Por eso es común que muchos contraten una excursión o alquilen un auto para pasear por la capital, a dos horas y media del polo más turístico. Lo recomendable es no abandonar Santo Domingo muy tarde, cuando el tránsito se torna difícil.
La autopista que desemboca en la capital bordea el mar Caribe. Allí, a unos 30 minutos de Santo Domingo hay una playa a la que se acercan los dominicanos, una de las únicas que aún es pública en estas tierras. La entrada por la avenida de las Américas muestra movimiento. El camino conduce al río Ozama, que divide la ciudad, la primera fundada por europeos en América, en sectores oriental y occidental. Bartolomé Colón (hermano de Cristóbal) marcó el nacimiento de Santo Domingo, en 1496, cuando sólo existía la parte oriental, que fue destruida por un ciclón, que obligó a que se pusiera en marcha el Oeste. De cerca se observa el puerto Sans Souci, que está siendo remodelado para la temporada de cruceros.
Todavía en las afueras de Santo Domingo, el viaje por los comienzos del Nuevo Mundo empieza con un monumento relativamente nuevo: el Faro a Colón, inaugurado por el papa Juan Pablo II, en 1992, para conmemorar los 500 años del Descubrimiento de América. Aquí dicen que en el primer piso están los restos de Cristóbal Colón, versión que se contrapone con el pensamiento delos españoles, para quienes su tumba se encuentra en Sevilla. Por estas zonas, todos aseguran que, en 1877, se encontró en la catedral local una caja con huesos con la inscripción Varón ilustre y distinguido Cristóbal Colón. En la cúpula del Faro hay 152 bombitas de luz, que antes se encendían todas las noches y proyectaban una cruz. Algo que ya no sucede por la crisis energética.
Circuito colonial
El paseo continúa por la ciudad colonial, una zona enrejada, con Edificios y ruinas bien conservados. Este sitio fue declarado por la Unesco Patrimonio Cultural Mundial, en diciembre de 1990. La primera catedral de América, el primer hospital, la casa de Diego Colón (hijo de Cristóbal) que fue sede del primer virreinato de nuestro continente, son los atractivos por visitar, que se mezclan con negocios de artesanías, restaurantes y bares.
El circuito comienza por el Alcázar de Diego Colón, construido entre 1510 y 1516. En sus 22 habitaciones se aprecian muebles de la época, que fueron traídos desde España por el dictador Rafael Trujillo, que decidió, en 1955, restaurar este palacio que había sido saqueado tiempo atrás. Luego llega la hora del Panteón, donde se rememora a los héroes nacionales. Se ven decenas de banderas dominicanas, que es azul (por el cielo), roja (por la sangre derramada) y blanca (por la paz), además de algunos regalos que Trujillo recibió de Franco y Hitler, entre otros.
De pronto, uno se sitúa en la plaza Colón. De un lado está la Catedral Primada de América, con sus 14 cúpulas y de estilo gótico tardío. República Dominicana es un país católico, donde el 75% de la población practica esta religión. Frente a la iglesia se huelen otros aromas: está el Hard Rock Café y un comercio de habanos Cohiba. En medio de la plaza, la escena es dominada por una estatua de Colón.
Perderse por la ciudad colonial es toparse con decenas de vendedores que ofrecen frutas, bebidas, helados, pero especialmente collares, pulseras, artesanías, discos de merengue y bachata, los ritmos locales. Estos hombres insistirán y ofertarán hasta que el turista se dé por vencido y se decida a comprar. Es aconsejable el regateo, ya que los valores iniciales parecen excesivos. Muchos visitantes sólo buscan ron, café y cigarros.
El ritmo del centro
Al dejar la ciudad colonial se abandona la tranquilidad y se ingresa en el ritmo más frenético de la capital, donde viven casi dos millones de dominicanos de los más de nueve que hay en toda la isla, que limita con Haití. Niños y hombres, con grandes canastas, venden golosinas o bocaditos de coco en el malecón, la calle Washington, donde de un lado está el mar cristalino aunque sin playa, y enfrente, decenas de hoteles cinco estrellas, enormes moles de cemento con casino incorporado. Sobre esta avenida, todos los 27 de febrero se celebra el Carnaval por el día de la independencia.
Hello, bye, se suele escuchar; nada de hola y chau, quizá como reminiscencia de la ocupación militar norteamericana a principios del siglo XX. A medida que transcurren las horas, el tránsito se vuelve caótico. La sensación es que nadie camina. Los colectivos lucen llenos. El boleto vale 10 pesos locales, un poco menos que un peso argentino. Es que aquí un dólar equivale a 35 pesos dominicanos. El sueldo mínimo es de $ 4500 y el medio, entre $ 15.000 y 20.000. Otro modo de viajar es en los motoconchos, motos que cobran por la distancia recorrida.
En otro lado de la ciudad, cerca de la calle Lincoln, está la mayoría de las universidades, que se mezclan con modernos bares y restaurantes, además de shoppings, donde se consiguen prendas de las principales marcas del mundo. También hay colmados, especie de almacén donde se venden bebidas, snacks y fiambres. Allí, muchos jóvenes se juntan a disfrutar de la vida nocturna dominicana y se entretienen hasta la madrugada.
El Palacio Presidencial de Santo Domingo muestra rasgos norteamericanos. La Casa Crema tiene similitudes con el edificio de la Casa Blanca. Allí ejerce funciones el presidente Leonel Fernández, que el 16 de mayo último fue elegido por tercera vez consecutiva y gobierna República Dominicana desde 1996.
Todas postales de Santo Domingo, la ciudad que en cada paso muestra insignias de su pasado y su presente.
Datos útiles
Cómo llegar
Santo Domingo está a dos horas y media de Punta Cana. La excursión, con guía y almuerzo incluido, cuesta aproximadamente 75 dólares. Lan vuela a Punta Cana dos veces por semana, con tarifas en económica desde US$ 1276 y en premium business desde US$ 2116, ambas con impuestos incluidos. Consultas: 0810-9999-LAN (526) o en www.lan.com Dónde comer
Restaurante El Conuco, donde uno encuentra los sabores tradicionales dominicanos. El cubierto cuesta 15 dólares. Dirección: Casimiro de Moya 152, Sector Gazcue. www.elconuco.com.do
De culto
Santo Domingo .- "En este país, el béisbol es una religión", dice uno de los guías que se encarga de pasear a los turistas por la catedral de esta ciudad. El hombre no se equivoca. Aquí, el béisbol es sin duda el deporte nacional, algo que se aprecia en los barrios, en las afueras, en donde sea. Parece que siempre hay una cancha a mano para que los jóvenes dominicanos sueñen con llegar a las Grandes Ligas de los Estados Unidos.
Si en la Argentina Lionel Messi es la cara principal de varios productos de consumo masivo, en República Dominicana es común ver al pelotero David Ortiz, de los Boston Red Sox, como figura estelar. Muchos niños anhelan con llegar al béisbol de los Estados Unidos, conscientes de que allí es posible salvarse para toda la vida por los contratos millonarios que se ofrecen. En Dominicana hay una liga de béisbol en la que participan seis equipos, significativos de las principales ciudades. Al finalizar la temporada se forma un conjunto con las figuras del certamen para jugar en la Serie del Caribe con equipos de México, Puerto Rico y Venezuela.
Por las noches, en los bares, los televisores siempre sintonizan el béisbol de los Estados Unidos y el público se agolpa en la barra. Los suplementos deportivos de los diarios también reflejan este tema recurrente en lo cotidiano. Para el turismo crece el golf, especialmente en la zona de Punta Cana, donde cada vez se diseñan más campos en los hoteles de lujo. En el país ya hay 27, entre ellos, los del complejo Casa de Campo, en La Romana, donde arriban celebridades para jugar. Muchos visitantes llegan a estas tierras para hacer un recorrido con vista al mar.
Manjares
Santo Domingo .- Hablar aquí de la bandera nacional no es sólo referirse al símbolo patrio por excelencia. Esa definición también sirve para referirse a la comida típica de República Dominicana. Arroz, porotos negros, habichuelas y pollo es la combinación más común por estas tierras, además del salcocho, sopa bien cargada parecida a un puchero. Para disfrutar de sabores clásicos en Santo Domingo se puede visitar el restaurante El Conuco, inaugurado hace 17 años y donde por 15 dólares por persona, con bebida incluida, uno conoce algunos platos tradicionales dentro de un local con decoración dominicana y baile y música en cada bocado. Aquí, por ejemplo, han comido actores de Hollywood como Robert De Niro, Brad Pitt y Angelina Jolie, algo que uno descubre por los cuadros que cuelgan de las paredes.
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