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La invasión extranjera

Quizá como nunca antes, este año hay un verdadero aluvión de visitantes extranjeros que buscan disfrutar de unos días en el mar mientras recorren nuestro país




PINAMAR.- Fernandino Mavellia llega todas las mañanas al balneario, lee el diario, fuma un largo cigarro y se zambulle en el mar. A la tarde sale a pasear y a hacer compras por Cariló. A la noche cena en algún restaurante y toma copas en los bares. Es italiano, trabaja como asesor fiscal privado y vive en la inigualable Milán, pero por estos días disfruta con felicidad y placer de sus vacaciones en al costa verde pinamarense.
"Pinamar me gusta mucho, sobre todo el mar. Es cierto que en Italia el mar es hermoso, pero aquí, tiene una fuerza especial, es diferente", explica Mavellia, de 41 años, que viajó desde Italia solo. Llegó a Buenos Aires el 17 de diciembre último y luego de visitar las cataratas del Iguazú decidió tomarse unos días en el mar y se inclinó por estas playas.
La intención de este incansable viajero italiano es visitar un país de América del Sur por año. Y, según él, nada mejor que empezar por la Argentina: "Es el país más tranquilo. En este viaje aprovecho para leer mucho".
La historia de Mavellia no es una curiosisdad. Sucede que este verano, y a diferencia de temporadas anteriores, Pinamar dejó de ser una exclusividad de los turistas argentinos amantes de los médanos y de la naturaleza casi virgen. Por eso, desde los últimos días de diciembre no es extraño cruzarse por los balnearios top, los restaurantes, los bares, los pubs o cualquier calle de la ciudad a españoles, mexicanos, colombianos, rusos, brasileños, norteamericanos, chilenos, belgas, alemanes y hasta australianos.
Todos son amantes de los asados y de la bebida, del sol y del mar, de las compras por el centro de Pinamar o del relax en la tranquila Cariló.
"Los extranjeros vienen a cenar temprano. Les gusta mucho la carne y les encanta el alcohol; además, se caracterizan por consumir comidas y bebidas de las más caras", cuenta Manuel Morello, responsable del resto-bar La Luna.
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En su viaje a la Argentina, Fernandino conoció a un matrimonio de abogados napolitanos, Ernesto y Paola Cirillo. El destino quiso que la pareja eligiera el mismo tour que Mavellia en dos ocasiones: en Cataratas y en Pinamar.
Ernesto, de 34 años, y Paola, de 33, tienen dos hijos: Jole, de tres años y medio, y Domenico, de nueve meses.
"Pinamar es un lugar precioso. En Italia no existen playas como las que hay en la costa argentina, largas, medio rústicas y con este mar. Además aquí se come y se bebe muy bien", contó Ernesto, mientras le compraba a Jole un choclo con manteca en el balneario La Nueva Posta, donde pasó unos días de vacaciones antes de viajar a la ciudad de Bariloche.
Fernandino cuenta que ningún europeo se puede quejar de los precios. "El cambio nos conviene muchísimo", comenta y agrega que, por día, gasta un promedio de poco más de 300 pesos.
"No sólo vine con el diario. También me traje varios libros para leer en la playa. Acá aprovecho el tiempo para descansar y para ponerme al día con un montón de literatura, porque en Italia tengo muy poco tiempo libre", agrega el asesor fiscal.
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Adrián es australiano, tiene 36 años, y en su país trabaja como consultor en cuestiones tecnológicas. Por segunda vez visita tierra argentina. Confiesa que no conocía estas playas y que llegó aquí por amor, ya que su novia, Florencia, es una argentina de 30 años.
"Me gustó Pinamar y también Cariló. El bosque es realmente encantador y se comen unos asados muy ricos. Pude disfrutar mucho del mar", contó en inglés. Adrián no habla nada de castellano y conoció a su novia en un casamiento en Londres hace ya 10 meses. Estos días estuvo en Pinamar con Florencia y las dos hermanas de su novia: Victoria y Lucila.
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Colby es de Kansas; Max, de California; Kirsten, de Hawai; Mark, de Canadá; Sean, Andrea y Shawna, de otras ciudades de los Estados Unidos. Ellos forman parte de un grupo de estudiantes de la carrera de Negocios de la Universidad de Harvard, en Boston, y llegaron a Pinamar por consejo de un argentino que estudia con ellos.
"El lugar es hermoso, las playas son bien extensas. Todo el mundo es muy amable. Está bueno pasar las vacaciones lejos del frío de los Estados Unidos", explica Colby, que junto con su grupo de amigos disfruta de la playa durante el día, y un poco de la noche pinamarense luego de la cena: primero pasan por los bares de la avenida Bunge para tomar unos tragos y después se van a bailar a las discos top.
* * *
"Sin duda, esta temporada en Pinamar hay más turistas. Todas las noches viene alguno. Los visitantes extranjeros piden tragos y bebidas que los turistas argentinos no suelen tomar", aseguró Nicolás González, encargado del bar Super XV; confirma así una tendencia que parece consolidarse.

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por Redacción OHLALÁ!


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