
Las joyas de la corona
Los cinco grandes
10 de enero de 2016

Las joyas de la corona se custodian en la Torre de Londres desde 1303 - Créditos: Corbis y Archivo
1- Londres: la torre de las joyas
Kuh-e Nûr quiere decir montaña de luz en persa. En inglés y en varios idiomas como el español se transcribe habitualmente como Koh-i-Noor, nombre que designa la mayor joya de la monarquía inglesa. Es un diamante de más de 105 quilates, montado sobre la corona real británica. Cuando la reina Isabel no lo exhibe en algún acto oficial, los plebeyos y los turistas lo pueden admirar en la Torre de Londres, donde se muestra habitualmente el tesoro de los reyes ingleses. Este diamante fue confiscado al último rey de los sikhs y regalado a la reina Victoria en 1850. Las joyas de la corona se custodian en la Torre de Londres desde 1303 y forman parte del circuito de los must-see de la capital inglesa.

El Louvre atesora las joyas de la corona francesa - Créditos: Corbis y Archivo
2- París: el diamante del Louvre
El museo parisino es conocido por la Mona Lisa, la Victoria de Samotracia o la Libertad de Delacroix. Pero no tanto por exhibir algunas de las pocas joyas de la corona francesa que lograron ser rescatadas en los tiempos turbulentos de la Revolución de 1789. Hasta aquel momento los reyes de Francia tenían uno de los mayores tesoros jamás acumulados: casi 6000 diamantes fueron inventariados en 1691. Solamente una ínfima parte ha podido ser conservada y se puede ver en la Galería de Apolo, en el primer piso del Louvre. Esta pieza –que fue decorada como las del Palacio de Versalles– exhibe algunos diamantes, vasos de piedras preciosas y tabaqueras. No es la sala más buscada por los visitantes, y sin embargo es allí donde se puede ver el Regente, un diamante blanco de 140 quilates descubierto en la India. Pasó por las manos de Luis XV, María Antonieta y Napoleón.

El tesoro imperial brasileño - Créditos: Corbis y Archivo
3- Petrópolis: el tesoro imperial brasileño
El Museo Imperial de esa ciudad al norte de Río de Janeiro fue el Palacio de Verano de los emperadores de Brasil. Pedro II lo mandó construir en torno de 1840. Hoy es uno de los sitios más visitados del país, sobre todo para admirar la corona imperial, que había sido creada para la coronación del segundo y último monarca del gigante tropical. Otras de las obras maestras expuestas son un baúl de porcelana fabricado por la Manufactura de Sèvres en Francia, dedicada al Príncipe de Joinville (un noble francés que se casó con una de las hijas de Pedro I y dio su nombre a la ciudad homónima del estado de Santa Catarina) y la pluma de oro y diamantes que usó la princesa Isabel de Brasil para firmar el acta de abolición de la esclavitud en el Imperio, en 1888, un año antes de la instauración del sistema republicano.

Créditos: Corbis y Archivo
4- Teherán: el tesoro que sostiene una divisa
Se dice que las joyas de los antiguos soberanos de Persia son tantas y tan valiosas que alcanzan para garantizar la convertibilidad y asegurar la tasa de cambio del rial, la moneda iraní. La corona de los Pahlavi (el nombre de la dinastía del último shah derrocado en 1979) está compuesta por 3380 diamantes que totalizan más de 1100 quilates. Eso sin contar sus esmeraldas y zafiros… Ni tampoco el resto de aquel tesoro que se exhibe, desde la revolución de los ayatolás, en una sala especial del Banco Central Iraní. Estas riquezas son inimaginables para el común de los mortales: hay, entre muchas piezas de un valor incalculable, un globo de 35 kilos de oro y 51.000 gemas, diademas, espadas, collares y el trono. Las joyas de la Corona Imperial de Persia fueron lucidas en parte por última vez durante el reinado del shah Reza Pahlavi.

Los tesoros del palacio de Hofburg, en la capital austríaca. - Créditos: Corbis y Archivo
5- Viena: el mayor tesoro del mundo
El Imperio de Austria ya no existe, como tampoco ha sobrevivido el Sacro Imperio Romano Germánico. Pero quedan las coronas de sus monarcas y se pueden admirar en el palacio de Hofburg, en la capital austríaca. Se estima que se trata del tesoro sagrado y profano más importante del mundo. En la Kaiserliche Schatzkammer, la parte más antigua de aquella inmensa construcción de 2600 habitaciones, están expuestas las principales piezas: la corona del Sacro Imperio (del siglo X), la del Imperio Austríaco y las insignias de la famosa Orden del Vellocino de Oro, la más prestigiosa entre los caballeros europeos de la Edad Media. También están el globo y el cetro, los símbolos hereditarios del poder imperial en Austria.
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