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La playa perfecta

Por algo es la preferida de los argentinos: morros, pequeñas posadas, clima de fiesta permanente y ese espíritu de aldea de pescadores que todavía mantiene, a pesar de estar a dos horas de Río de Janeiro




Lo primero que se oye al abrir los ojos tras un reparador descanso son las olas rompiendo contra la costa. El canto de las gaviotas se suma al sonido del despertador natural.
El movimiento en las playas ya comenzó. Desde temprano, alrededor de las 7, los quiosqueros, como se denominan a quienes venden en puestos sobre la costa, se preparan (el coco, que cuesta entre 5 y 10 reales, es una de las estrellas). Una suave bossa nova acompaña a los comerciantes locales que aprovechan el agua de mar y la arena para asear las mesas y sillas.
Esa misma melodía escolta a Rita, una de las tantas turistas cordobesas que visitó Buzios en la primera quincena de noviembre. Y no es casualidad que la mujer esté allí. La praia João Fernandes, una de las más populares en el lado norte, es comúnmente visitada por los turistas argentinos.
Buzios está en una península que recorre seis kilómetros a lo largo, por lo que se adentra en el océano Atlántico, y otros tres a lo ancho. Sobre el costado norte el agua es más cálida y calma, casi no hay olas, por lo que es el lugar ideal para los visitantes que quieran practicar actividades recreativas en el agua como snorkel y buceo.
Al caer la noche, una tenue brisa envuelve el ambiente. Sólo se escucha el suave golpeteo de las olas sobre los morros.
En cambio, al otro lado de la ciudad, al sur, el movimiento intenso del mar hace que los turistas se atrevan a deportes más extremos, como el surf o windsurf. Praia Brava es tal vez una de las más populares porque tiene el privilegio de contar con dos características disímiles que permiten el acceso de toda la familia. Sobre parte de su costa los amantes del surf pueden sentirse dueños de las olas, pero en otro de sus trechos el agua es más calma. Quienes saben dicen que esta playa es el punto más hermoso de la ciudad para ver la luna llena.
Buzios cuenta con 23 playas, ninguna de administración privada. Las hay para todos los gustos. Y lo mejor de todo: siempre hay calles o pasarelas que, desde el mismo centro, permiten acceder a las limpias arenas.
Para llegar a las praias da Azeda e Asedinha hay que caminar unos 15 o 20 minutos, pero vale la pena hacerlo. Rodeadas de una vegetación frondosa, esas playas forman parte de una reserva de protección ecológica, y son generalmente visitadas por locales (unos 30 mil, aproximadamente). Nada como descansar en la arena o recostado sobre las rocas con los pies sumergidos en el agua transparente.
Pese a que el turismo es en la actualidad la principal actividad en Buzios, la ciudad tuvo sus orígenes como una aldea de pescadores. De hecho, aún se pueden ver decenas de embarcaciones a orillas del mar dispuestas a salir en busca de peces, sobre todo del atún, la diva de la pesca.
De distintos colores, las pequeñas balsas forman un paisaje especial al caer la tarde, sobre todo en la costa de la praia de Armacão, en el centro de la ciudad. En ese mismo lugar, tres esculturas de aquellos oriundos locales a metros de la costa en el mar vigilan cuidadosamente las naves. El resplandor del sol parecería dar vida a las figuras.
Buzios fue desconocida mundialmente hasta los años 60, cuando la actriz de cine francesa Brigitte Bardot pasó unas vacaciones en ese lugar. La llegada de la estrella fue el punto de inflexión para la ciudad, que se transformó de a poco en lo que es hoy. Por eso, la costanera fue denominada como Orla Bardot y la artista local Christina Motta erigió una estatua de bronce en su honor.
Con el fin de conservar el paisaje natural de Buzios, las construcciones no superan los tres pisos. Algunos de los inmuebles tienen un estilo colonial que rememora aquellas viejas épocas. Las calles, angostas y muchas construidas con adoquines, invitan a caminar por el centro comercial. El zigzagueo de las arterias y el ascenso y descenso de los morros hacen del paseo una actividad entretenida.
El pequeño centro comercial se encuentra entre dos calles. Rua das Pedras se caracteriza por tener los locales que venden productos costosos y las marcas más reconocidas. Luego de las 17 se convierte en peatonal. En cambio, sobre Manoel Turibio de Farias conviven casas de comida y negocios locales. De noche, y aun fuera de temporada, estos caminos son copados por jóvenes y turistas que salen a caminar y recorren la feria artesanal de la plaza Santos Dumont. La alegría brasileña se hace presente.
La temperatura anual promedio es de 25°C, por lo que no hace falta aguardar el inicio de la temporada veraniega para visitar Buzios. Desde mediados de octubre, decenas de extranjeros, la mayoría argentinos (un 70% según el cálculo de los operadores), se aventuran a disfrutar del ambiente natural que devuelve la tropical ciudad.
Aunque vale la pena caminar por la ciudad, el medio de transporte más utilizado en tierra es el buggy. Estos simpáticos y coloridos autos están por todos lados y agregan otro detalle especial al paisaje. No sólo permiten acceder a lugares algo complicados por la complejidad de sus caminos, como lo son las praias do Forno y da Foca, sino que, al ser descapotables, dan la posibilidad de gozar del aire fresco.
También hay combis que circulan por las principales avenidas (cobran 2 reales por pasajero) y recorren toda la extensión de Buzios.
Para adentrarse en el mar se contratan embarcaciones que recorren varias playas en un día. El paseo, que dura dos horas y media, cuesta 40 reales por mayor y la mitad para menores. Hay que tener en cuenta que para la temporada, que se inicia el 26 de diciembre, se esperan incrementos en los precios de hasta un 50 por ciento.

Centro de energía

Quien tiene la suerte de pasar unas merecidas vacaciones en Buzios no puede dejar de visitar un punto obligado, considerado como un centro de energía: la Ponta da Lagoinha. La fuerza del agua golpeando contra las rocas, el marcado color turquesa del mar, la densa espuma blanca que queda sobre la orilla y, sobre todo, la tranquilidad del ambiente son los protagonistas del lugar. Basta sentarse sobre alguna de las imponentes piedras para que esa conjunción de imágenes y sonidos traslade al alma a un estado de completa relajación.
No todo son playas en Buzios. Los amantes del golf también tienen su espacio de esparcimiento. A 10 kilómetros del centro, la cancha de 18 hoyos acompaña el distendido clima que el Caribe brasileño les regala a los turistas.
Por la noche, y al ritmo de improvisadas canciones que invitan a divertirse, los jóvenes se reúnen a lo largo de la costanera. Algunos esperan por entrar a las discotecas; otros se entretienen bebiendo ron o caipirinha en ronda. Como no podía ser de otra manera, los bares a la orilla del mar son el escenario ideal para reunirse con amigos o disfrutar de una velada romántica en pareja.
Una bocanada de aire fresco en el amanecer de Buzios es suficiente para empezar el día relajado. Al caer la tarde, el paisaje natural permanecerá en las retinas y un halo de paz recorrerá el cuerpo. Ha transcurrido un día más en el paraíso.

Arraial do Cabo, el Caribe brasileño

ARRAIAL DO CABO.– Zarpamos en el barco Piratas del Caribe. Nos adentramos en un mar de aguas turquesa. La espuma blanca que golpea contra la embarcación y el suave movimiento de las olas acompañan la mirada que se pierde en el horizonte. Definitivamente llegamos al Caribe brasileño.
Estamos a unos 20 kilómetros de Buzios, en Arraial do Cabo, y falta poco para desembarcar en esas playas que, con sólo escuchar al guía, dan ganas de conocer inmediatamente. Antes, la Gruta Azul parece darnos la bienvenida. Es imposible no preguntarse qué habrá en las profundidades de esa misteriosa cueva emplazada en el mar. Los buceadores con más experiencia podrían contarnos sobre las maravillas de la flora y fauna del lugar.
Pero ya estamos cerca de la playa de la Ilha do Farol. A lo lejos se divisa la costa. Algo llama la atención. Un color blanco resplandeciente acapara la orilla. ¿Y la arena? Los tripulantes del barco nos piden a los pasajeros que no descendamos con ojotas. "No harán falta, no se quemarán los pies", nos repiten varias veces.
Y es cierto. En lugar de la típica arena dorada hay una especie de talco que no lastima los pies. Es una arenilla muy fina, da placer caminar sobre ella. Esos mismos bancos de arena son los que están bajo las claras aguas del mar. En un día despejado se puede ver hasta 15 metros bajo la superficie, lo que hace que Arraial do Cabo sea uno de los mejores lugares del país carioca para bucear.
La playa, además, es considerada una de las más perfectas de Brasil. La mata atlántica custodia los altos médanos. El verde de la vegetación produce el contraste justo con el blanco de la arena. Sólo hay una recomendación: como el sol refleja más en esa arenilla tan clara es indispensable usar protector solar. Una hora de exposición en una playa en Arraial es igual a tres en cualquier otra costa.
La temperatura del agua varía según la corriente marítima, pero a los turistas no parece importarnos demasiado. Basta bañarse un rato para disfrutar de la limpieza de esas aguas.
El tour completo, que incluye este recorrido en barco (que parte del Porto do Forno, en Arraial do Cabo), bebidas gratis y un almuerzo en la ciudad pesquera de Cabo Frío, cuesta 100 reales. También se puede contratar el servicio de otro tipo de embarcaciones, más sencillas, que realizan prácticamente el mismo viaje y cuestan 40 reales.

Datos útiles

  • Cómo llegar

    Por Aerolíneas Argentinas hasta Río de Janeiro, a partir de $ 1917. Desde allí hay que tomar un micro hasta Buzios (dos horas de viaje).
  • Cambio

    Por cada real, el cambio promedio en pesos argentinos es de 2,25.
  • Precios

    El alquiler de un buggy cuesta en The Best 80 reales por día en temporada baja y 120 en temporada alta.

    Almorzar o cenar en una pizzería y cantina como Lorenzo, un lugar tradicional en Buzios, tiene un costo promedio de 80 reales con entrada y plato principal. En Da Vinci, otra opción para la familia, el promedio es de 50 reales.

    Practicar golf en el Buzios Golf Club & Resort sale 165 reales por persona (los 18 hoyos) los fines de semana y 115 de lunes a jueves. Cada clase de media hora cuesta 50 reales.

    Un hotel de alta categoría como el Colonna Galápagos se consigue a partir de 400 reales por día en habitación doble (los 40 dormitorios tienen vista al mar).
  • Actividades en el agua

    El bautismo de buceo sale 220 reales y 190 para los más experimentados (incluye el equipamiento); el alquiler de la tabla y el remo para stand up paddle cuesta 40 reales; alquilar por una hora un equipo de snorkel en João Fernandes, 15 reales, el mismo precio para alquilar una silla y sombrilla.
  • Noche

    La entrada a un boliche de moda cuesta 100 reales para las mujeres y 150 para los hombres; en cambio, para acceder a una discoteca más sencilla el pase vale 40 reales; un vaso de caipirinha sale, en promedio, 15 reales, y los precios de las cervezas, según las marcas, varían entre 7 y 12 reales.
  • Información y asesoramiento

    Comité Visite Brasil: (54 11) 4515-2422; mail: turismo@brasil.org.ar; www.visitbrasil.com Horario de atención: lunes a viernes, de 9.30 a 12.30 y de 15.30 a 17.30.

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